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- 09/01/2025 06:48
Los mártires de enero, Jimmy Carter y la soberanía sobre el Canal de Panamá
Hoy rendimos tributo a nuestros mártires del 9 de enero de 1964. Como panameños, nunca podremos agradecer suficiente a quienes perdieron la vida defendiendo nuestra soberanía; una gesta patriótica que nunca dejará de conmovernos y llenarnos de orgullo, 61 años ha.
Hoy día también son los funerales de Jimmy Carter, 39 presidente de los Estados Unidos de Norteamérica quien, nacido el 1 de octubre de 1924, falleció a sus 100 años el pasado 29 de diciembre, en vísperas de celebrarse el 25 aniversario del Canal de Panamá bajo total control y muy eficiente y efectiva administración panameña, a través de la Autoridad del Canal de Panamá, entidad jurídica autónoma de categoría mundial.
El Centro Carter fue fundado por Jimmy Carter y su esposa Rosalynn Carter, en forma asociada con la Universidad de Emory, en 1982, a poco tiempo de haber él dejado la presidencia de los Estados Unidos. Veinte años más tarde, en 2002, el Comité Noruego del Nobel lo seleccionó como ganador del Premio Nobel de la Paz en 2002. Es realmente admirable lo que ha logrado el Centro Carter en más de 40 años, en actividades prodemocracia, mediación de crisis, promoción y observancia de los derechos humanos y prevención de enfermedades, a nivel mundial.
Tuve la singular oportunidad de conocer personalmente al presidente Carter hace más de 30 años, en ocasión de la segunda Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Austria, Viena, entre el 14 y 25 de junio de 1993. Hace poco más de 9 años, específicamente el martes 15 de septiembre de 2015, tuve el privilegio de ver por segunda ocasión al presidente Carter, pero esta vez fueron aproximadamente 40 minutos de calidad, que recuerdo con mucho cariño, solos él y yo en su oficina privada en el Centro Carter.
Fungía yo como presidente de la junta directiva de la Fundación Democracia y Libertad, cuyo proyecto insignia lo era el “Museo de la Libertad y los Derechos Humanos: Un Museo de la Democracia”. En abril de ese año 2015 yo había visitado Washington DC para dar a conocer lo que a ese momento era un proyecto sueño; me reuní con diversas organizaciones y referentes internacionales en materia de democracia y derechos humanos, con el secretario general de la OEA, incluso tuve la oportunidad de presentar formalmente el proyecto ante sesión formal del Consejo Permanente de la OEA. Y me reuní también con Santiago Cantón, entonces a cargo del RFK Partners for Human Rights.
Durante nuestro encuentro, el Sr. Cantón me expresó que le parecía la nuestra una iniciativa única y necesaria, y me recomendó presentársela al presidente Carter, quien seguramente la apoyaría. No había yo regresado a mi hotel, cuando ya el Sr. Cantón había escrito a algunos del Centro Carter, entre los cuales había una persona que yo conocía bastante bien.
De regreso a Panamá, y con el aval de mi junta directiva, el 12 de mayo de ese año 2015, dirigí una misiva al presidente Carter. En ella le recordé habernos conocido en Viena en 1993, pero que más lo conocía como un panameño orgulloso y agradecido por haber él estado firmemente del lado de la causa del pueblo panameño, tanto por su gran apoyo para la firma de los tratados Torrijos - Carter y plena soberanía del Canal de Panamá, como también a favor de elecciones libres en nuestro país. Y, por supuesto, le comenté sobre nuestro proyecto del museo y del interés de presentárselo personalmente en Atlanta, donde se encuentra el Centro Carter.
Para grata sorpresa, en unas semanas me concedieron la cita con el presidente Carter, para septiembre de ese año; sin embargo, en agosto, el presidente fue diagnosticado con un cáncer melanoma que se le había extendido a 4 áreas distintas de su cerebro. Él mismo hizo el anuncio en una conferencia de prensa. Con mucha tristeza por esa noticia que afectaba su salud, al mismo tiempo concluí como algo lógico, que la cita quedaba cancelada o, como mínimo, pospuesta indefinidamente.
