• 01/03/2025 00:00

Energía en la nueva era Trump

Estados Unidos ha superado a Rusia y Arabia Saudita para convertirse en el productor número uno del mundo tanto de petróleo como de gas, y es hoy uno de los principales exportadores mundiales de ambos

Donald Trump acaba de ser juramentado como el 47º presidente de Estados Unidos de Norteamérica. Se esperan cambios importantes en el equilibrio geopolítico global. A todas luces, Trump es un personaje que atrae la atención de los medios de todo el mundo, y por ello agita la opinión pública en muchas geografías.

En el caso de Panamá, nos ha invitado a ‘unirnos’ cohesivamente a defender, más allá del Canal, nuestra soberanía y nuestro orgullo patriótico. A final de cuentas, hemos demostrado al mundo, durante 25 largos años desde la reversión total, que somos más que capaces de administrar, de manera excelsa, la vía marítima, que nos diferencia de muchos otros países. Pero ese es un tema vasto y complejo en el que hay voces más calificadas que la mía.

Otro tema, igualmente vasto y complejo, es el del ecosistema de energía, tanto regional como global. A ese sí me quiero referir. Es que la llegada de Trump a la presidencia viene acompañada de sus promesas de darle un impulso extraordinario a la industria de petróleo y gas de EE.UU. En su mandato anterior vimos mucho de eso; aclarando que fue bajo la administración Biden cuando EE.UU. rompió todos los récords de producción de petróleo y gas natural, primordialmente de fuentes de esquisto betuminoso (‘shale’ en inglés), gracias a los avances disruptivos de las técnicas de fracturación hidráulica (‘fracking’ en inglés). Según el erudito Daniel Yergin, esto ha demostrado ser la mayor innovación energética hasta ahora en el siglo XXI.

Estados Unidos ha superado a Rusia y Arabia Saudita para convertirse en el productor número uno del mundo tanto de petróleo como de gas y es hoy uno de los principales exportadores mundiales de ambos. Las consecuencias geopolíticas para Estados Unidos son evidentes en nuevas dimensiones de influencia, mayor seguridad energética y mayor flexibilidad en la política exterior. En el lado opuesto del espectro se encuentra Rusia, una superpotencia energética, pero fuertemente dependiente de las exportaciones de petróleo y gas. Rusia está girando hacia el Este, hacia China; China necesita energía, Rusia necesita mercados.

Queda evidente que el ecosistema energético refleja alteraciones de gran alcance en la oferta y los flujos globales, impulsadas por el notable cambio en la posición energética de Estados Unidos y por el creciente papel global de las energías renovables y las políticas avocadas al control del cambio climático —que en el ámbito energético definen las iniciativas de transición energética, en plural, ya que cada país o región necesita pensar criteriosamente el camino a seguir.

Además de las fuerzas del mercado global de combustibles fósiles, a menudo moldeado por la geopolítica (de naciones poderosas), la forma más nueva de poder proviene de políticas, legislación e iniciativas regulatorias que buscan reordenar el sistema energético mundial y avanzar hacia una economía global de carbono cero neto para combatir el calentamiento del planeta.

Volviendo a Trump, su discurso, generalmente retórico y por ello alejado del pragmatismo del mercado, apunta hacia el fortalecimiento de la hegemonía de EE.UU. en los mercados energéticos. Las noticias reverberan que procurará crear un entorno regulatorio más favorable para las empresas de petróleo, gas y productos químicos. De hecho, acaba de firmar una orden ejecutiva para que EE.UU. se retire, como país signatario, del Acuerdo de París, tratado internacional legalmente vinculante, que incluye compromisos de todos los países para reducir sus emisiones y colaborar juntos a fin de adaptarse a los impactos del cambio climático.

Y para Panamá, país importador de derivados de petróleo y de gas natural, ¿qué podemos esperar? Opino que con el mercado estadounidense produciendo y exportando su producción excedente—de donde proviene la mayor cantidad de nuestras importaciones, en un ambiente de precios competitivos, solo podrá ser bueno para el país. Amanecerá y veremos. Esas son áreas en las que no es bueno hacer apuestas; los mercados buscan nivelarse a lo largo del tiempo.

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