Ocho días antes de su reapertura la catedral de Notre Dame de París desveló su nuevo “resplandor” al mundo durante una visita del presidente francés, Emmanuel...
A mediados del presente año, el presidente argentino Javier Milei instauró un nuevo ministerio, llamado Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, con el objetivo de liderar una drástica reducción del aparato estatal (entidades, funcionarios, etc.), una desburocratización del estado y la transformación digital de los procesos.
A esta tendencia se suma el recién electo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, nombrando a Elon Musk y Vivek Ramaswamy, uno probablemente el genio más aclamado a nivel global y otro un hijo de inmigrantes brillante y altamente exitoso, para crear y liderar lo que llamarán el Departamento de Eficiencia Estatal o DOGE por sus siglas en inglés, cuyo objetivo es bastante similar al ministerio creado por el presidente Milei en Argentina.
Invito a Panamá y a nuestros líderes electos en 2024 a replicar esta iniciativa y a impulsar una agresiva desburocratización de procesos y desregulación de nuestra economía, a través del Ministerio de la Presidencia y la secretaría de Metas. Nuestra economía aún no se recupera, y la pasada administración se dio a la tarea de incrementar subsidios, deuda pública y planilla estatal como nunca lo habíamos visto, sin ejecutar ninguna obra o inversión significativa. El emprendedor, micro, pequeño y mediano empresario en muchas ocasiones se ahoga en requerimientos, permisología, tramites, entre otros. Burocracia que consume una impresionante cantidad de tiempo (tiempo = dinero) y a su vez le brinda al funcionario las herramientas perfectas para extorsionar. Dejando a las empresas a merced de que “les toque un buen funcionario”.
Es el sector privado o sector productivo el que va a reactivar la economía, pero hoy por hoy, el estado se mantiene distante de ser un ente facilitador. El Estado a través del gobierno puede contribuir desregularizando agresivamente y ejecutando obras de infraestructura vial que impacten positivamente la productividad de las empresas y trabajadores, puntualmente del sector logístico y transporte que tiene un peso importantísimo en el PIB de nuestro país. Líderes de otros países y algunas nuevas figuras locales, han demostrado que es completamente posible. Podemos enseñar a una población que ha sido acostumbrada a un paternalismo estatal, que existe un camino mucho más prospero a través de la libertad. Pero una libertad que implica responsabilidad.
¿Queremos medicamentos más económicos? Eliminemos las barreras, impuestas por el Estado, para la libre importación y distribución de medicamentos aprobados por una entidad como la FDA de Estados Unidos (Administración de Alimentos y Medicamentos).
¿Queremos más médicos, mejores médicos y costo de citas más competitivos? Eliminemos la barrera proteccionista que impide a extranjeros altamente capaces ejercer en Panamá.
¿Queremos eliminar la escasez o ausencia de agua? Entendamos que si no se opera bajo un modelo de ganancias y pérdidas (empresarial) jamás resolveremos el problema. Lo que se paga por los servicios de agua es completamente irreal, y ni hablar de la deuda que se mantiene con la entidad. Nos quejamos, con razón, de las distribuidoras de energía eléctrica, pero la realidad es que si el ente fuera 100% estatal aún, la situación de la electricidad sería igual o peor que la del agua.
¿Queremos mejorar la calidad de la educación publica? Migremos a un modelo de voucher donde pasemos de subsidiar la oferta a subsidiar la demanda. Que las escuelas sean privadas y traslademos el poder de escoger lo que es mejor para sus hijos a los padres, en lugar de a los burócratas.
Hay ministerios, entidades y secretarías que perfectamente pueden ser eliminadas, y en muchos casos fusionadas para garantizar eficiencia operativa y presupuestaria. El empresario vive constantemente la experiencia de recibir visitas de dos entidades gubernamentales distintas solicitando la misma información para propósitos similares. También ve la ineficiencia del recurso humano y la oportunidad de reducir drásticamente la planilla cuando lo visitan cuatro personas en un carro a pedir un simple documento o a hacer una “inspección”.
El Estado panameño requiere un tratamiento de Ozempic, medicamento creado para mejorar el nivel de azúcar en la sangre, pero que, en paralelo, reduce el apetito y ayuda al paciente a perder peso, cosa que lo ha hecho extremadamente popular.
Hace poco leí un artículo con el título “El Milagro Económico del país más rico de Latinoamérica y sin petróleo” haciendo referencia a Panamá, y no puedo estar más de acuerdo con su contenido. Somos un caso de éxito, y considero que para serlo por treinta años más, necesitamos un tratamiento de Ozempic y apostar aún más por la libertad económica. Ya no es secreto, y la evidencia empírica es irrefutable, a mayor libertad económica, mayor prosperidad y desarrollo socioeconómico. Por mi parte, desde el sector privado, continuaré haciendo todo lo que esté a mi alcance para aportar positivamente a mi país, mi familia y los colaboradores con los que tengo el placer de trabajar.