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- 17/11/2024 00:00
Llegó la hora de iluminar una nueva nación
A propósito del aniversario 121 de la República de Panamá y sus correspondientes festividades patrias, debemos preguntarnos ¿alcanzamos por fin la victoria?, ¿se iluminó una nueva nación? En los últimos años, hemos visto cómo los gobiernos que se han establecido tanto en la dictadura militar como después de aquella sangrienta invasión de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de Norteamérica a Panamá, ocurrida el 20 de diciembre de 1989, han causado algunos de los peores escándalos de nuestra era republicana.
Desde el golpe militar llevado a cabo por las Fuerzas de Defensa el 11 de octubre de 1968 se ha instaurado un gobierno militar que ha establecido una dictadura que duró 21 años, donde se abolió la Constitución de 1946 y desde 1968 hasta 1972 el régimen dictatorial gobernó por decreto con total ausencia de estatuto constitucional, hasta que el 11 de octubre de 1972 una Asamblea Nacional de Representantes de Corregimiento afín al régimen aprobó una Constitución que estableció una suerte de sistema parlamentario bicameral de facto, otorgándole amplios poderes al general Omar Torrijos con el único fin de negociar e imponer los Tratados Torrijos-Carter.
Una vez los Tratados Torrijos-Carter entraron en vigor, se pensó que la democracia volvería a su normalidad, y en ese sentido en 1983 se establecieron una serie de “reformas” que para lo único que sirvieron fue para abolir el supuesto parlamentarismo bicameral fáctico que había impuesto la versión original de la Constitución. El régimen dictatorial continuó, aunque con mayor violencia y entre fraudes, hasta el derrocamiento del general Manuel Antonio Noriega como consecuencia de la invasión de los militares estadounidenses.
Una vez la democracia retornó, los gobiernos siguientes tampoco es que han resultado tan buenos como uno esperaba. Las instituciones públicas se han degenerado tanto que hoy en día para lo único que sirven es para ser botines políticos con el único propósito de beneficiar a los allegados de los gobiernos de turno y sus partidos aliados. Ni hablar de la poca o nula defensa de parte de estos ante el incesante acoso ejercido por aquellos países y organizaciones internacionales que antojadizamente nos introducen en cuanta lista se les ocurra con tal de convertir a Panamá sin razón en su policía fiscal, afectando gravemente nuestro sistema financiero.
La única institución que ha sido motivo de tanto orgullo para Panamá es su Canal, por haberle dado al país un reconocimiento mundial por ser una colosal obra de ingeniería que le ofrece servicios marítimos al comercio internacional, aunque no ha estado exenta de malos manejos por parte de sus más altos administradores, que al final también resultarán un lastre si no se blinda más al Canal de estos malos manejos producto de la corrupción y la robadera.
En fin, si queremos que nuestro país resurja del abismo donde se encuentra como el ave fénix, ha llegado la hora de reflexionar sobre nuestro papel en el adecentamiento de nuestras instituciones y unirnos para dotarnos de una nueva Constitución, para lo cual debemos activar la única institución viable para lograrlo: una Asamblea Constituyente que esté blindada contra intereses ideológicos malsanos. De esta forma daremos los primeros pasos para iluminar una nueva nación. ¡Dios bendiga a la Patria!