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- 04/01/2025 00:00
El verdadero problema para Occidente no es Rusia, es China
Con el inicio del año 2025, nos enfrentamos a un escenario del orden mundial con una gran volatilidad geopolítica, y donde un “club totalitario”, integrado por China, Rusia, Irán, y Corea del Norte -apoyados por algunos otros satélites en África, Asia y América Latina-, siguen adelante con su desafío a ese orden mundial dominado por Occidente. Un Occidente con su máximo líder y referente, Estados Unidos, perdiendo presencia y liderazgo producto de una política exterior y de seguridad errática y débil, y teniendo que soportar a una Unión Europea con una profunda crisis de su propio modelo, cada día más socialista y, por ende, menos viable.
En ese escenario, Occidente pareciera haber enfocado su “lucha” en el régimen ruso. Por su parte, dicho régimen parece tener claro que la fuente de todos los males de Rusia es Occidente. Obsesionado con la caída del régimen soviético, un error a su criterio, y anhelando las grandezas de la “Rusia de los zares”, Putin lleva más de dos décadas de acciones bélicas y desestabilizadoras, no sólo en el propio suelo ruso -un ejemplo es Chechenia-, sino fuera de él. Las guerras con Georgia y Azerbaiyán, las amenazas a las repúblicas bálticas y Finlandia, o sus intervenciones en escenarios bélicos como Libia, Siria, Líbano o Gaza, por mencionar algunos.
Entre todas esas acciones, Rusia ha decidido que el frente ucraniano es crucial para su propia existencia. Desde su inicio, con la anexión de Crimea, hasta su actual guerra contra el resto de Ucrania, Rusia ha ido aumentando el tono beligerante, obsesionada con ver cómo Occidente busca arrebatarle territorio e influencia regional. Occidente, por su parte, ha respondido a este argumento temeroso de los efectos dañinos que tendría una eventual victoria rusa frente a la débil democracia ucraniana, aspirante, como es, a nación occidental.
En medio de este escenario, Occidente olvida que la verdadera amenaza para Rusia -y Occidente - no es Estados Unidos, Europa o Ucrania. La amenaza existencial es una China embarcada en su proceso de “rejuvenecimiento nacional”, según su líder Xi Jinping, que debe culminar en 2049, en ocasión del centenario de la Revolución China, cuando se convierta en el epicentro del mundo, habiendo superado para entonces a Estados Unidos -y por supuesto a Rusia-, al haber alcanzado objetivos históricos como la creación de unas fuerzas armadas de talla mundial y recuperado amplios territorios del otrora imperio chino arrebatados por potencias occidentales, incluida Rusia.
Buscar un culpable de las calamidades de Rusia en Occidente es un error histórico por parte de Putin que lo hará confrontar una derrota estrepitosa. La cuestión será la magnitud de la pérdida que acompañará esa derrota. Habrá perdido sus exportaciones energéticas al mercado occidental y una parte importante de su red productiva; verá ingentes cantidades de reservas de divisas incautadas habiendo invertido, por otro lado, enormes recursos presupuestarios en el sector militar, -que habrá destruido gran parte de sus reservas armamentísticas-a expensas del desarrollo económico del país sin olvidar que, con su agenda belicista, habrá despertado a la gran alianza militar occidental, la OTAN.
Cuanto más dure la guerra contra Ucrania y Occidente, más vulnerable será Rusia a ojos de China. Una China que, aún estando ahogada en deudas y con su crecimiento económico cada vez más mermado, sigue enfocada en mantener altos niveles de inversión pública, que incluye el desarrollo de su industria armamentista para construir unas fuerzas armadas de primer nivel que incluyen una fuerza naval que le permita consolidar sus ambiciones territoriales en torno al “mar de China”, frente a naciones vecinas, y materializar su aspiración de ser la mayor potencia marítima mundial, jugando un papel predominante en el Ártico y sus rutas - valiéndose de Rusia -, que se presentan como más eficientes que las de Suez y Panamá que, no obstante, seguirán siendo objeto de su interés y presencia, mientras las mismas sean geopolítica y económicamente útiles para China.
Cuanto más se hunde Rusia en su proyecto bélico, más vulnerable será ante una China más potente bélica y económicamente. Será cuestión de tiempo ver cómo China se volverá contra Rusia para así cobrar su “deuda histórica”, en mi opinión, en amplias áreas siberianas que fueron parte del Imperio chino. Esto será así porque el régimen chino no cree ni en amistades ni alianzas y es claro que, en sus relaciones con Rusia, siempre priorizará su propio interés, y su apoyo tendrá límites ya que, para China, “nada es gratis”.
Las amenazas de Putin son cada vez más peligrosas, llegando a mencionar, más de una vez ya, que el uso de sus armas nucleares no se descarta. Si el régimen ruso cayera en ese error, Vladimir Putin se convertiría en el Adolf Hitler del siglo XXI y la “madre Rusia” en un calco de la Alemania nazi del siglo XX. Frente a este escenario, soy un convencido de que el régimen chino observa y alienta a su, hoy por hoy, aliado y amigo, en espera, paciente de que una crisis de talla monumental se desate en el seno de la propia Rusia, donde las élites del propio regimen de Putin propicien su salida y el restablecimiento del orden mundial mediante alguna suerte de negociación de territorios con los grandes actores mundiales, China incluida, en la que saldrá ganadora si Occidente no reconoce la realidad.
En definitiva, nos encontramos ante un escenario geopolítico que ya se sabe es tremendamente complicado y en el que, no es casualidad, detrás de la gran cantidad y variedad de conflictos y crisis existentes en el mundo, el régimen chino y el ruso juegan algún tipo de papel. Un escenario geopolítico en el que Occidente - y no olvidemos que Panamá y su canal son parte de él- sufre de un “déficit de atención” cuando se trata de analizar a China y su estrategia contra ese Occidente con el que tiene “cuentas pendientes” y que debería entender, y aceptar, que el verdadero problema para la estabilidad mundial, liderada por las naciones occidentales con Estados Unidos al frente, no es el actual régimen ruso de Vladimir Putin. Es la China comunista de Xi Jinping.