Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 30/12/2015 01:00
¡Habemus presidente!
¡Habemus presidente católico! Qué alegría de los católicos panameños. ¡Un hombre de fe! Se terminaría con el abuso, el saqueo, el despojo y la depredacción. ¡Qué decepción! La fecha se presta para volver los ojos a aquel acontecimiento que ocurrió hace un poco más de dos milenios, que cambió el rumbo de la humanidad.
Jesús de Nazareth, para el mundo cristiano, es el hijo de Dios, Salvador de la humanidad, quien redimió nuestros pecados, nos enseñó el camino de la paz, del amor y la rectitud. Para las religiones orientales: El Maestro de Maestros. Para el mundo islámico, el profeta que vino a preparar el camino. Para los ateos revolucionarios, el camarada que vino a cambiar el sistema que tenía prisionero a esa parte del mundo. ¿Quién era Jesús? El Maestro de la escuela de la existencia, de la vida.
Las metas de Jesús no se hubiesen podido cumplir en una atmósfera de competencia depredadora e individualismo, entre sus discípulos. El pensamiento de Jesús pone patas arriba los paradigmas del mundo moderno. En él no hay espacio para la competencia depredadora. En su proyecto, el individualismo es una actitud poco sabia. Él establece caminos de un modelo innovador de relaciones. Entre sus principios fundamentales están aprender a cooperar mutuamente y dar sin esperar nada a cambio. La opción por los pobres es esencial, la educación, la salud, la transparencia, son parte de sus enseñanzas y modelo de vida.
El capitalismo sobrevive de la competencia. Sin ese proceso estaría muerto. La competencia estimula el desempeño intelectual y mejora la calidad de los productos y servicios. Sin embargo, cuando la competencia es depredadora, cuando se consideran las metas a ser alcanzadas más importantes que el proceso utilizado, se torna deshumanizada y destructiva, la convivencia en la sociedad. La competencia depredadora anula los valores altruistas de la inteligencia, anula la humanidad de los competidores. Eso es neoliberalismo. En la escuela de Jesús no se admite cualquier tipo de competencia destructiva, que anule o perjudique al otro. Se promueve una competencia para servir a otros, para promover el bienestar de todos. Jesús no eliminaba la búsqueda de metas personales, la conquista de una recompensa más elevada. Él evidenciaba que había una recompensa superior para aquellos que consiguiesen la madurez interior. Las metas continúan existiendo, pero los procesos para alcanzarlas son contrarios a los que aprendemos. Como anécdota, me refiero al relato de las Sagradas Escrituras cuando los discípulos venían en el camino discutiendo entre sí, quien de ellos era el mayor, y ‘Él sentándose, llamó a los 12 y les dijo: Si alguno desea ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos' (Marcos 9:35). ¿Dónde vemos un modelo social como este? ¿Qué pasó con Panamá? ¿Cuándo se perdió el cariño al compañero, la solidaridad entre los vecinos? ¿Quién dijo que el poder político es para servirse? ¿En qué momento olvidamos que el poder político es para construir grandes transformaciones que perduren en el tiempo y el espacio?
¡Hemos cambiado un gobierno de mafiosos y ordinarios mercachifes por un gobierno de mafiosos y elitistas empresarios! Un gobierno que continúa contratando a las grandes empresas que esquilmaron junto a Martinelli, al pueblo, que nombra magistrados en cuestión de horas, son hacer un análisis minucioso. A pesar de las alertas de una diputada que se atrevió a ir contra el sistema. Un gobierno que sigue permitiendo la depredacción de las áreas verdes y manglares, solo para darle el negocio a las empresas inmobiliarias. No les importa destruir lechos de ríos. No se han detenido a estudiar las concesiones que le dieron a CEMEX y envenenan el agua que toman 1,900,000 personas.
¡Aquí no hay meta superior! Aquí es depredar, abusar y enriquecerse. Este es el proceso. Todo esto me hace llegar a la conclusión de que usted, señor Presidente, solamente es un buen religioso. Usted no practica las enseñanzas de Jesús. Hay una diferencia abismal que, en otra oportunidad podré explicarme.
No olvide que hay un pueblo sufrido, que los siguen despojando de sus tierras. Cientos de comunidades sin agua. Si no deseamos un alzamiento social… paremos ya! Dígale a sus donantes que basta! No se puede seguir abusando. Usted, señor Presidente está para servirnos!
FINANCISTA