• 27/10/2023 00:00

Minería panameña y su tiempo borrascoso

Existen abundantes ejemplos de explotación minera que nos dejan dolorosos recuerdos americanos [...]

“Existen dos manifestaciones infinitas: el universo y la estupidez humana. De lo primero no estoy seguro”, Albert Einstein.

En estos instantes turbulentos en nuestra patria, producto de convenio sobre una explotación minera, aprobado por el actual gobierno y que ha recibido rechazo mayoritario del pueblo, viene a mi memoria homologante el poema Esperanza, de Alexis Valdés, que recrea situación tormentosa colectiva, semejante a la nuestra, plasmada en algunas estrofas escogidas; el cual dice: “Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido, nos sentiremos dichosos tan solo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido, y celebraremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos, y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Valdrá más todo lo que es de todos. Seremos más generosos y mucho más comprometidos. Y todo será un milagro, y todo será un legado, y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando esta tormenta pase te pedimos Dios, apenados, que nos devuelvas mejores como nos habías soñado”.

Poema que nos obliga a resumir históricamente, con reflexión crítica, las causas y sus efectos de las explotaciones mineras en nuestra patria y algunas áreas del mundo. Retomemos históricamente la observación de la explotación minera en Europa, África y Oriente; la cual fue, con base en un modelo, sistema esclavista, catapultor y sostenedor de grandes imperios; tales como el Otomano, egipcio, Romano y Alejandrino. Modelo trasladado a Aby Yala (América) por los españoles, para su alcance imperial. Solo basta mencionar la relación irónica del trueque comercial entre aborígenes y conquistadores; la cual consistía en el intercambio de espejitos por oro. Este saqueo y despojo introdujo la esclavitud de sesenta millones de negros africanos; con asientos en toda América; especialmente en Las Antillas, Norte, Centro y Sur de América; destacándose México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia. Modelo, maquillado por el caudillismo burgués independentista, para negociar con empresas foráneas las explotaciones, cuyos mayores porcentajes de utilidades fortalecían la economía de los países extracontinentales y los Estados de Norteamérica. Aceptemos que existen tres recursos vitales para sostener la vida humana: aire, agua y tierra. Empero, la explotación voraz y despiadada de ellos, ha ido socavando esa vida, hasta autodestruirla.

Existen abundantes ejemplos de explotación minera que nos dejan dolorosos recuerdos americanos (Colombia, Perú, Bolivia y Chile). Estos tres últimos inducidos, por una compañía inglesa, a un enfrentamiento guerrero para el control de la explotación salitrera. Posteriormente, en el siglo veinte, dos presidentes chilenos (Balmaceda y Allende) fueron derrocados, hasta el suicidio-asesinato, por proponerse a nacionalizar la explotación minera.

Nuestro país, Panamá, vivió su mayor explotación multimillonaria, despojadora en el s. XIX, con la minería francesa, en las minas de Cana (Darién); especialmente la mina Del Espíritu Santo; donde convivieron más de 25,000 habitantes con un ferrocarril que atravesaba gran parte de Darién. A esta explotación por capital extranjero, debemos incluir la pesca de ostras con perlas, por empresas japonesas, en el archipiélago de San Miguel, y la tala maderera, extracción del caucho, en Darién; por empresarios capitalistas panameños. ¿Qué cambios beneficiosos significativos recibió Darién, siendo la mayor y más rica en recursos naturales, para dejar de ser la más pobre y atrasada?

Conclusiones personales. 1. Nuestro pueblo, mediante gobernantes con visión de patria, no ha recibido el conocimiento extraído de experiencias mineras extras fronteras a la nuestra y una evaluación acertada de esa riqueza de nuestro subsuelo. 2. No existe, por consiguiente, un plan nacional de explotación, con sostenimiento y protección de la naturaleza, por nosotros y para nosotros. 3. Jamás las propuestas para explotación de nuestra potencial riqueza por inversiones foráneas, siendo dueños nosotros, no deben convertirnos en abyectos socios, servidores y no servidos dueños. 4. Mediante todo convenio de explotación, proponer y ejecutar, previamente la infraestructura prometida correspondida para el área poblacional; y no a la inversa, para que las construcciones sean ejecutadas a posteriori con las ganancias del capital invertido. 5. Consultar, con las organizaciones sociales, las propuestas y proyectos presentados; antes de su discusión y aprobación por los órganos representativos del Estado 6. Aprovechar el conflicto coyuntural para abrir la participación nacional, popular a un debate sobre un nuevo código minero y la creación de un Ministerio Ad-Doc.

La patria es de todos, es el momento de aprender y después de la tormenta dolorosa se ha de ver la luz en un abrazo fraternal. Superaremos, sabiendo escuchar en unidad, antagonismos incongruentes, llegando a un punto de equilibrio con ganancia para todos y la patria, dando una alegría más para el pueblo y no reeditar el proverbio popular: “cuando dos elefantes pelean, solo sufre el pasto”.

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