• 12/11/2024 11:15

Hay que reabrir pronto el Museo Antropológico Reina Torres de Araúz

Hace casi medio siglo, se inauguró el Museo del Hombre Panameño en el majestuoso edificio construido por los estadounidenses cuando adelantaban los trabajos definitivos del Canal interoceánico y que sirvió desde 1913 como estación del Ferrocarril de Panamá en el corazón de la capital, en la plaza 5 de mayo. Desde 1976, cuando se abrió, ha conocido una historia turbulenta, con cierres y reaperturas hasta la situación actual, clausurado durante años por remodelación. Fue víctima, como gran parte de las ciudades de Panamá y Colón, de la invasión del ejército estadounidense a finales de 1989 y las secuelas de vandalismos y robos de parte de sus valiosas colecciones hasta de orfebrería precolombina, acciones ejecutadas por turbas descontroladas.

En 1991 fue reabierto ya con el nombre de Museo Antropológico Reina Torres de Araúz que portaba desde 1983, el de su fundadora fallecida el año anterior. Años más tarde, en 2005, dicho museo, muy deteriorado, se cierra y se trasladan sus colecciones al Museo del Tucán en el área de Albrook, el cual se clausura en 2013 y sus más de 16 mil objetos de lítica, etnografía y orfebrería son embalados en espera de concluir la remodelación del edificio original, trabajos que con un costo millonario se iniciaron a finales de 2020 y debieron terminar el año pasado. México tiene su grandioso Museo Nacional de Antropología, quizá el mejor del mundo y Bogotá su riquísimo Museo del Oro, una verdadera joya insuperable. En Panamá, el Museo Antropológico Reina Torres de Araúz, todavía en cajas, reúne el espíritu de ambos y cuando se reabra sería, a escala y dimensión de nuestro país, el mejor museo de su género en la región.

¿Quién era Reina Torres de Araúz (1932-1982)?, se preguntarán las nuevas generaciones. Lo repito, fue una panameña ejemplar que vivió con intensidad arrolladora y dejó una obra inmensa, insuperable. Fue la primera panameña que obtuvo un doctorado en Antropología, de la Universidad de Buenos Aires. Con esa formación pudo inaugurar los estudios de Antropología y Arqueología en la Universidad de Panamá en donde impartió cátedra inolvidable por su capacidad de transmitir verdadera ciencia durante tres décadas. Pocos saben que realizó desde 1965 estudios sobre características demográficas y humanas de los habitantes del Darién. Tenían estos trabajos el propósito de conocer mejor la población, la fauna y la flora de las áreas bajo la influencia de una posible explosión nuclear subterránea y la absorción potencial de radioactividad por dichos organismos consumidos por la gente de la región, parte de los estudios adelantados por el gobierno de Estados Unidos sobre el proyecto de un canal a nivel del mar por medio de explosiones atómicas en esa ruta transístmica. Personaje extraordinario, fue la primera directora de la Dirección de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura (fundado por el general Torrijos en 1976 y dirigido por el maestro Jaime Ingram) que dejó estructurado todo el sistema de museos públicos de Panamá, además de diversas investigaciones científicas y varios libros fundamentales sobre nuestros grupos indígenas y la arqueología panameña. Destacan su energía, su atractiva personalidad y su perfecta honestidad personal e intelectual.

Tuve el privilegio de compartir afanes culturales con la doctora Torres de Araúz: primero, en la Presidencia de la República algunos meses en 1968, como parte de la Comisión de Estudio de la Nacionalidad, creada por Hernán Porras; luego, en la organización de una gran exposición en el Museo del Hombre Panameño en 1980, también con materiales que como asesor para asuntos diplomáticos y culturales del presidente Aristides Royo gestioné en Washington y en París, para conmemorar el centenario de la primera palada simbólica de los trabajos del Canal por Ferdinand de Lesseps en 1880, exposición de la cual quedó la asombrosa lámpara de faro que nos recibe en la entrada del Museo del Canal Interoceánico. Finalmente, desde 1981 compartimos la pertenencia como miembros de número de la Academia Panameña de la Historia, en donde Reina Torres de Araúz descolló como la primera mujer en integrar esta organización cultural y educativa de primer orden que tratamos ahora y con urgencia de rescatar.

Propongo que el gobierno nacional presidido por José Raúl Mulino que en pocos meses ha hecho la obra ingente y necesaria que las últimas administraciones presidenciales no asumieron con valentía y responsabilidad, y particularmente el Ministerio de Cultura bajo la dirección de Maruja Herrera, pongan el pie en el acelerador de esta empresa cultural para rescatar otra joya de la corona de nuestros museos. Que reabran pronto el Museo Antropológico Reina Torres de Arauz y que se fije una fecha que no supere el año 2025. Sería también una forma de celebrar la memoria de una panameña excepcional, de tener una casa grande que nos recuerde de dónde venimos los panameños y quiénes somos y así prepararnos para avanzar hacia un porvenir mejor. Sería, además, una forma apropiada de añadir una oferta suplementaria tanto para el turismo como para la educación, actividades que pueden y deben elevarse pronto a un estadio superior. Sería, igualmente, un legado relevante y perdurable de esta administración presidencial.

*El autor es geógrafo, historiador, diplomático

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