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- 23/08/2013 01:35
Hora panameña...
La puntualidad es reflejo de cortesía, educación y respeto. Pero ¿qué es la puntualidad? Se preguntarán algunos, ¿para qué sirve o cómo se come? Hago un paréntesis para explicar brevemente este concepto. La puntualidad es la disciplina de cumplir compromisos previamente adquiridos, en horarios establecidos por nosotros, en mutuo acuerdo con otros o simplemente impuestos. Para muchos, es parte de los valores humanos y base de nuestra civilización como la conocemos hoy, pero para otros un concepto sin ningún valor.
El tiempo es el recurso más valioso del ser humano y no es renovable, no podemos recuperar un segundo que desperdiciemos o nos hagan desperdiciar otros en nuestras vidas. Sin embargo, día a día nos encontramos con situaciones que ponen a prueba nuestra tolerancia.
Desde una cita con amigos, reuniones de trabajo o citas médicas, que se dan dentro de nuestra programación diaria, el panameño, o la mayoría para no generalizar, con su acostumbrada jocosidad, inventa toda clase de excusas para no cumplir con el horario acordado.
Entre los pretextos más populares, de los cuales personalmente puedo mencionar uno que otro que me han dicho, está algún desperfecto en el vehículo que lo transportaba al lugar, llámese taxi, Metrobús o auto propio, entre ellos el más famoso y reconocido es el de una llanta flat.
Otra razón muy popular sería la de algún familiar enfermo, los padres siempre tendrán la excusa de algún hijo que haya amanecido indispuesto; a los que no, y tienen a sus padres vivos, pueden achacarle alguna enfermedad y una repentina ida a la sala de urgencias.
Pero la que no falla en estos días en nuestra querida y leal Ciudad de Panamá son los tranques, de los cuales no podemos dejar de culpar al Gobierno por sus innumerables trabajos en la infraestructura vial y los cuales también llevan a provocar accidentes a diestra y siniestra por la falta de señalización y confusión general en nuestras avenidas.
Independientemente de la causa de estos retrasos, la gran mayoría del panameño común y silvestre hasta el más alto ejecutivo o funcionario, se ha caracterizado por llegar con algún retraso a los compromisos, haciéndonos ganar la fama y la tan peculiar frase “la hora panameña”.
Es muy cómico oír a las personas cuando planifican sus agendas o eventos, calcular automáticamente casi sin pensarlo, por lo menos una hora más a la establecida en la invitación o cita que se les ha extendido; simplemente a sabiendas de que la mayoría de los citados llegarán con este margen de diferencia. Esta práctica en culturas como las japonesas o regímenes militares no serían siquiera una opción.
Ya conocemos el problema; la pregunta sería cómo podemos mejorar o corregir esta conducta degenerativa; definitivamente no es algo que se logre de la noche a la mañana, es un tema de disciplina, respon sabilidad y compromiso, elementos necesarios a la hora de enmendar cualquier error.
Más que cambiar rutinas o empezar a comprar agendas o activar alarmas, creo que es necesario un cambio de forma de pensar y ver las cosas. Tenemos que darle el valor al tiempo y compromisos de los demás con educación.
Seguidamente y pieza clave de este proceso de cambio es ver por qué esa impuntualidad. Existen múltiples factores como falta de interés, egocentrismo, desorganización o simple pereza. Una vez encontrada la posible causa, se facilitará realizar cambios en el estilo de vida.
Una vez se logre incorporar la puntualidad como parte de los valores, habrá un cambio en las vidas en la sociedad en sí, haciendo personas dignas de respeto y confianza, siempre recordando que más se beneficia el que mejor sirve...
—Comisión de Valores del Club Rotario Panamá.