• 17/02/2015 01:01

Un país de absurdos

‘Panamá, no la podemos cambiar, simplemente aceptar, al final el país, ..., es el de mayor crecimiento del continente

Solo los panameños podemos ser felices en este país. Los extranjeros que vienen a radicarse acá pasan por un periodo de adaptación dramático, donde van aprendiendo que aquí pocas cosas las cogemos en serio, acá si podemos hacer las cosas complicadas por qué hacerlas sencillas, acá la norma de que ‘si está funcionando bien, no lo cambies’ no se aplica. Somos expertos en complicar, en dilatar, en aceptar lo malo sin extrañar lo bueno.

Últimamente se nos ha ido la mano en nuestro sistema. Tomemos el Registro Público. Todos estábamos contentos y orgullosos del sistema computarizado del Registro, los abogados entraban sin problema desde sus despachos, el seguimiento y verificación de registros era sencillo. Pero, el último director, antes de salir del Gobierno, voilà, decidió cambiarlo. Un nuevo sistema se compró, se instaló y desde entonces el Registro funciona lento, casi impenetrable por los abogados desde fuera y con la queja generalizada de todos los usuarios.

Interesante, igualmente, el caso de la ANAM. Un proyecto, la hidroeléctrica de Barro Blanco, después de tener desde hace años aprobado su estudio de impacto ambiental, después de años de estar construyendo la obra, con 90 % de avance, ahora la ANAM ordena su suspensión por fallas en el estudio. Por supuesto que todos entendimos que fue la fórmula del Gobierno para suspender la obra, mientras se negocia con los originarios que piden su eliminación, pero la forma de hacerlo lamentablemente deja en entredicho a la ANAM, hoy elevada a ministerio.

Otro absurdo reciente se dio en el Tribunal Electoral. El fiscal electoral, Eduardo Peñaloza, se va cuatro meses de vacaciones, nunca se había nombrado fiscal suplente, nombramiento que debió haber hecho el Ejecutivo, así que él mismo designa a José Félix González su suplente durante las vacaciones. El nuevo presidente, ante el vacío del nombramiento, designa a Ceila Peñalba al cargo, solo que ahora el puesto por Peñaloza rehúsa darle el despacho y continua actuando. Es más, González parece diligente, remitió a los magistrados con su vista el caso de la denuncia de enero del 2014 de varios PRD contra el candidato entonces, José Domingo Arias, por asistir en campaña a actos e inauguraciones del Gobierno de Martinelli. Peñaloza la archivó 12 meses, primer absurdo, ¡ahora le damos cabida!

Gracias a lo absurdo del país, podemos soñar en grande. Por eso pudimos hablar por meses de la Torre Financiera, que desapareció no sin antes gastar casi un millón en arquitectos, o la famosa gigantesca Virgen que iba a estar en el área de la Bahía, o el monorriel que nos subiría al Cerro Ancón, sin contar la torre de los diamantes, donde iba a operar la más gran bolsa de diamantes.

Nuestro país es tan propenso a lo absurdo que el desarrollo de edificios en la avenida Balboa, algo que nunca el empresario panameño visualizó por los malos olores, se da gracias a un primer proyecto del Grupo Olloqui, que todo lo que construyó fue ¡el cartel promocional!

¿Absurdos? Construir un aeropuerto en Río Hato, con túnel para los carros incluido y en casi el año solo ha bajado UN avión. Y ni hablemos de la cadena frío, millones invertidos, y este año ya hemos tenido que botar quintales de tomates y cebolla ¡por no haberlos vendido! Un país donde el Gobierno tiene una planta de asfalto y los cinco años del Gobierno anterior todo el asfalto se le compró a plantas privadas.

Y ni hablar de la justicia, un caso de la corte, de Patria Portugal, no avanza porque se perdió un tomo del expediente.

Panamá es especial. ¿Quién nos puede tomar en serio? Somos país, por vocación y tratados, neutral, pero corrimos a sumarnos a la coalición contra ISIS. Pudimos haber sido coherentes y declararnos antiterroristas sin sumarnos a la coalición. Celebramos que tenemos un cardenal panameño, que nació en España, tuvimos un ministro de Turismo que era colombiano de nacimiento, hemos tenido hasta un presidente que nació en la embajada nuestra en Washington.

Los gobiernos pasan y dejan legados en frases: ‘Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa’, ‘no me he robado un ‘fucking’ real’ y aplicaciones incorrectas de frases anteriores, la de ‘lo que quiero para mis hijos lo quiero para mi pueblo’ quedó en ‘lo que es del pueblo lo quiero para mis hijos’. Panamá, no la podemos cambiar, simplemente aceptar, al final el país, con todos sus defectos, es el de mayor crecimiento del continente, somos un lugar extraordinario para invertir, retirarse o simplemente vivir. Nadie entiende cómo lo hacemos, y, un secreto, ni los panameños.

INGENIERO INDUSTRIAL Y ANALISTA POLÍTICO.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones