• 28/05/2024 23:00

Las amenazas siguen

[...] si se quiere para proteger la democracia, es crucial que los gobiernos democráticos se unan para contrarrestar los abusos autoritarios, pero, además, deben fortalecer sus propias instituciones [...]

La erosión de la democracia y el auge de la violencia política son preocupaciones crecientes en todo el mundo. En un escenario donde los líderes políticos se enzarzan en ataques personales y luchas de poder, los ciudadanos a menudo quedan relegados a un segundo plano.

El informe Libertad en el Mundo 2022 de Freedom House, titulado “El autoritarismo desafiando a la democracia, ese es el modelo dominante global” señala que “la autocracia está ganando terreno frente a la democracia. Los líderes autoritarios están abandonando el camino democrático en busca de seguridad y prosperidad, y más países experimentaron declives democráticos que mejoras. Esto plantea la posibilidad de que la autocracia supere a la democracia como modelo de gobierno a nivel internacional”.

En adicional, los ataques a la democracia no solo se manifiestan en discusiones públicas, las cuales en ocasiones llegan a niveles sórdidos llenas de acusaciones y descalificaciones entre los líderes políticos, y los problemas de los ciudadanos sencillamente están ausentes de estas discusiones.

De la violencia del verbo se está evolucionando a la violencia contra líderes políticos, y señala el mismo informe que “en Colombia, entre marzo de 2021 y junio de 2022, se registraron 751 casos de violencia contra líderes políticos, sociales y comunitarios”.

En México, este año, en el proceso electoral que finaliza en una semana, han sido asesinados más de una treintena de candidatos, y en la lejana Eslovaquia el primer ministro, Robert Fico, resultó gravemente herido en un atentado a tiros.

Estos ataques no solo amenazan la vida de los líderes, sino que van más allá debilitando la confianza en las instituciones democráticas.

Menciona también el mismo informe que “a nivel global, los derechos políticos y las libertades civiles han disminuido durante los últimos 16 años”. Esto tiene serios afectos la integridad de la democracia y socava la confianza de los ciudadanos en sus sistemas políticos, lo cual hace que estos se alejen cada vez más de la política y con ellos, se debilitan aún más tanto la democracia como las instituciones del Estado.

Las consecuencias de estos ataques y declives democráticos son profundas, y varios estudios de opinión en distintas partes del mundo dan cuenta de ello, por ejemplo, los ciudadanos pierden confianza en sus líderes y en el sistema político en general, lo que conlleva una menor participación ciudadana, pues cuando la política se centra en ataques personales, los ciudadanos pueden sentirse desilusionados y alejarse de la participación activa.

Quizás lo más dramático de este escenario es la erosión de los derechos políticos y civiles afecta directamente a los ciudadanos, limitando su capacidad para expresarse y participar en decisiones importantes que le afectan de manera directa, pues son decisiones sobre lo público que le atañe a todos.

Ante este panorama, si se quiere para proteger la democracia, es crucial que los gobiernos democráticos se unan para contrarrestar los abusos autoritarios, pero, además, deben fortalecer sus propias instituciones y evitar esfuerzos internos que socaven la separación de poderes y la integridad de las elecciones. Solo así se puede preservar la democracia como un modelo de gobierno que garantice la seguridad y el bienestar de todos.

La política no debería ser un campo de batalla personal, sino un espacio donde se debatan ideas y se busquen soluciones para los ciudadanos. La violencia política y los ataques personales solo debilitan las democracias y alejan un futuro más justo y equitativo para todos. Pareciera que ya es hora de priorizar el bien común sobre los egos individuales, de tener como norte la justicia social y la generación de oportunidades, para que cada ciudadano, con su propio esfuerzo y dedicación, acceda a una mejor calidad de vida tanto para él como para su familia.

Por otro lado, el informe de 2023 de Freedom House, no es más halagüeño, pues señala que “la libertad a nivel mundial experimentó un declive profundo y amplio, lo que significa que casi cuatro de cada diez personas en el mundo viven en países que no están considerados libres”.

Todo lo anterior debe ser un llamado de atención a las nuevas generaciones, quienes a la vuelta de la esquina tendrán que liderar sus ciudades, sus países y el mundo, pues las amenazas sobre la democracia son constantes y pareciera que su capacidad de hacer daño aumenta.

El autor es consultor político
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