• 03/01/2018 01:02

Panamá necesita un golpe de timón

El 2017 terminó con un país dividido, inmerso en una grave crisis política y social.

El 2017 terminó con un país dividido, inmerso en una grave crisis política y social. En materia institucional, seguimos retrocediendo a paso firme. No se observa en el horizonte el mínimo interés de los políticos de Gobierno y oposición de corregir rumbo en aras de fortalecer la gran debilidad institucional que enfrenta el país. Seguimos atrapados en el presidencialismo exacerbado y los órganos Judicial y Legislativo arrodillados al Ejecutivo. La reciente designación de las dos magistradas de la CSJ por el presidente Varela, sin ninguna consulta con organizaciones cívicas, sindicales ni empresariales, reafirma que los políticos son una cosa en campaña y otra cuando están en el poder.

En varias entrevistas el candidato Juan Carlos Varela prometió amplias consultas a la hora de escoger magistrados de la Corte, promesas que quedaron plasmadas por escrito en su Plan de Gobierno, El Pueblo Primero, donde se comprometió a designar magistrados con independencia de criterio y en consulta permanente con organizaciones de la Sociedad Civil para garantizar la independencia del sistema de administración de justicia. Esta promesa, como muchas otras, fue tirada al basurero, ya que hoy tenemos un presidente totalmente distanciado de la imagen que nos vendió en la campaña del 2014.

El 2017 nos deja claro la selectividad de la justicia. Un país donde, si eres amigo del Gobierno, la justicia jamás te alcanzará y si eres del pasado Gobierno, te condenan y te encarcelan antes de ser investigado.

El 2017 nos aclara algunos conceptos que no estaban claros en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, como por ejemplo, el término ‘donación'. Aprendimos que si el dinero lo recibe la oposición es ‘delito'; sin embargo, si lo recibe alguien vinculado al Gobierno es ‘un aporte lícito', transparente que fue entregado de buena fe y sin compromiso alguno de nada.

El 2017 nos deja hecho añicos como sociedad, partidos políticos divididos, un país sin metas ni objetivos, carentes de liderazgo, una población que no cree en nada ni en nadie, muy bajos niveles de tolerancia y escasez de debate entre los panameños. Hoy, el discurso que impera es el de la descalificación, la vulgaridad y el ataque, siendo las redes sociales tierra fértil para estas discusiones estériles que no conducen a nada.

Llegó el 2018 y son muy pocas las esperanzas de que el país cambie de rumbo. Mi pesimismo radica en la ausencia de un estadista que asuma ese liderazgo desde el Gobierno. He venido insistiendo, al igual que muchos panameños, en la necesidad de ponernos de acuerdo en temas importantes que nos permitan llegar al proceso electoral del 2019 con metas claras del tipo de país que queremos a corto, mediano y largo plazo. Si seguimos como vamos, es lo mismo que subirse a un barco o avión sin saber para dónde vamos y eso no es para nada beneficioso para un país que, bien o mal, está dando muestras de crecimiento en comparación con otros países de región.

Tenemos temas muy importantes que deben ser abordados con urgencia, como el programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la CSS. ¿Qué estamos esperando para sentarnos a revisar este tema con seriedad? Mientras más tiempo pasa, más difícil son las alternativas de solución.

Panamá necesita una nueva Constitución que vaya de la mano con ese país que todos queremos, pero para eso hay que sentarse cuanto antes a definir, entre todos, nuestra hoja de ruta. Esta fue otra mentira del candidato Varela en campaña, pero esto no debe quedarse así. Hay suficientes muestras de que este país requiere cuanto antes nuevas reglas del juego que nos saquen de la crisis que estamos viviendo.

En materia de Salud, el país requiere de manera urgente consensos que nos permitan garantizar a la población un atención de calidad las 24 horas al día los 7 días de la semana en cualquier rincón del país. No podemos seguir brindando a los panameños una salud de tercer mundo. Y si hablamos de Educación, en esta área hay que definir una estrategia de Estado que nos permita equiparar la calidad de la misma, para que no sigamos viendo estudiantes en escuelas ranchos y multigrados, recibiendo educación de quinta categoría.

Sr. Presidente: En 18 meses que le quedan de Gobierno, todavía usted puede dar ese golpe de timón que muchos estamos esperando y legarle a los panameños un país con instituciones sólidas e independientes, una buena educación, una salud de calidad, niveles adecuados de seguridad y una nueva Constitución.

PERIODISTA

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones