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- 27/10/2018 02:00
¡Estudiar y luchar!
Los orígenes del movimiento estudiantil panameño se remontan a la fundación de la Universidad de Panamá en el año 1935, que tuvo como primer rector al célebre educador Octavio Méndez Pereira. Posteriormente destituido, en 1940, por el presidente Arnulfo Arias M., según registra la historiografía, por motivos personales. Este lamentable incidente abrió una herida profunda en la conciencia estudiantil, cuya protesta fue reprimida por el nuevo rector, Jeptha Duncan.
Antes de los primeros años de los 40, los estudiantes carecían de una tradición de lucha y de una organización, por lo que estuvieron ausentes en la búsqueda de soluciones a los problemas de la educación y del país. No tenían conciencia de las demandas en la educación. El contenido del aprendizaje escolar era academicista, el liberalismo era dominante, la historia patria era ayuna de un pensamiento crítico.
Un grupo de educadores, de los cuales muchos eran estudiantes universitarios, desempeñarían un notable protagonismo en el surgimiento del movimiento estudiantil. Otro factor importante lo es la época que vivía el mundo, consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, cuando los jóvenes eran las principales víctimas en los campos de batalla. En este contexto, cobró conciencia en los jóvenes el derecho a hacer sentir sus inquietudes, su opinión y sus propuestas. La Federación de Estudiantes de Panamá, FEP, nació en medio de estos episodios trascendentales para la humanidad.
La organización estudiantil también surge como respuesta a las arbitrariedades de las autoridades gubernamentales. Una conquista como el hacer valer la autonomía universitaria y la participación estudiantil en la administración universitaria, lograda tras la primera huelga, precedió el surgimiento de la FEP, la que desde su nacimiento incluyó a estudiantes universitarios y secundarios. El 4 de febrero de 1944, quedó constituida la Federación de Estudiantes de Panamá.
La FEP inicia su participación en la vida nacional como la mejor escuela de formación cívica, con el compromiso de luchar por el adecentamiento del país, por la atención a los problemas de las mayorías populares y por la soberanía nacional. En el desarrollo de sus luchas, contribuyó a forjar valiosos ciudadanos, aportó de sus filas a sobresalientes dirigentes, talentos y militantes que sirvieron para elevar la dimensión de país. El derecho a existir, lo ganó la FEP en la lucha. Los fallidos intentos por liquidarla, más bien catalizaron su conciencia antioligárquica y el repudio a la institución militar al servicio de un poder oligárquico en crisis.
Desde muy temprano de su creación, sufrió persecuciones. Se pretendió detener la pujanza del movimiento estudiantil en 1944, impidiendo la participación en reuniones y asociaciones estudiantiles, a lo que combativamente se respondió en todos los colegios oficiales, dando como resultado la destitución del ministro de Educación, Víctor F. Goytía, el 27 de octubre de 1944.
Cuatro años después, la FEP logra, por mediación del diputado Felipe O. Pérez, la aprobación por la Asamblea Nacional de la Ley que establece el 27 de octubre como ‘Día del Estudiante'. La actividad política de la juventud fue intensa. En 1944, la FEP participa en la creación del Frente Patriótico de la Juventud, constituido en 1945 y que, junto a la FEP, jugó un decisivo papel en el rechazo del Convenio Filós - Hines en 1947, por el que el Gobierno panameño accedía a la solicitud norteamericana de prolongar bases militares en todo el territorio nacional.
La tradición de lucha de la FEP se forjó en las movilizaciones contra el colonialismo, el rechazo a las bases militares norteamericanas en territorio nacional y contra los Gobiernos oligárquicos; en la defensa de una educación científica y al alcance del pueblo panameño, de los derechos democráticos y las libertades públicas.
La crisis del régimen oligárquico y del colonialismo dieron paso al proceso revolucionario que lideró el general Omar Torrijos, en el que muchos de los objetivos que fueron reivindicados históricamente por la FEP, por ser causas del descontento popular, se vieron realizados. El legado de los mártires de enero del 64 se recogió en un enfoque no tradicional en la política exterior panameña.
Concluimos sosteniendo que una sociedad democrática debe propiciar, la participación activa de la juventud estudiosa en los cambios de la educación y en la solución de los problemas nacionales.
DOCENTE UNIVERSITARIO.