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- 25/10/2024 00:00
Honrosos socialistas y socialistas desalmados
Actualmente hay tres áreas de nuestro planeta en las que la densidad de los conflictos entre naciones y al interior de un mismo país con simpatizantes y adversarios entre su población, se rigen simultáneamente por la innata agresividad de grupos e ideologías, pero también por su contraparte: el inalienable derecho de los pueblos a la libertad de expresión y organización social, así como a su autodefensa ante la agresión.
Por un lado, están los cada vez más candentes enfrentamientos entre Ucrania y la agresiva Rusia imperial de Putin, quien alguna vez fuera dirigente de la tristemente célebre KGB soviética, especialista en espionaje y tortura. Tema sin duda controversial, amenaza que pueda ocurrir una tercera guerra mundial debido a que los países de la OTAN proveen de armas a Ucrania. También la violentísima guerra de agresiones que libran Israel y siete estados palestinos que dicen luchar por su derecho a existir (lo cual igualmente proclaman los israelíes). Armamentos cada vez más sofisticados causan una matazón espeluznante de lado y lado en la región, sin posibilidad realista de tregua duradera.
En América Latina, por otra parte, situaciones de opresión interna se plantean en tres países fundamentalmente: Cuba, Nicaragua y Venezuela, dictaduras desde cualquier punto de vista. En ellos no existe libertad de expresión ni de manifestarse; tampoco un periodismo libre y crítico; y mucho menos el más mínimo derecho a la defensa jurídica ante los cientos, a veces miles de arrestos arbitrarios, condenas injustas, encarcelamientos y ominosas torturas. Si el llamado “socialismo del siglo XXI” es eso, se los regalo. Solo conozco cuatro líderes socialistas que pasan con creces la prueba del honor en su forma de gobernar mediante un trato afable para con sus ciudadanos y una decisiva apertura frente a la disidencia. En orden cronológico, el primero, sin duda, el ruso Mikhail Gorbachev (1931-2022), quien con gran inteligencia contribuyó al eventual derrumbe de la fatídica Unión Soviética, que habría de pasar a la historia como responsable de las atrocidades en el cotidiano matadero que era el Gulag con los adversarios del régimen. Por sus esfuerzos para reducir la Guerra Fría mereció el Premio Nobel de la Paz en 1990.
Otro gran líder socialista fue Nelson Mandela (1918-2013) de Sudáfrica: activista político antirracista, filántropo amado por su pueblo, tras estar encarcelado por sus ideas durante 27 años (en donde estudió Derecho por correo), llegó a ser el primer presidente negro de su país y merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1999.
Un ejemplo de sencillez y altruismo fue el exguerrillero tupamaro que pasó 17 años en prisión y llegó a ser ejemplar presidente del Uruguay (2010-2014): José Pepe Mujica (Montevideo, 1935). Por su desprendimiento, tan poco común, se le ha denominado el presidente pobre. Antes diputado, senador y ministro de Agricultura, hoy muy enfermo.
Y, actualmente, el presidente de Chile elegido en 2021, José Boric (1986), 35 años, el más joven mandatario que ha tenido su país. Viene de liderar movimientos estudiantiles de izquierda y da señas de ser un mandatario equitativo y respetuoso de la disidencia y los derechos sociales y universales de los ciudadanos. Sin empacho, públicamente ha criticado recientemente a las actuales dictaduras de Venezuela y Nicaragua.
Sin embargo, resulta vergonzoso e indefendible la represión múltiple que practican los respectivos presidentes, Maduro y Ortega, contra sus pueblos: persecución brutal frente a cualquier disidencia, encarcelamientos sin derecho a juicio y, a menudo, tortura... Numerosas muertes en ambos gobiernos. Y 8 millones de venezolanos en el exilio en decenas de países (Panamá incluido).
En la heroica Venezuela, mis respetos para la mujer de extraordinario coraje y patriotismo a toda prueba que ha resultado ser, contra todas las adversidades, la exdiputada despojada en su momento no sólo de su curul, sino después de su legítimo derecho a postularse a la presidencia de su país: María Corina Machado. Si alguien así surgiera en Nicaragua, otro gallo cantaría. Y tendrían que tragarse sus desplantes y amenazas gente de la calaña de Diosdado Cabello, a quien si sus padres le dieron ese nombre en su cuna para exorcizarlo contra los primeros atisbos de maldad, fracasaron lastimosamente.
En ambos sufridos países: expropiación de bienes, disolución de cualquier atisbo de prensa libre, intimidaciones, pobreza general frente al gradual enriquecimiento descarado de los mandamases en el poder, y de sus cercanos súbditos silenciados por el soborno; cada dictador protegido por el control del Estado cubano. Algo similar en la Nicaragua del sátrapa Ortega, exguerrillero sandinista que osó quitarles su nacionalidad a varios cientos de exiliados, como vil ladrón despojándolos de sus propiedades una vez idos a la fuerza, entre ellos los destacados escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli.
¿Qué diría de ambas serpientes empoderadas, el gran poeta nicaragüense Rubén Darío o el celebérrimo libertador de América toda, el venezolano Simón Bolívar, quien al final de su vida, en estado de depresión absoluta, creyó haber arado en el mar, tal era la cínica claudicación que vio cundir en los países por él liberados?