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En el corazón palpitante de Ciudad de Panamá, donde las luces de neón se entrelazan con las sombras de los callejones, emerge un escenario político tan complejo como la misma urbe que intenta gobernar. En este paisaje de contrastes y contradicciones, los candidatos a la alcaldía y a representante de corregimiento se alzan como protagonistas de una historia llena de ambiciones y desafíos, donde la lucha por el poder se entrelaza con la búsqueda desesperada de un futuro mejor para todos los ciudadanos.
En medio del torbellino de la campaña electoral, donde los discursos grandilocuentes y las promesas vacías se entremezclan con la realidad cruda de una ciudad en constante transformación, surge una pregunta que resuena en los rincones más profundos de la conciencia ciudadana: ¿a quién realmente le importa el destino de Ciudad de Panamá?
Detrás de las máscaras de los candidatos, se esconden motivaciones diversas y complejas. Algunos son devorados por la sed insaciable del poder, mientras otros buscan en la política una plataforma para sus ambiciones personales. Para muchos, el servicio público es simplemente un medio para enriquecerse a costa del sufrimiento de los ciudadanos, mientras que unos pocos conservan la esperanza de hacer una diferencia genuina en la vida de quienes habitan esta ciudad laberíntica.
Pero, ¿qué propuestas concretas y planes integrales pueden ofrecer aquellos que se aferran al timón del poder municipal? En una ciudad marcada por la desigualdad y la exclusión, es urgente encontrar soluciones tangibles a los desafíos que enfrentamos a diario. La gestión urbana demanda mucho más que discursos grandilocuentes y promesas vacías; requiere un compromiso real con la transformación de la realidad urbana y la mejora de la calidad de vida de todos sus habitantes.
Administrar Ciudad de Panamá es una tarea titánica que exige visión, valentía y un profundo conocimiento de los problemas que aquejan a la ciudad. Desde el diseño de políticas de desarrollo urbano sostenible hasta la promoción de la participación ciudadana en la toma de decisiones, los líderes municipales deben enfrentarse a una serie de desafíos que requieren respuestas innovadoras y audaces.
En este contexto, es fundamental priorizar la equidad en la distribución de recursos y servicios, garantizando el acceso a vivienda digna, educación de calidad, y transporte público complementario al metro y al metrobús; así como gestionar integralmente los desechos domiciliarios, y organizar y garantizar servicios municipales que ofrezcan Centro de Cuidados de día para adultos mayores y centros de orientación infantil. Además de promover la inclusión social y la diversidad cultural, construyendo una ciudad donde cada persona se sienta parte de una comunidad vibrante y diversa.
Igualmente, conducir la ciudad implica hacer cumplir la Ley 6 de ordenamiento territorial - especialmente en lo relacionado a la aplicación de instrumentos de gestión urbana - lo que permitiría, con voluntad política - detener a ciertos voraces grupos inmobiliarios que actúan irrespetando el derecho colectivo a disfrutar la ciudad.
Al repasar los rasgos más evidentes de los personajes que en periodos anteriores administraron la ciudad y sus corregimientos, vemos que muchos, además de incultos y mediocres, se han caracterizado por su autoritarismo e incapacidad para comprender y satisfacer las demandas ciudadanas. No han producido impactos urbanos que transformen el espacio físico en lugares para ser disfrutados –y no sufridos - por sus habitantes y visitantes; consecuentemente tampoco han generado nuevas prácticas sociales propias de sociedades avanzadas, solidarias y modernas.
No han contribuido a que en Ciudad de Panamá se garantice el acceso a servicios básicos, ni a aumentar la seguridad ciudadana bajando las tasas de criminalidad; o a que se ofrezca vivienda asequible de calidad con condiciones de habitabilidad adecuadas de accesibilidad y movilidad (transporte público, infraestructura vial, aceras y accesibilidad asegurada para aquello con movilidad reducida). Tampoco a que sea una ciudad donde se diversifiquen las oportunidades laborales, y donde se construyan y mejoren espacios públicos con actividades culturales e instalaciones deportivas y recreativas asegurando su disponibilidad en todos los corregimientos; ni, mucho menos, a impulsar la ejecución de programas y estrategias concebidos considerando las condiciones y necesidades de las mujeres.
Pareciera lejana la posibilidad de cambiar esa realidad a menos que exijamos disponer de herramientas y aplicaciones de fiscalización ciudadana que garanticen transparencia y acceso a la información a través de publicaciones periódicas que divulguen indicadores para evaluar aspectos vinculados a la calidad de vida, al desarrollo urbano y a la gestión pública al estilo del Programa -Bogotá Cómo Vamos- ( https://bogotacomovamos.org/).
Solo a través de la transparencia y la rendición de cuentas podemos construir una ciudad más justa, inclusiva y sostenible para todos sus habitantes. Es hora de despertar del letargo político y exigir a nuestros líderes municipales que estén a la altura de los desafíos que enfrentamos como sociedad.
En el laberinto de la política municipal, donde las sombras acechan en cada esquina y las promesas se desvanecen como el humo en el viento, es responsabilidad de cada ciudadano levantar la voz y reclamar un futuro mejor para nuestra ciudad. Solo así podremos transformar la realidad urbana y construir un mañana más prometedor para todos los panameños.