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- 19/06/2018 02:01
Entre David y Santiago, muro de la muerte
Las carreteras independientemente de su magnitud de tráfico vehicular son siempre un escenario probable de muerte para la fauna silvestre, la fragmentación y pérdida de hábitat, la reducción de la conectividad y la severidad de estos efectos depende de las características ecológicas de cada especie. Especies grandes y pequeñas son muertas por colisiones y cuando las carreteras cortan segmentos claves de parches pequeños de hábitat conllevan a la extinción local de especies debido al efecto borde de las carreteras a lo largo del tiempo.
También, las carreteras, cuando no son diseñadas de manera cuidadosa pueden afectar las poblaciones de plantas raras, la destrucción de ecosistemas vegetativos claves, la alteración permanente de humedales o bosques, entre otros. Las carreteras a su paso también pueden afectar la calidad ecológica de parques recreativos u otras áreas verdes de inmenso valor como espacios lúdicos y conservación de la diversidad y la calidad de vida de los ciudadanos.
El diseño de las carreteras debe ser un asunto serio en un país respetuoso de la naturaleza y de la calidad de vida de las personas que van a ser impactadas por la obra de manera directa o indirecta. Panamá como Estado es signatario de la Convención sobre la Diversidad Biológica y por lo tanto, no solo es compromiso de país, sino una responsabilidad internacional compartida, ser garante de la protección y conservación de la biodiversidad. Por tanto, las obras públicas de infraestructura o de planes de desarrollo deben ser sopesadas muy bien en el escenario de tomas de decisiones en las políticas públicas. Justamente el Estado y sus obras deben ser los principales garantes, ya que la dimensión ambiental, además de la social, es una parte vital e insoslayable, a tomar en cuenta, frente a propuestas de obras civiles o planes de desarrollo a largo plazo. Si no se hace bajo la lupa de las consideraciones ambientales estrictas, sería evidente que el país falla a las normas internacionales y corrompe las normas nacionales que también exigen evaluación ambiental seria de las obras y planes de desarrollo.
La carretera Interamericana, especialmente el tramo entre la ciudad de David y Santiago, de 185 km de longitud, estaba en un deplorable estado desde hacía décadas, por tanto, era necesario su reparación o readecuación, que terminó en una propuesta de hacer una ampliación o rehabilitación total que significaba una nueva carretera de cuatro vías con mejores estándares en todos los sentidos. La carretera atraviesa en su mayor parte un paisaje rural de colinas y montañas pequeñas, pueblos y comunidades pequeñas. En este paisaje es evidente que existe la típica flora y fauna del Pacífico y por tanto, era obvio que la carretera debió considerar un buen estudio de impacto ambiental, para garantizar que esta no afectaría de manera significativa y sinérgica la biodiversidad, garantizando que no se haría tanto daño a la ya maltrecha población de animales silvestres de nuestros campos. Sin embargo, desde antes de la inauguración oficial, en diciembre de 2017, ya se comenzaba a ver el ‘efecto muro'. Esto se refiere al severo impacto ambiental que causa un muro de concreto alto en medio de la vía para separar los carriles de la nueva vía.
Centenares de animales silvestres y decenas de animales domésticos fueron atropellados en la nueva vía, aún sin estar totalmente abiertos ambos paños y con controles de velocidad que se colocaron en los tiempos de la construcción de la carretera. Luego de su inauguración, el efecto muro se magnificó, especialmente en la estación seca, fueron diezmadas las poblaciones de iguanas anidantes y otros reptiles pequeños, serpientes; además de impactar, como nunca antes, las poblaciones de muletos, tigrillos, monos aulladores, conejos pintados, venados, zutos, perezosos, roedores pequeños, caimanes, etc. Los animales domésticos, especialmente los perros, que antes sabían sobrevivir a lo largo de la vía sin muro, también han sido aniquilados.
En medio esto, el MOP y MiAmbiente siguen orgullosos de su carretera amurallada y no han aclarado nada sobre el desastre ambiental que está causando esta mortal vía, o ¿están esperando que se extinga toda la fauna que puede ser atropellada a lo largo de la vía para declarar que ya no es un peligro para la fauna silvestre?
Queremos y solicitamos le muestren al país todos los estudios previos, los diseños originales sin muro, las adendas y los EIAs sobre el muro que indicaban que este no causaría problemas a la fauna y a las personas y queremos ver las sustentaciones técnicas que llevaron a no hacer casi ninguna estructura seria para mitigar o manejar el problema de atropellos de animales silvestres y domésticos en la vía.
Panamá como país requiere transparencia total en la gestión pública y ya es hora de pedir explicaciones a los responsables de cumplir y hacer cumplir la ley y exigimos que este muro en todos los sitios que no debe estar sea derribado y reemplazado por las estructuras adecuadas para proteger la biodiversidad.
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