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- 28/08/2013 02:00
‘Al panameño no le gusta leer’
Esa afirmación, oída frecuentemente en nuestro medio, parece admitida como una sentencia que no necesita comprobación. Parece que, de tanto repetirla sin reflexionar sobre ella, se convierte en una verdad que muchos están dispuestos a aceptar. Pero creo, sin embargo, que la recientemente celebrada IX Feria Internacional del Libro constituye una prueba fehaciente de que esa proposición no es válida.
Aunque al redactar estas líneas aún no concluye la Feria y tampoco se ha divulgado la cantidad de asistentes, quedando todavía varias actividades por cumplir en las últimas jornadas, la actividad que hemos visto realizada solo puede ser caracterizada como un nuevo éxito que corona los objetivos de la Cámara Panameña del Libro. Sesenta y cuatro expositores y miles de asistentes se dieron cita allí durante cinco días.
Una gran variedad de escritores nacionales —noveles y experimentados— y de otros países le otorgó otra vez un nivel superior a la oferta literaria. Periodistas reconocidos internacionalmente, escritores galardonados, insignes juristas, cultivados poetas, sociólogos, historiadores, catedráticos universitarios y otros, muchos de ellos ganadores de premios por su producción literaria o miembros de academias de lenguas o de letras, se dieron cita aquí para darle prestigio a nuestra IX Feria. Oportunidades como esta no pueden ser desaprovechadas por el público panameño, ávido de ampliar su cultura general y universal.
Llama la atención la variedad de actividades programadas. Se desarrolló un interesante y valioso seminario sobre derechos de autor, de gran utilidad para quienes se ven afectados en la actualidad por el mal uso de la tecnología moderna y la piratería digital. Vale mencionar en especial las Jornadas de Promoción de Lectura, con el propósito de incentivar en jóvenes la lectura en aulas de clases y de adultos en bibliotecas del país. Se incluyó, entre las actividades, una muestra del Cine Latinoamericano con películas de tres países suramericanos.
No faltaron los talleres de cuentos y de su escritura, exposiciones sobre pintura y poesía. Quizás lo que más llamó la atención fue la inclusión de diversos géneros musicales más allá del concierto y el ballet, para incluir el reggae, las baladas, la salsa, obras musicales y la discografía panameña, todo ello por formar parte de la cultura musical moderna de nuestro pueblo.
Se notó una creciente asistencia juvenil a actividades diseñadas para su edad, lo que da margen a pensar que el amor por la lectura se está cultivando desde temprano, como debe ser. No puede existir educación integral del individuo sin alimentar el hábito de la lectura que despierte la avidez por el conocimiento y permita ampliar el horizonte del entendimiento. Sin esa ambición un individuo no podrá descollar nunca y permanecerá encerrado en aquella Cueva de Platón de la cual nunca salió para disfrutar la belleza y esplendor del Universo. Hay que cultivarla desde temprana edad.
Por supuesto que el apetito que puede despertar en la juventud un evento como esta Feria necesariamente debe ser complementado con textos accesibles a toda la población en todas las bibliotecas del país. Hasta los más recónditos rincones de la nación las bibliotecas deben ser utilizadas como los principales centros culturales.
Contamos desde 1942 con la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero en la capital, administrada por dedicados funcionarios. Meritorios ciudadanos, que integran la Fundación Biblioteca Nacional, anualmente llevan a cabo campañas de recolección de fondos para enriquecer todas las bibliotecas públicas del país y la Feria del Libro debe convertirse en un acicate para que las autoridades respalden con mayores recursos una actividad cultural tan necesaria. Acabemos con la gratuita idea del desamor del panameño por la lectura.
EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.