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- 20/09/2013 02:00
Un encuentro vergonzoso
S abemos que Ricardo Martinelli llegó al poder con el propósito de no abandonarlo. Para mantenerlo sumó empresarios poderosos, cuyas credenciales distan mucho de promover un modelo político estable y un ambiente económico transparente y compró almas y conciencias en todos los sectores sociales. Así, creó un modelo de poder supra partidario y controla a los principales órganos del Estado a favor de esos objetivos.
Quienes se oponen a ese proyecto son perseguidos y difamados, objetos de campañas negativas y sucias a través de sus medios periodísticos o por las redes sociales. Martinelli solo tolera a los que hacen coro a ese supra poder que dirige por encima de toda la sociedad, desconociendo el modelo democrático que se abrió paso en los últimos veinte años, modelo que se ha ido desvanecido por sus práctica y métodos gansteriles.
A su modelo antidemocrático propusimos un proyecto alterno y constituimos, con las corrientes democráticas, un frente nacional de defensa a la democracia que promoviera cambios profundos en la Constitución Nacional, que impulsara una agenda de Estado que promoviera la participación ciudadana en la solución de los problemas más acuciantes y que impulsara políticas que terminen con la pobreza crónica. También propusimos un audito que investigue los sobrecostos, coimas y robos de este gobierno para procesarlos por estos crímenes y recuperar el patrimonio mal habido.
En ese andar denunciamos a la quinta columna, por prolongar la vida del régimen expoliador y los sufrimientos de los panameños, y condenamos la generalizada actitud oportunista de quienes impulsados por salir del ‘peladero’ venden el alma y su conciencia, y a los que promueven la cultura del clientelismo, sacrificando el debate y el intercambio de ideas.
Acepto que nos equivocamos al pensar que todo podría recuperarse, teniendo a favor el miedo, cuando éste apareciera. Llegó con la caída estrepitosa en las encuestas, lo que impulsó a Navarro a buscar desesperadamente aliados dentro y fuera del PRD. Solo lo podría lograr haciendo suyo, de verdad, el proyecto alterno señalado; y hacia esa dirección se movió, lo que nos hizo abrigar nuevas esperanzas. No duraron mucho nuestras expectativas: la reunión de Navarro con Martinelli cayó como balde de agua y nos indignó, sobre todo cuando éste último le reclamó su adhesión al Frente de Defensa a la Democracia y a sus planteamientos sobre la constituyente y al audito a él y a sus compinches por el manejo corrupto de los fondos públicos.
¿A qué obedece este reclamo y qué le da a Martinelli y a sus compinches el derecho a reclamar al jefe del PRD y candidato a la presidencia de la república esa adhesión? ¿Hay entre ellos vínculos y acuerdos políticos que justificarán esos reclamos? ¿Están esos intereses gansteriles por encima del PRD, de su doctrina torrijista y de los intereses de su membrecía? Esto ocurre porque no se puede jugar en dos aguas. Navarro desde hace tiempo está siendo apoyado por ese grupo de empresarios que se atemorizan cuando se habla de sobrecostos por los robos colosales a las arcas públicas y, fundamentalmente, por la posibilidad que cristalice la alianza con todas las fuerzas opositoras, lo que es intolerable para estos mercachifles, pues ésta atenta contra el proyecto de poder que han venido construyendo.
Fue un ‘encuentro, vergonzoso’, como lo calificó un connotado torrijista, ‘que no tuvo nada de casual’. Fue la confirmación del modus operandi de la quinta columna en nuestras filas, pues Martinelli y su grupo empresarial son los que financian y mueven los resortes de los partidos como un supra poder, por encima de sus miembros e intereses, convirtiéndonos en vulgares marionetas hazmerreir en sus reuniones secretas y ‘casuales$>’ en las que deciden el futuro del país. Navarro tuvo la oportunidad de rectificar y arroparse con la bandera del torrijismo y enfrentar al sátrapa para recuperar al país de esta mafia; pero ha prefirió dejar pasar la oportunidad de redención porque sus vínculos con ellos sí no son casuales.
Creerse más vivo que todos, jugar con Dios y con el diablo ‘para sacar provecho políticos en ambos lados’, es la más pueril de las actitudes, porque nadie se chupa el dedo y, al final, se pierde credibilidad y, sin ella, no se gana elecciones. Por el respecto a uno mismo, y a su conciencia, estas casualidades no se pueden dejar pasar.
MIEMBRO DEL PRD.