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- 04/08/2017 02:00
¿Es Panamá ‘un país corrupto' o ‘un país donde reina la corrupción'?
Sería ilógico, e irracional, por no decir ingenuo, de parte mía el no haber anticipado que el Gobierno de turno no tardaría en desarrollar una estrategia diseñada para ‘defender sus intereses', lo cual, recientemente, ha hecho con sus interminables cuñas en los medios, pretendiendo exhortar su progresividad gubernamental y su capacidad para resolver los problemas fundamentales de nuestra nación: ‘Tierra, Techo, y Trabajo'. Modestia aparte, mi experiencia y observaciones en el realpolitik de naciones me conllevan a dicha conclusión.
Sugiero que su ‘estrategia' no es más que una serie de ‘paliativos' —intentos de apaciguar con migajas el sufrimiento atroz de nuestras masas. Dicho de manera menos elegante sería tildarlas como ‘intentos de sobornar y manipular al pueblo'.
Opino que son las reacciones de un Gobierno que titubea bajo las vibraciones del vendaval de críticas que pueden convertirse en un huracán o terremoto popular y tumbarlos.
Además, sugiero que las cuñas estratégicos del Gobierno representan sus intereses creados y no los de las clases obrera y media. No representan, a mi juicio, las ansiedades de un pueblo que diariamente se siente sometido y atropellado por el peso abrumador del alto costo de la vida, una canasta básica casi en la estratósfera, apagones sin cesar, el suministro inconsistente de agua potable, tranques y más tranques, calles y carreteras ‘craqueadas', casi intransitables, una nación en donde la corrupción aparenta ser el orden del día. Y, como si esas realidades no fueran suficientes para enloquecernos, un exmandatario es acusado y encarcelado en otro país en espera de su extradición, mientras que el actual está bajo sospecha de ser recipiente de coimas de Odebrecht. Creo que fue Séneca, aquel senador romano, quien, en un momento de frustración, en el Senado exclamó: ‘¿¡Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia!?'. ¡Ojo Gobierno! ¿¡Hasta cuándo!?
En este breve bosquejo político del Panamá de hoy, baso mi posición. Su existencia, como Gobierno, depende y dependerá, en gran parte, del éxito que sus esquemas estratégicos tengan para apaciguar la furia creciente de nuestro pueblo. El Gobierno actual, objetivamente, continúa siendo embarrado con el lodo de la corrupción existente en el país y el sentir popular de ser —cierto o falso (?)— un Gobierno ineficiente e incapaz.
Sin, por el momento, tomar posición personal alguna, una de las preguntas que propongo para ponderar y que dirijo a aquellos quienes diariamente postulan posiciones y opiniones sobre el Estado de la salud moral y económica del país vociferando como si fueran la voz del pueblo —y me incluyo— es esta: ¿Es Panamá un país corrupto o un país donde la corrupción reina? ¿Cuál es, si hay alguna, la diferencia?
¡La respuesta nos enseñará el camino que nuestra nación debe tornar!
CATEDRÁTICO Y ESCRITOR.