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- 27/07/2022 00:00
Se juega como se entrena
Lo que sucede en las escuelas es un reflejo de lo que se vive en la sociedad. Por ello, se debe brindar a los alumnos oportunidades para conectarse con el mundo del que forman parte y prepararlos para que asuman un compromiso como auténticos ciudadanos.
Sabemos que no es tarea fácil, pues las exigencias del mundo actual implican retos y desafíos. Frente a ello, urge que las instituciones educativas sean más agresivas, especialmente las de educación primaria, pues es allí donde se forman las actitudes, habilidades, destrezas y los conocimientos básicos, que han de permitir el desarrollo de aprendizajes más complejos.
¿Cómo minimizar el tiempo entre velocidad tecnológica y la educación?
La tecnológica crece a un ritmo desenfrenado; hace que la probabilidad de impactos significativos sea muy elevada. Este avance, a un largo plazo, termina por contribuir a elevar la calidad de vida de toda la población, pero también trae consigo la reducción de puestos de trabajo, que afecta a segmentos de población más débiles y hace que la educación como instrumento de adaptación, juegue un papel protagónico.
El uso del 'machine learning' con redes neuronales y 'el big data' o macrodatos, con un poder de procesamiento a favor del desarrollo de la Inteligencia Artificial y la analítica predictiva, son ejemplos latentes de ello.
El desplazamiento de trabajadores por robots, provocará un exceso de oferta de mano de obra en el mercado laboral, dispuesta a trabajar por precios menores; de lo que resultarán salarios que siguen en retroceso como porcentaje del PIB en muchas economías mundiales.
Almudena Semur, coordinadora del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), apunta; “La sociedad debe prepararse para trabajos que no existen, con herramientas que no se han desarrollado, para resolver problemas que aún no se han planteado”.
¿Es posible imaginar cómo será el mundo y el mercado de trabajo en las próximas décadas? Para ese entonces, tal vez lo aprendido en las escuelas sea irrelevante.
Tomar muy en serio su rol de igualar oportunidades, es una de las prioridades que deben considerar las políticas sociales. “Preocupa el futuro de millones de niños en América Latina, quienes carecen de las habilidades básicas” señala Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la UNESCO (OREALC/UNESCO).
Así también lo confirman los resultados de las pruebas PISA, las cuales exploran los conocimientos y destrezas adquiridas por los estudiantes. Éstas revelan entre otras cosas, que el lenguaje, la matemática y la lectura, son necesarios fortalecerlos.
Con la pandemia, se tornó mucho más grave este panorama. En Sao Paulo, Brasil, un estudio revela que los chicos aprendieron solo el 28% de lo que hubieran aprendido en clases presenciales. Tristemente en América Latina millones de estudiantes tuvieron dificultades para conectarse a internet, dando lugar a la desvinculación y a la pérdida de interés por la escuela. Como resultado, los jóvenes empiezan a vincularse al mercado laboral, asumiendo responsabilidades en el hogar, lo cual hace más improbable que regresen a la escuela, o tal vez que formen parte de las redes delincuenciales.
Además de debatir y actuar para minimizar las consecuencias que se generará entre los más desfavorecidos, mejorar las prácticas educativas podría derivar de una formación más sólida de la profesión docente, pues son ellos los principales agentes de cambio.
Impulsar la capacitación de directores de instituciones educativas, con la finalidad de fortalecer su liderazgo pedagógico, así como promover jornadas con padres de familia, para ofrecerles una orientación que ayude a mejorar los aprendizajes de sus hijos, resultarían estrategias favorables.
Un meticuloso trabajo de Bank of America Merrill Lynch, permite descubrir que invertir en educación resulta más rentable que hacerlo en la Bolsa. Así lo ven países asiáticos como India, Singapur, Taiwán, Corea del Sur o China.
Estudiosos consideran que el currículum debe apuntar a la promoción de la resiliencia mental y la inteligencia emocional, con la misma importancia que se le da al progreso cognoscitivo, pues ello brinda al alumno confianza en sí mismo y una autoestima positiva; esto los llevará a asumir una postura más comprometida como ciudadanos y con más recursos para enfrentar los desafíos del mundo, como unos futuros y verdaderos líderes sociales.