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- 13/05/2023 00:00
Los elementos centrales del ODS4
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un compromiso consensuado y asumido por todos los países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
De esos 17 objetivos hay uno, el número cuatro, que atañe específicamente al contexto de la educación y que implica en su enunciado elementos para las dos líneas principales de la responsabilidad educativa, es decir, Cobertura y Calidad.
Literalmente, el ODS4 señala el compromiso de los países de “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
De dicho texto se desprenden cuatro elementos centrales que deben servir de guía para orientar y/o reorientar el enfoque y la visión de la política educativa en todos los países que están dispuestos a rendir cuentas en el 2030 sobre el avance del compromiso con el ODS4.
Esos elementos centrales son: Inclusión, Equidad, Calidad y oportunidades de aprendizaje para todos durante toda su existencia.
Estos elementos debemos analizarlos a la luz de la premisa que la educación, como proceso social, debe ser la forma lícita de garantizar la movilidad socioeconómica, en el sentido creciente e integral; es decir, convertirlo en el camino para salir de la pobreza.
Desde ese punto de vista, cada uno de los elementos precitados es determinante y necesario; por ejemplo, la educación inclusiva implica generar en los sistemas educativos y en las sociedades la actitud y las políticas para que todos los niños y jóvenes en edad escolar asistan a los centros educativos de manera efectiva, para lo cual los Gobiernos y Estados deben crear las condiciones de infraestructura y presupuestarias que garanticen esta meta.
Por otro lado, una educación equitativa consiste no en ofrecer lo mismo a todos los niños y jóvenes en edad escolar, sino ofrecer a cada uno o a cada grupo claramente definido lo que corresponde y/o necesita en función de sus condicione particulares y especiales, englobando en dicha expresión todo el espectro de caracterizaciones que puedan darse en el universo de la población estudiantil y asegurando con ello que puedan continuar con un proceso creciente de inclusión integral en lo social, económico y político.
La calidad educativa, por su parte, se refiere a asegurar de forma integral las dimensiones de pertinencia, relevancia, eficacia interna, eficacia externa, impacto, suficiencia, eficiencia y equidad.
Si correlacionamos las tres líneas conceptuales allí esbozadas podemos concluir que, en efecto, la calidad en la educación es el elemento central o medular, pues correlaciona a las dos primeras (inclusión y equidad), ya que todos los adjetivos que se utilizan para definir la calidad educativa pasan obligatoriamente por los ejes complementarios de inclusión y equidad; en otras palabras, no puede haber educación de calidad si ésta no es inclusiva y equitativa y lo mismo podemos decir del cuarto elemento del ODS4, el referente a promover la oportunidad de aprendizaje para todos durante toda la vida; si la educación no es capaz de darle eso a los egresados, tampoco se puede considerar de calidad.
Entonces, más allá de los elementos puntuales considerados como criterios o indicadores para medir cobertura y calidad, que son determinados o establecidos por las siete metas del ODS4, es necesario incorporar en esa medición los niveles o grados de inclusión y equidad que caracterizan a los sistemas educativos y si la pertinencia, relevancia, eficiencia, eficacia, impacto y suficiencia, que se encuentran presentes en los modelos educativo de nuestros países, aseguran una oportunidad de aprendizaje para todos los estudiantes a lo largo de toda la vida.
Nos quedan un poco menos de siete años para hacer los ajustes que nos permitan una responsable Rendición de Cuentas en el año 2030; fecha pautada para mostrar lo que hemos hecho para mejorar la educación en cada país comprometido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS4).