• 01/03/2025 18:02

En carnavales, celebremos con moderación

Ayer comenzaron los carnavales en nuestro terruño. Es la fiesta más anhelada de los panameños, y como se está haciendo una mala costumbre -por los desaciertos de nuestros gobernantes de turno-, nos toca celebrar en medio de un complejo y desesperante contexto político, caracterizado este año por el interminable debate por el rescate del fondo de pensiones de la CSS, hasta la defensa de nuestra soberanía y neutralidad frente a las amenazas del coloso del norte, pasando por la acalorada polémica sobre abrir -en óptimas condiciones de salud pública y ambiental, legales y económicas- la mina de cobre. A lo cual hay que agregarle obligadamente la recuperación plena de la economía, la creación de empleos dignos y bien remunerados, el control (ojalá erradicación) de la delincuencia, la garantía de seguridad ciudadana y la transformación y fortalecimiento de la educación para el desarrollo sostenible, etc.

En ese sentido, la mayoría de los panameños, vamos a “coger un break” y nos vamos a relajar aferrándonos al festejo, para postergar -aunque sea por una semanita- la lucha por resolver de la mejor manera la problemática arriba señalada.

En este contexto -sin olvidarnos de los males políticos, éticos y morales que nos agobian, porque no podemos olvidarlos, solo dejarlos en una breve pausa-, el propósito de esta glosa es reiterar -como lo hago todos los años- la necesidad de cuidar nuestras vidas en las carreteras y jolgorios. Y, en estas fiestas, hacer un esfuerzo por divertirnos sanamente, superando el desenfreno “carnestoléndico” que nos caracteriza, nos pone en peligro y puede llenar de luto a las familias y a esta sociedad que nos necesita vivos y productivos.

Y no crean que estoy exagerando, pues de acuerdo con el INEC, cada año pierden la vida cerca de 400 personas en accidentes de tránsito, siendo principalmente (83 %) hombres en edad plenamente productiva. La mayoría de estos accidentes y muertes fueron durante los fines de semana y días feriados. Siguen siendo las principales causas de estos fallecimientos: el exceso de velocidad, manejar bajo los efectos del alcohol, las distracciones, como chatear frente al volante, la impericia y el incumplimiento de los reglamentos de tránsito, como el no usar el cinturón de seguridad o, en el caso de los motociclistas, no usar casco.

Adicionalmente -como he señalado antes en esta bitácora-, los excesos en el consumo de alcohol también provocan casos de violencia, como homicidios, suicidios, agresión sexual y violencia doméstica con nuestras parejas. Todo lo cual afecta negativamente a nuestras familias y nuestro país.

Y, como si fuera poco, el consumo excesivo y reiterado de alcohol también provoca enfermedades crónicas y otros serios problemas como hipertensión arterial, enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares, enfermedad del hígado y problemas digestivos; cáncer de mama, boca, garganta, esófago, hígado y colon; problemas de salud mental, como depresión y ansiedad. De hecho, estas enfermedades causan cada año más de 14.000 defunciones en nuestro territorio. Y no digo que por pegarse una juma en estos carnavales, ya la persona es alcohólica crónica. No, pero ciertamente se puede hacer una muy mala costumbre, pues el alcohol es adictivo, y los carnavales, junto con muchas otras fiestas, se repiten cada año.

En este contexto, sin querer pasarme de serio y santurrón, pues como todo panameño he disfrutado plenamente de estas fiestas, es obligatorio que reflexionemos por la necesidad de revertir esta tendencia de sufrimiento y deterioro social causada por los accidentes de tránsito.

Para comenzar, recuperemos los valores cívicos y morales, necesarios para superar la anarquía al volante que prevalece en nuestras calles. Erradiquemos esa ley del más fuerte, donde impera la desconsideración, la irresponsabilidad y el juegavivo impune que caracteriza a muchas personas en su quehacer cotidiano y cuando están al frente del volante. Tomemos conciencia de los factores de riesgo, cumplamos con las leyes y normativas de tránsito, y seamos responsables, cuidándonos y protegiendo la vida de los demás conductores y peatones.

Por su parte, el Gobierno debe honrar su compromiso, desarrollar una política real de prevención vial, comenzando con el mejoramiento de la infraestructura de las vías de tránsito y fortalecer la aplicación efectiva de las intervenciones conocidas para garantizar la seguridad vial en todo el territorio, y en todo momento, no solo en los carnavales.

Una buena noticia es que este año la Policía Nacional y la Fundación Saber Beber se han unido en la campaña “Dale Suave”. Esta iniciativa tiene como objetivo principal educar a la población sobre la importancia de la seguridad vial durante esta época tan festiva y concurrida.

Y eso es todo, ciudadanos. Disfrutemos contentos de estos carnavales, bailemos mucho, comamos y bebamos con moderación, y tomemos conciencia de los factores de riesgo que influyen en la posibilidad de sufrir un accidente, de vernos envueltos en un episodio de violencia, o de adquirir una enfermedad de transmisión sexual, por mantener una conducta temeraria y no protegernos. Y, cuando enterremos la sardina, regresemos al trabajo con el mismo entusiasmo, comprometidos con el bienestar y desarrollo nacional. Recordemos que Panamá nos necesita a todos.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones