• 11/04/2023 00:00

La neutralidad del Canal de Panamá y China

“Desde el 1 de octubre de 1979 el Tratado de Neutralidad Permanente, [...], juega un papel más bien disuasivo frente a las amenazas estratégicas, según la frase de “realpolitik” del general Torrijos sobre el canal que estaría “bajo el paraguas del Pentágono” [...]”

Hace medio siglo, cuando era un joven asesor del Órgano Ejecutivo Nacional en el Ministerio de Relaciones Exteriores, preparé un ensayo sobre la República Popular China para el ilustrado ministro Juan Antonio Tack (1934-2020). Recuerdo que la iniciativa, pionera en la Cancillería, llamó la atención de otro asesor, Jorge Illueca (1918-2012), mucho mayor y más experimentado diplomático, exembajador en la ONU y expresidente del Consejo de Seguridad. China era el Estado más poblado del planeta, bajo el dominio de Mao Zedong (1893-1976), dirigente que lo había llevado a la ruina con una economía del tamaño de la de los Países Bajos. En Francia, Alain Peyrefitte publicaba, en 1973, «Quand la Chine s'éveillera... le monde tremblera».

Finalmente, China despertó tras dos siglos de aletargamiento. Después del deceso de Mao, una nueva dirigencia del todopoderoso Partido Comunista Chino cambió radicalmente la orientación arcaica e impuso un capitalismo a ultranza, cuyo resultado ha sido crear la segunda economía del mundo por su tamaño y una clase media ya mayoritaria, además de una infraestructura productiva y urbana moderna y un sistema educativo de primer mundo. Modernizó sus fuerzas armadas. Elevó China al rango de potencia de primer orden, la segunda, aunque todavía detrás de la única superpotencia, EUA. La abrió al mundo y a los océanos, primero al Pacífico.

¿A pesar de sus conflictos territoriales con India y en el mar de China Meridional es la República Popular China un Estado forjador de paz? Por lo menos es lo que quiere hacernos creer su Gobierno, al propiciar el reencuentro de dos gigantes enemigos del Medio Oriente, Irán y Arabia Saudita y al proponer un plan de paz para detener la guerra de Rusia contra Ucrania, pero sin comunicarse con Volodímir Zelenski. ¿Cómo confiar en Xi Jinping que visita Moscú e ignora Kiev? China acosa y presiona militarmente a Taiwán. Frente a la amenaza china ha surgido en 2021 el pacto estratégico de EUA, Reino Unido y Australia.

Ahora, gracias a los errores de Vladimir Putin, China está llevando a Rusia hacia una relación de vasallaje, tal como lo hacía el Imperio chino hace siglos con la península de Indochina. Se presenta como mediador entre Rusia y Ucrania para terminar con una guerra absurda que afecta a todo el mundo y también al comercio y la prosperidad de China y pone a Rusia bajo su dependencia política y económica. Mientras, los primeros ministros de Alemania, Scholz, y Sánchez, de España, además del presidente Macron, de Francia, acompañado de la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, han visitado recientemente a Xi Jinping, para reiterar su preocupación por la guerra de Putin en Europa y urgirlo a que ayude a hacerlo entrar en razón. Todos están esperando ver si China apoya abiertamente a Rusia, se opone a su guerra o sigue con una postura ambigua. Nosotros esperamos también que cambie su posición frente al Tratado de Neutralidad, fundamental en caso de conflicto abierto. En 2017 rompimos con Taiwán y establecimos relaciones diplomáticas con China Popular sin resolver este problema esencial. Los chinos decían que no podrían adherirse al protocolo de dicho tratado mientras estuviera Taiwán, soslayando el hecho de que ambos Estados forman parte también de, por ejemplo, la APEC.

Desde el 1 de octubre de 1979 el Tratado de Neutralidad Permanente, pactado por nuestro país con EUA, juega un papel más bien disuasivo frente a las amenazas estratégicas, según la frase de “realpolitik” del general Torrijos sobre el canal que estaría “bajo el paraguas del Pentágono”, tan vilipendiada por la oposición al régimen militar, situación que se cumple con la OTAN y que añoran ahora Ucrania, Suecia y Finlandia que lo logró. Esa capacidad disuasiva ha sido reforzada, gracias a su protocolo, al cual se han adherido cuarenta Estados, entre los que se cuentan las mayores potencias marítimas y militares hasta de signos políticos contrarios (Reino Unido, Francia, Federación de Rusia, España, Alemania, Países Bajos, Italia, Noruega, Suecia, Israel, Egipto, Arabia Saudita, Corea del Sur, Vietnam, Filipinas, Ecuador, Argentina, Chile y Venezuela, entre otros). Esperamos que la Cancillería panameña logre pronto añadir otras potencias como China, Indonesia, Irán, India, Turquía, México y Brasil.

La adhesión de China al protocolo del Tratado de Neutralidad Permanente del Canal de Panamá sería un mensaje muy fuerte de que está dispuesto a respetar a sus dos garantes, incluyendo a Panamá. La República Popular China tiene desde hace ya más de veinticinco años una política muy dinámica en el continente africano, de inversión financiera y en infraestructura, de control de suministros de materias primas y de fortalecimiento de vínculos políticos. Se añade una alianza especial con Pakistán, potencia del océano Índico. En América Latina, área de influencia privilegiada de EUA, China ha fortalecido alianzas estratégicas con algunos países y aumentado su comercio internacional. Ha tratado de llevar el proyecto de la “Franja y la Ruta”, en el que Panamá, por razones evidentes, jugaría un papel central, si lo permitimos.

Los chinos deben tener muy claro lo que quieren con Panamá. ¿Tendremos los panameños una idea semejante de lo que queremos con ellos, además de los acostumbrados acuerdos de cooperación, algunos negocios privados y un hipotético tren que saldría de la capital y 400 kilómetros más allá llegaría a… David? ¿Comprendemos la civilización china y la mentalidad de su población? ¿Hemos estudiado a fondo la experiencia de otros Estados soberanos, especialmente del océano Índico y del África, en donde la República Popular China ha establecido con mucha determinación e ingentes recursos su red de influencia y en donde ya hay muchos cuestionamientos sobre las formas de esa estructura de relaciones y su costo? ¿Hemos considerado los efectos, en un ámbito internacional más extendido y también sobre nuestro país, de la dinámica de la rivalidad planetaria creciente entre China y EUA? ¿Hemos analizado con las armas tecnológicas e intelectuales de la prospectiva nuestro futuro y también el de la potencia china en una geopolítica multipolar en evolución? ¿Sabremos aprovechar las oportunidades considerables de la nueva relación entre Panamá y China y evitar los inconvenientes inevitables que también pueden aflorar? Inquietudes que dejo a los gobernantes panameños actuales y los que elegiremos en 2024.

En mi libro Reflexiones sobre Panamá y su destino (de 1990 a 2022), en el capítulo sobre Geopolítica y política Internacional, hay un ensayo mucho más extenso, titulado “Las nuevas realidades de Panamá y China”.

Doctor, geógrafo, historiador, diplomático.
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