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- 12/11/2024 17:05
Narradores de la cotidianidad
La revista colombiana Comunicación, en un amplio artículo sobre la encrucijada del periodismo, utiliza una cita de la obra Ilusiones perdidas, de Honorato de Balzac, donde se expone el perfil de los medios de comunicación impresos, que dice: “Un periódico es una especie de tienda en cuyo mostrador se le venden palabras al público del color que las prefiera”. El autor galo retrata a la prensa sensacionalista del siglo XIX en Francia.
A partir de esta cita, el artículo expone el papel de los periodistas en el contexto de los objetivos que tienen, sobre todo, los grandes medios, y la desviación de la finalidad de quienes se desenvuelven en buscar la información diaria o llevar un conocimiento a las páginas o pantallas de los ordenadores. De igual manera, si bien se ocupa de trasladar un mensaje a la audiencia, también trabaja para reproducir la cotidianidad de forma instructiva.
En esa discusión sobre el papel de la prensa, se resalta que hay una finalidad de los periodistas y se rescata el concepto de Juan José Hoyos, quien plantea: “El compromiso con la verdad implica la entrega al lector de manera íntegra, completa, abarcando la totalidad del hecho, mostrando su contexto, para que el lector se forme una idea acabada de él”. Es importante rescatar la noción de la responsabilidad en armar el texto alrededor de la “verdad”.
Es un aspecto fundamental. Es el lector quien se hace la idea del hecho narrado, a partir de la destreza del periodista en la transmisión de los datos que se hilan en el texto. La verosimilitud viene a ser, entonces, la reproducción con palabras de una realidad quizás compleja, crítica, enrarecida, oscura, pero lo más parecida a la situación y con ingredientes que la hagan creíble o verificable y formalmente consolidada. En ocasiones, quien concibe la información se jacta de su trabajo y se satisface con la versión oficial, sin comprobar lo dicho por una autoridad. Las ‘fuentes’ brindan la oportunidad de generar otros enfoques que van a dar al público mayores argumentos para que los demás se hagan la imagen mental de lo que verdaderamente ha ocurrido. ¿Es cierto lo que ha contado el periodista? Él es quien primero debe dudar de lo que escribe y preocuparse de confirmarlo.
Lo trascendente del oficio es que esa búsqueda para relatar la verdad no es algo ocasional y específico, sino que es un encargo permanente o una responsabilidad consigo mismo y también con su público que desde fuera lo lee o consulta. Quizás esta manera de trabajar será lo que caracteriza al informador y perfila su propio estilo.
Alfredo Villalobos Jiménez, en un artículo sobre la visión del periodismo de José Martí, resaltaba la idea del pensador cubano sobre esta profesión: “Martí considera que la noticia es la esencia de la vida para el periodista, y anticiparse a los demás en difundirla es la aspiración máxima. En su búsqueda, pone sus entusiasmos, agota todas sus energías...”. No se trata de hacer una reseña bien escrita solamente, sino de construirla en función de los otros.
Hay una delgada línea que separa las opciones del texto: se redacta para convencer o este se concibe para informar. El escritor imagina con intensidad; mientras, el periodista no produce sus mensajes para esconder mentiras, generar un determinado estado de ánimo o impulsar a una acción, sino para reconstruir un acontecimiento y exponerlo mediante un conciso discurso social para alcanzar un diálogo con la comunidad.
Eso lo supieron Martí y sus sucesores Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Guillermo Cabrera Infante; los colombianos García Márquez, Germán Castro Caicedo, Héctor Abad Faciolince; los mexicanos Elena Poniatowska, Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsivais, el argentino Octavio Cortázar, el uruguayo Eduardo Galeano y el peruano Vargas Llosa, entre muchos otros.
Panamá también tuvo quienes apostaron a la verdad como herramienta y en esta fecha se les honra.