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Hay que tomarse un tiempo, en la soledad de una esquina casera, para reflexionar sobre las cosas importantes y las trascendentales. El ejecutivo parece empeñado en corregir las fallas, pero son tantas y de tanta gravedad que el camino hacia ese fin no pinta claro. Y si el objetivo en realidad es llevar a Panamá al llamado “primer mundo”, la tarea es mucho más difícil. Rescato un tema tratado anteriormente que es una muestra de los asuntos que los llamados países del “primer mundo” ven como trascendentales y atienden con recelo, para su protección y la salvaguarda de sus actos y documentos, más ahora en la era digital.
Hace unos años la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) llevó a cabo en Vancouver, Canadá, la conferencia internacional sobre “La Memoria del Mundo en la era digital: digitalización y preservación”, cuyo objetivo fue la de “analizar las principales cuestiones que afectan a la conservación del patrimonio documental digital, a fin de desarrollar estrategias que contribuyan a una mayor protección de los recursos digitales y ayudar a definir una metodología de implementación que sea adecuada, en particular, para los países en desarrollo” y para su “acceso permanente”.
Unas 500 personas de más de 100 países participaron para discutir e intercambiar ideas con expertos de diversas ramas del quehacer humano, preocupados por “la falta de entendimiento sobre la importancia del legado digital y los recursos necesarios para asegurar su preservación”. Unesco señala que el aumento de “la falta de capacidad, de un marco legal e institucional y de recursos económicos apropiados” afectará cada vez más la situación. Los entendidos en la materia ofrecieron sus conocimientos y preocupaciones sobre lo que representa en este siglo XXI el reto de la preservación del legado documental de la humanidad en su forma digital.
La complejidad de este tema y los retos que propone para la humanidad dentro del marco tecnológico existente es enorme. Los cambios de formato y aparatos de captura son tan constantes en la guerra por el posicionamiento de marcas y sistemas dentro de una cultura de consumismo que hace casi imposible diseñar un sistema de preservación comprensivo y sistémico.
Esa es la magnitud del reto entendiendo que, a diferencia del legado histórico físico (libros, cuadros, pinturas, películas en film, negativos, etc.), lo volátil de lo digital puede desaparecer en cualquier momento, dejando vacíos importantes para las generaciones del futuro sobre los alcances y logros de este tiempo que vivimos. Con ese monumental reto para los que nos preocupamos por estos temas, debemos tomar en cuenta otra posibilidad de desaparición o destrucción del legado humano digital.
En el año 2012, el New York Times informó que en un discurso en el Museo Intrepid del Mar, el Agua y el Espacio en Nueva York, el exsecretario de Defensa de los Estados Unidos, Leon Panetta, advirtió que “Estados Unidos encara la posibilidad de un ‘Pearl Harbor cibernético’ por estar cada vez más vulnerable a los ‘hackers’ extranjeros que podrían destruir instalaciones críticas en el país”.
El Departamento de Defensa corroboró al Times que las palabras de Panetta no “eran una exageración”. Panetta “estaba refiriéndose a una ola de ciberataques reales unas semanas antes contra instituciones financieras estadounidenses y a otros ataques como el realizado contra la empresa estatal Saudi Aramco, que infectó e inutilizó más de 30.000 computadoras”.
La Conferencia de Vancouver y la de Leon Panetta son ejemplos de temas que trata el primer mundo, con mucha seriedad. Aquí en Panamá, creo que la seguridad cibernética está en la mira de las autoridades, pero el de la protección del legado y la documentación digital, no.
Con solo entender lo que ha ocurrido en la Caja de Seguro Social en materia digital, con los sistemas, los archivos electrónicos, etc., sabríamos que no hay seguridad en la protección de la documentación digital de los ciudadanos ni el día a día administrativo y médico. Si la pregunta de la Unesco es ¿cuáles son las principales cuestiones que afectan a la conservación del patrimonio documental digital?
Aquí es la indiferencia, el poco importa o la incapacidad de los que han tenido la responsabilidad de administrar estos recursos. Y agrego: la corta visión de burócratas y tecnócratas que controlan y distribuyen el dinero de los presupuestos.
Si procuramos tener los mecanismos para la transferencia digital de una generación tecnología a la siguiente, más nos vale tener la información digital creada para acceder a ella.
Para trascender y acceder al “primer mundo” hace falta mucho, pero esto también es importante. Incluir en la agenda la importancia de salvaguardar los documentos digitales de la nación, de todas las instituciones. Si no, nuestro tiempo en la historia se perderá para siempre.