• 01/03/2024 00:00

Los centenarios vínculos de Panamá y el Japón

[...] tenemos que remontarnos al 7 de enero de 1904 cuando el imperio del Japón establece relaciones diplomáticas con la novel República de Panamá, el primer Estado del Asia en hacerlo. Desde 1941 y a causa de la Segunda Guerra Mundial se suspenden las relaciones diplomáticas, las cuales se restablecen más tarde, en 1953

Al leer el interesante libro de Alejandro Félix de Souza, Japón de cerca (2024), con sus experiencias como joven diplomático uruguayo en Tokio en la última década del siglo XX, con algo de historia y sobre todo su mirada inteligente, más bien antropológica, de su sociedad, recuerdo los vínculos, antiguos, de Panamá con ese extraordinario país, uno de nuestros más importantes aliados.

Primero, tenemos que remontarnos al 7 de enero de 1904 cuando el imperio del Japón establece relaciones diplomáticas con la novel República de Panamá, el primer Estado del Asia en hacerlo. Desde 1941 y a causa de la Segunda Guerra Mundial se suspenden las relaciones diplomáticas, las cuales se restablecen más tarde, en 1953.

Segundo, viajamos en el tiempo hasta abril de 1860 cuando procedente de San Francisco de California llegó al istmo, que lo atravesó por ferrocarril, la primera embajada japonesa del siglo XIX, con 72 personas y cuatro embajadores, que se dirigía a Washington. Fue recibida por las principales autoridades, el gobernador José de Obaldía, Mariano Arosemena y Manuel José Hurtado. Marcó la apertura formal del Japón al mundo exterior después de más de dos siglos de aislamiento voluntario y radical, desde 1638. Sin embargo, un mexicano, el primer conde del Valle de Orizaba, nos recuerda mucho antes ese evento como nuestro fenomenal y poco conocido pasado paralelo.

En efecto, el 30 de septiembre de 1609 cuando naufraga en el archipiélago don Rodrigo de Vivero y Velasco (1564-1636), criollo y noble mexicano, gobernador interino de Filipinas, en su viaje de regreso al final de su misión, de Manila a Acapulco, comienza una aventura fascinante. Estuvo diez meses en el Japón y visitó gran parte de un país densamente poblado y los lugares ocupados por sus máximas autoridades, el poderoso shogun Tokugawa Ieyasu en Edo (Tokio) y el emperador, gobernante nominal e histórico, en Kyoto. Más tarde Rodrigo de Vivero viaja a Panamá en donde asume el cargo de gobernador del istmo de 1622 a 1627. Gobernante ilustrado dejó un informe que tituló “Relación y noticias del Reino del Japón, con otros avisos, y proyectos para el buen gobierno de la monarquía española”, fechado simbólicamente en 1609, aunque redactado después.

Junto a la descripción minuciosa del Japón, de su geografía y sus gentes, sus campos, sus pueblos y sus ciudades, su sociedad original, Rodrigo de Vivero nos habla también de Panamá, del país, de la travesía transístmica, de la actividad comercial de la capital y de Portobelo, de los problemas del contrabando, de las amenazas piráticas y hasta propone la ruta de Nicaragua como más fácil y segura que la panameña. Menciona, como buen conocedor del asunto, el problema de la exportación de plata de América al Asia, de las minas mexicanas y las de Potosí en Perú, a Japón, y sobre todo, a China que intercambia por mercancías que considera mediocres. Defiende a los indios contra los abusos de los españoles, especialmente los encomenderos.

El texto de Rodrigo de Vivero ha sido publicado en varias ocasiones desde su descubrimiento en archivos a finales del siglo XVIII. Una copia del original en español, proveniente del “British Museum”, también traducida al francés y comentada por Juliette Monbeig, fue publicada en París en 1972, prologada por el insuperable Fernand Braudel. La historiadora, esposa de mi director de tesis de doctorado de Estado en la Sorbona, Pierre Monbeig, con gran gentileza me la procuró. Fue la misma que, como asesor en asuntos diplomáticos y culturales, entregué al presidente Aristides Royo para ofrecer al emperador Hiroito (1901-1989) con motivo de su visita de Estado, la primera de un gobernante panameño, en marzo de 1980. Es el texto más antiguo que habla detalladamente sobre ambos países unidos así también por la historia.

De esta forma, celebrábamos un momento cumbre de la época de oro de nuestras relaciones bajo el régimen del general Omar Torrijos Herrera (1929-1981), el final de la década de 1970 y los primeros años de la de 1980 cuando surgió en Tokio el interés por un canal a nivel del mar por Panamá, proyecto promovido por el presidente de la poderosa Cámara de Comercio e Industria de Japón, Shigeo Nagano (1900-1984), con el apoyo de nuestro embajador en Tokio, Alberto Calvo Ponce. Proyecto que se menciona como una de las posibles alternativas para responder en el futuro a la demanda del tráfico marítimo entre el Atlántico y el Pacífico por el istmo panameño. Bajo el reinado ahora del emperador Naruhito continuamos, por fortuna, con relaciones estrechas y amistosas, con uno de los Estados más importantes para Panamá de la comunidad internacional, vecino eminente de la cuenca del Pacífico y gran usuario del canal interoceánico.

El autor es geógrafo, historiador, diplomático
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