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- 24/10/2024 00:00
¡IVM y el silencio escapista de los partidos políticos!
A medida que se va acercando el final del diálogo sobre la Caja de Seguro Social y el momento en que, como corresponde, la Presidencia le presentará sus resultados al país, crecen las expectativas y las incertidumbres y, también, son más inexplicables los silencios de las dirigencias de los partidos políticos, especialmente porque sus representantes en la Asamblea Nacional tendrán que decidir las reformas a su ley orgánica.
Las eventuales reformas de la seguridad social, de acuerdo con la metodología que determinó la Presidencia, se han discutido en mesas separadas: una, para los servicios de salud, y la otra para la crisis del Fondo de Pensiones. La primera, como era de suponer, ha avanzado sin mayores contratiempos, pues corregir las deficiencias en la prestación de los servicios de salud no es un problema político y mucho menos ideológico, sino gerencial. La conveniencia o inconveniencia de coordinarlos o, en ciertas áreas, unificarlos con el Minsa, objetivamente, es una responsabilidad que deben poder definir y proponer sus respectivos rectores, aplicando sentido práctico para racionalizar los costos que pueden ser compartidos como es, por ejemplo, el caso específico de las compras de medicinas.
Pero el asunto medular en las crisis de la seguridad social no es corregir las incompetencias administrativas de sus directores, que han fallado en el cumplimiento de sus obligaciones gerenciales. Lo que el país necesita saber, y cuanto antes mejor, es cómo se garantizará que los pensionados, los actuales y los futuros, seguirán recibiéndolas puntualmente, y que estas, en lugar de devaluarse por haberse mantenido estancadas, se revisarán periódicamente, para ajustarlas, por lo menos las de más bajo monto, de acuerdo con el aumento del costo de vida.
Por las informaciones que se han venido divulgando, las alternativas entre las que se tendrá que escoger están definidas: sistema solidario o sistema individualista. Y también está definidas las propuestas que responden a las aspiraciones o los intereses de sus proponentes. Por un lado, las que obedecen a afanes privados de lucro o a intereses egoístas y, por el otro, las que defienden que se rescate la solidaridad como principio rector y fundamento esencial de la seguridad social.
Conocido es, hasta ahora, dónde están ubicados los sectores que han participado de la mesa de diálogo, pero aún está pendiente que se definan otros actores que pueden y deben ser decisivos: el Gobierno y los partidos políticos. Al Gobierno le tocará el turno cuando elabore la propuesta de las reformas que ha anunciado que presentará a la Asamblea, después de las fiestas patrias. Pero los partidos políticos, hasta ahora, mantienen un mutismo inconsecuente y acomodaticio.
Desde luego, cuando el proyecto llegue a la Asamblea, tendrán que dejar de seguir jugando al escapismo irresponsable y asumir su obligación, bien pagada con los millonarios subsidios electorales, de “concurrir a la formación y manifestación de la voluntad popular” que les impone el artículo 138 de la Constitución, y que debe ser permanente y no electorera.
El proceso hasta ahora seguido para, eventualmente, así los esperamos todos, salvar a la Caja de Seguro Social, se ha desarrollado siguiendo la metodología decidida por el Gobierno que, aunque ha merecido justificadas críticas, culminará su control con el proyecto que presentará a la Asamblea. A partir de ese momento, cuando sea del conocimiento público, es cuando tendrá que formarse y manifestarse la voluntad popular.
Cuando se avance hacia esos momentos decisivos es cuando contarán las capacidades de convencimiento, tanto del Gobierno como de los que hasta ahora han presentado y defendido las diferentes alternativas, para convencer al soberano, que es el pueblo que, como árbitro final, tendrá la última palabra. A las sociedades democráticas las orientan sus líderes, que triunfan o fracasan en la medida en que son intérpretes fidedignos de la voluntad popular. En ese sentido, pocos debates serán tan decisivos en nuestra vida republicana como el que está en la víspera para definir el futuro de la seguridad social. Las posiciones que asuman el Gobierno, los gremios empresariales, las organizaciones sociales populares y los partidos políticos marcarán, para ellos, un antes y un después. Todos se juegan su vigencia y trascendencia. Así debieran entenderlo, pues todos cosecharán lo que siembren.