Nunca supe del Centro Carter sobre cancelación o posposición de la cita. Cuando contactaba a la persona amiga a través de la cual había enviado la nota, quien ya no trabajaba en el Centro Carter, pero se mantenía en contacto con ellos, siempre me trataba de tranquilizar diciéndome que si no había tenido noticias de ellos es porque la cita se mantenía.
Ya acercándose más la fecha de la cita, sin tener certeza sobre la misma y preocupado porque tenía ya que hacer reservas de vuelo y hotel, me contacta mi amigo para decirme que no me preocupara, que la cita estaba en firme; y ¿cómo él estaba tan seguro? Me envió un extracto del audio de otra conferencia de prensa que el presidente Carter había sostenido, en la cual a pregunta de un periodista sobre cómo estaba el presidente manejando su siempre apretada agenda a causa de la enfermedad, él respondió que, por supuesto, él había tenido que reducir drásticamente esos compromisos diarios, pero que había mantenido las citas para recibir a no recuerdo quién, y también a un grupo que lo visitaba desde Panamá. ¡El “grupo” de Panamá era yo!
Programé mi viaje a Atlanta para el anhelado encuentro con el presidente Carter. Llegué a la cita por supuesto super temprano. Haciendo antesala con otros que también esperaban; de pronto se escuchó un movimiento de personas caminando en nuestra dirección; resulta que era su esposa Rosalynn, quien llevaba a un grupo de amigos a saludar brevemente al presente. Tuve el placer de saludarla, y recuerdo que al enterarse que era panameño me saludó con mucho cariño y gratos recuerdos.
¡Y me llegó el turno! Ya me había indicado una asistente que en el momento cuando ya era tiempo de terminar la reunión, ella abriría la puerta, y que esa era la señal de que el tiempo había terminado. Y así fue. Difícil describir bien con palabras la dicha de conocer directamente y conversar con un ser humano realmente auténtico, admirablemente humano, sumamente justo, ejemplarmente humilde, muy espiritual y con una mente brillante. La conversación fue riquísima; el afecto que él tenía por Panamá y los panameños era puro y muy sentido; y como panameños hemos de estar por siempre en deuda con él, porque arriesgó todo su capital político por hacer lo justo, en favor de la causa de Panamá.
En esa fecha ya Donald Trump se encontraba en plena campaña para la presidencia de los Estados Unidos, que eventualmente ganó en el año 2017. Al hacérseme saber que mi tiempo de reunión con el presidente Carter había concluido, ambos nos levantamos de la sala frente a su escritorio, él me acompaño a la puerta principal, y de pronto a mí se me ocurre acercármele atrevidamente al oído para preguntarle en secreto, en inglés, que qué pensaba de Donald Trump. El presidente Carter, visiblemente sorprendido por la pregunta y la forma como se la hacía, abrió grande los ojos, reflexionó unos segundos, y con el mismo dejo se me acercó al oído y me respondió, en inglés, “I don’t like him”, ¡no me gusta!
Donald Trump no solo ganó la presidencia en el año 2017; hoy día es el presidente electo para gobernar por 4 años más, y en declaraciones reiteradas, ha pretendido distorsionar olímpicamente y con afán imperialista la realidad histórica y actual, con una sarta de mentiras arremetiendo contra Panamá (país aliado), contra los panameños, nuestro Canal y soberanía plena sobre la vía acuática, orgullo nacional y para beneficio del mundo entero, incluyendo un trato y condiciones favorables a los Estados Unidos.
Dios tenga en su gloria a nuestros mártires de enero, al presidente Carter y su señora esposa. Toca a los panameños unirnos como los sabemos hacer, para defender y apuntalar nuestra soberanía sobre el Canal, con el apoyo del concierto de naciones libres, independientes y democráticas.
*El autor fue presidente del Consejo Empresarial Estados Unidos - Panamá, y fue presidente de la Fundación Democracia y Libertad - Museo de la Libertad y los Derechos Humanos: Un Museo de la Democracia