La República de las Islas Marshall ha creado su primer santuario marino para proteger dos ecosistemas vírgenes alrededor de los atolones Bikar y Bokak,...
Ha surgido un sinnúmero de pensadores, por no decir otra cosa, que se erigen en conocedores de la política norteamericana, de las normas de la diplomacia y son detractores de la gestión que ha tratado de realizar el gobierno panameño, gestión buena para algunos, insuficiente para otros.
Al final, lo importante es que, al margen de las diferencias ideológicas y político-partidistas, es menester mantener una posición alineada con la defensa de nuestra soberanía, con el fortalecimiento de nuestra identidad nacional.
Ahora, no es posible fortalecer nuestra identidad nacional si esta ha sido menoscabada por posiciones retrógradas, que eliminaron la discusión, el debate, el análisis de las relaciones de Panamá con Estados Unidos. Gran parte de una generación de estudiantes, ahora jóvenes profesionales, no son capaces de entender lo que, históricamente, ha significado este coloniaje que sufrimos por varios lustros.
Con la excusa de que “los chinos manejan el canal” se pretende justificar el avasallamiento de una nación soberana, que supo empinarse ante la adversidad gracias a los hombres y mujeres que, desde los inicios de la república supieron comprender la necesidad de ser libres y soberanos. Esa posición clara y transparente es la que ha llevado a nuestro país al nivel de desarrollo que ostentamos, lastimosamente, con niveles de desigualdad muy marcados, los cuales tenemos que nivelar.
A lo largo de estos 25 años transcurridos, el Canal de Panamá ha sido manejado y administrado con seriedad y formalidad. La irresponsabilidad de los gobiernos de esos años, que no fueron racionales y transparentes para utilizar de manera adecuada los dineros del Canal, no hace responsable al Canal de Panamá.
Esto no hace aceptable que esa generación perdida sea capaz de expresar a “sotto voce”, que el Canal no les representa ningún beneficio, cerrando filas al lado de individuos con posiciones garroteras como las que expresa el presidente norteamericano y sus adláteres, incluyendo, como he expresado, los que nacieron y habitan en esta hermosa tierra panameña, pero no se sienten ciudadanos de esta nación.
Concretando en la verdad, me remito a lo expresado por Andrés Oppenheimer en su libro Cuentos chinos, cuando se refiere al nuevo enfoque de China, que es realmente la guerra que les está ganando a los estadounidenses la guerra económica.
La verdad es el temor no a los barcos, aviones y ejército chino, es el temor al avance y desarrollo económico que ostenta esta gran nación, recibiendo, como expresa Oppenheimer: “un aluvión de inversiones económicas, en gran parte, gracias a su capacidad de mantener políticas económicas sin cambiar de rumbo con cada cambio de gobierno, y están invirtiendo en la educación de su gente”.
Esta es la verdad detrás de la mentira, no es la seguridad del Canal, son los intereses económicos de los que aportaron a la campaña, lo que está moviendo las fichas, atentando contra nuestra seguridad nacional, contra nuestra integridad como nación. El presidente actuando con hidalguía, no ha regateado la gloria a quienes nos retornaron la soberanía, llamando por su nombre los tratados, no como algunos de triste recordación, a quienes su ausencia de moral no les permitió mencionar los nombres. Creo que lo expresado por nuestro presidente: “el Canal es nuestro y seguirá siendo nuestro” define la ruta por la que tenemos que seguir y juntos todos los panameños debemos cerrar filas, al margen de las diferencias políticas, religiosas o ideológicas.