• 03/04/2023 00:00

Esperanza

“No necesariamente se lo podemos tirar todo al Gobierno central, puesto que, con buena voluntad y creatividad, hay mil maneras de hacerlo mancomunadamente público/privado, lo cual tiene gran alcance”

La esperanza está definida como la realización de algo que se desea.

Entonces nos preguntamos: ¿cuál es la esperanza de un anciano?

Se puede definir de muchas maneras, pero mayormente podemos decir que un abuelito espera, sobre todo, atención, cariño y apoyo de una sociedad que cada vez está más inserta en los problemas globales y la supervivencia.

Si bien es cierto que este es el prototipo de esperanza de todo aquel que aspira a la tranquilidad y paz mental en su vida, es, ciertamente, mucho más fuerte en este grupo, por su fragilidad.

¿Cómo podemos contribuir, como sociedad, a satisfacer las necesidades tan puntuales de un abuelito?

Muchos de ellos tienen medios económicos, familia, y otros métodos de una vida cómoda, pero aún así, sienten ese vacío de una esperanza vacía, ya sea por su salud, por soledad o cualquier otra razón que no le permita tener una vida plena, y calidad de vida adecuada a su condición.

Entonces, nos preguntamos, por aquellos en condiciones no tan privilegiadas, que no tienen estos medios para subsistir, ni siquiera en lo más básico. Donde, en algunos casos, sus familiares, si tienen la suerte de tenerlos, pasan páramos y privaciones para poderles dar siquiera un techo o un bocado de comida.

Por lo que, seguimos en este camino, tal vez despilfarrando nuestros recursos económicos, ambientales, naturales y de toda índole, sin pensar siquiera que existe un grupo ávido de su atención.

¿Qué nos lleva a no hacer nada por los abuelitos? Pensamos en los animales, impulsamos todo tipo de leyes hasta para limpiarse las uñas, y no pensamos en un plan serio, autosostenible para que estos abuelitos vivan una vida tranquila y su calidad de vida no sea la soledad y la carencia de cosas básicas.

¿Cuán difícil es enviar sugerencias reales, prácticas y positivas a nuestras autoridades? ¿Es que estamos tan inmersos en otros temas, que no pensamos en aquellos que, en el pasado, han forjado nuestro futuro para futuras generaciones?

En un problema muy real; hay miles de ancianos abandonados a su suerte, y ¿nosotros qué hacemos?

Aaahh... pensar que nos vamos a nuestra casa de campo para Semana Santa, carnaval y tantos días libres que para eso sí estamos muy listos. Hacer un gran supermercado para saciar nuestras necesidades..., pero, y ¿los demás qué? ¿Es que no tienen derecho también?

Dios, en Su infinita misericordia nos ha dado todos los frutos que podamos necesitar de nuestra Tierra, y gratis. ¿Por qué, entonces, no los compartimos? ¿Por qué somos tan abandonados de no pensar en los que no tienen?

Sí, hay muchos que abusan de los subsidios, de la generosidad humana, pero la mayoría es un grupo, que, trata de ser productiva, aportar y dar lo poquito que tienen, y que consiguen con gran trabajo.

Vayamos entonces a la solución: ser solidarios con los que menos tienen, sobre todo los abuelitos, que ya su voz se apaga con el paso de los años; sugerir programas válidos, coherentes y organizados para los abuelitos, y otros grupos.

Impulsar leyes prácticas, sin doble ribete que ayuden a los abuelitos a subsistir en sus necesidades básicas. Sobre todo en la implementación y creación de centros de atención diario, vivienda asistida y residencias a precios que vayan acorde con las entradas de cada individuo, y que haya, por lo menos, dos en cada provincia.

Eso es obrar inteligente, puesto que solucionamos un problema de gran alcance, lo cual tiene un efecto dominó.

No necesariamente se lo podemos tirar todo al Gobierno central, puesto que, con buena voluntad y creatividad, hay mil maneras de hacerlo mancomunadamente público/privado, lo cual tiene gran alcance. Pero sí, un buen ejemplo es un proyecto piloto que sea ley, y no esté temblando con los distintos Gobiernos.

Y manejado por un patronato de instituciones serias reconocidas, como el Club de Leones, 20-30, Kiwanis, y otras fundaciones que aportan en gran escala en las necesidades de su comunidad. Pero con seriedad, no preguntando “¿cómo me beneficio?”.

Hagan una consulta seria con las instituciones que tanto contribuyen, como las Hermanas de la Caridad, que hacen maravillas para sostenerse en bien de las comunidades, la Escuela de Chapala, Seminario San José, comedores populares, pues ellos son los expertos, no de un día, sino de más de 100 años.

¡Animo! Hoy es el día de actuar, ya mañana es tarde.

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