• 26/08/2023 00:00

El verdadero liderazgo

“Los jefes no olviden que dirigen a un grupo de personas que tienen deberes y derechos y no son dueños de sus vidas, aparte de que no pueden inmiscuirse en los asuntos privados”

En cualquier escenario de trabajo, el liderazgo debe ser la clave para desarrollar las metas y realizar las tareas de la mejor forma de una organización. El verdadero líder dirige y pone orden en todos los asuntos relacionados al funcionamiento de un departamento o centro de trabajo. No son los subalternos ni los celulares.

Generalmente, algunos creen que los trabajadores son los responsables de todos los errores y desaciertos que ocurren en las jornadas laborales y los llamados de atención, se concentran en los menos responsables. Por lo general, recordemos que las buenas y malas decisiones vienen de los jefes.

Los que lideran un equipo o tienen la responsabilidad de dirigir a un departamento, son los que más claridad deben tener sobre el tipo de trabajo y cómo funciona la organización que está bajo su mando. Si los conceptos no están claros, sobre lo que deben realizar, será uno más del grupo y de seguro, el resto estará desorientado, en cuanto a las metas y tareas. Incluso también puede funcionar a la deriva (sin rumbo fijo), al no conocer sus responsabilidades.

El liderazgo no es solo dictar órdenes y en papeles que mandas a los demás. Está obligado a dar el ejemplo en todo y conocer el trabajo bien. Debe ser accesible y escuchar a sus subalternos, para tomar decisiones y conocer a su equipo completo. Los jefes no son los que acosan a sus empleados. La mejor definición es resolver los problemas, sin que se vuelva un caos la oficina.

Así como se les llama la atención por los errores que cometen los subalternos, igualmente deben motivar en incentivar a los que hacen bien el trabajo y dirigir por el camino adecuado a quienes todavía no dominan los conocimientos de sus funciones.

La voz de atención a quienes no están realizando bien sus tareas debe ser en privado, pero las buenas acciones deben ser en forma pública, como señal de aliento y para que sirvan de buen ejemplo. El favoritismo para unos y los castigos para otros, no ayudan a mejorar las comunicaciones al equipo, al crear grietas y heridas que quizás no se puedan subsanar.

Los jefes no olviden que dirigen a un grupo de personas que tienen deberes y derechos y no son dueños de sus vidas, aparte de que no pueden inmiscuirse en los asuntos privados. Pueden dar consejos, siempre y cuando se los pidan o esa persona se encuentre en el precipicio de un fracaso evidente, pero en forma que no se malinterprete, como interferencias en su problemas personales.

Además deben recordar, que no existe una organización perfecta y existen fallas. Por lo tanto, cuando lleguen las críticas y recomendaciones, los jefes no son los dueños absolutos de la razón. Hay algunos jefes molestos a las críticas que toman represalias, al tener opiniones diferentes de sus subalternos y pierden la opción de un buen empleado que intenta hacer correcciones y mejorar los fallas que existen.

Cuando quieran implementar nuevos procedimientos o variantes de trabajo, deben considerar las aportaciones de los empleados que viven día a día los problemas, los cuales están familiarizados, convirtiéndose en un error, si no consideran sus aportes.

Los puestos de mando, a veces, se los dan a personas que no tienen la experiencia, aptitudes ni conocimientos del tema, por conexiones familiares o incluso políticas, sobre todo, cuando no existen carreras instituidas como se establece en la Policía o los Bomberos, induciendo situaciones que pueden adicionar más problemas a los que ya existen.

Las jefaturas en muchas instituciones son formados y preparados para saber manejar un departamento o una organización. Incluso existen carreras universitarias y especialidades para puestos gerenciales que no deben ser ignoradas en las grandes organizaciones. Se recomienda que los puestos de mando deban ser elegidos por méritos y experiencia.

Magíster en Salud Pública.
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