Washington - La Habana, encuentro histórico

Los obreros detuvieron el camión justo afuera del restaurante Camelot, junto al cine Riviera, sobre la concurrida calle 23 en La Habana (algo así como la vía España en Panamá). Luego de bajar, iniciaron sus tareas de pintar los bordes de las aceras. Pregunté al líder a qué se debía esa faena y me contestó sin mucho ánimo: ‘Dicen que viene Obama y dieron orden de realizar estos trabajos ' y siguió junto a los otros hombres con sus brochas bajo el sol brillante.

La avenida de los Presidentes, que cruza calle 23 y desciende hasta el malecón, también estaba remozada porque iba a ser paso obligado de la comitiva del mandatario estadounidense Barack Obama, quien iniciaría una histórica visita para interrumpir un vasto periodo de casi 90 años en que un gobernante de ese país no pisaba suelo cubano. Ahora, en dos días cambiarían de temperatura unas frías relaciones de medio siglo .

La visita incluyó una abultada agenda de encuentros diplomáticos, discursos, actividades culturales, deportivas y sobre todo avanzó el clima de negociaciones que ambas capitales comenzaron desde el momento en que los presidentes anunciaron el acercamiento entre sus pueblos y el final del distanciamiento. Hay una comunidad política detrás de este proceso que solicita poner en orden algunas deudas históricas en sendas orillas.

Uno de los reclamos se relaciona con la suspensión del embargo que Estados Unidos aplicó a Cuba desde el inicio del proceso de revolución, aún vigente. Esta ley debe ser sustituida por otra norma aprobada en el Congreso. Este órgano es dominado por el partido Republicano, en oposición y que se niega hasta que haya celebración de elecciones en el país caribeño, basadas en múltiples partidos y mejoramiento de los derechos humanos.

Desde otra perspectiva, se aspira a una rápida suspensión del bloqueo económico, que se constituye en un impedimento de mejorar las condiciones de vida en la isla. También existe mucha incredulidad en los sectores más ortodoxos, sobre el destino de esta nueva correlación que se construye y la pérdida del sentido más autóctono de los cambios políticos y socioeconómicos escenificados en el socialismo (leer comentarios posteriores de Fidel).

Obama logró durante estos dos días algunos avances significativos; demostró una eficiencia en la convocatoria para dialogar con diferentes grupos; entre otros, el que representa a los ‘cuentapropistas ' (emprendedores) y que serán la base del sector de los pequeños empresarios. Además, conversó con disidentes para analizar sus reclamos frente al Gobierno cubano y propuestas de un mejoramiento del clima de gobernanza.

El presidente estadounidense brindó un discurso trascendente en el teatro Alicia Alonso, donde se dirigió a una audiencia masiva muy significativa. ‘Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la Guerra Fría en las Américas ', dijo, cuando inició sus palabras. Expuso claramente las diferencias de ambos sistemas y factores que restan fluidez al proceso de distensión. Modelo económico, mercado, derechos de Estado y libertad de los individuos.

Él utilizó los planteamientos del propio jefe del gabinete cubano, Raúl Castro, para dar un enfoque de los lastres del sistema de justicia en Estados Unidos y resaltó cómo la tradición democrática ha fortalecido esa sociedad. Revisó los aspectos más sensibles de la política diplomática de los dos Estados, entre ellos la libertad de expresión; ‘... si no se puede acceder a diferentes puntos de vista, ustedes no van a poder alcanzar su potencial completo... '.

Dejó un profundo mensaje al partir y muestras de una visión realista del clima en que descansan los esfuerzos. Este proceso no culminará antes del final del periodo de Obama; depende del futuro político, pero son relaciones interdependientes. Estados Unidos requiere un socio con perspectivas de desarrollo y Cuba, fortalecer la esperanza que lleve un crecimiento próspero a su población.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.