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La Real Academia Española define las palabras discurso y acción. “Discurso: razonamiento o exposición de cierta amplitud sobre algún tema, que se lee o pronuncia en público”. “Acción: Resultado de hacer.” https://dle.rae.es
Un domingo estaba caminando por una de las calles del centro de la ciudad y crucé un semáforo peatonal cuando la luz estaba en color rojo. Por esta acción incorrecta, un adulto mayor, parado al otro extremo de la calle, me indicó: “usted conoce las reglamentaciones y cruzó”. Mi justificación fue, “crucé la calle porque los domingos hay pocos automóviles utilizando esta área”.
El adulto mayor, hizo la siguiente pregunta “¿Cómo queremos cambiar como personas y país si nuestro discurso y la acción son diferentes?” Esa pequeña frase me ocasionó vergüenza, pedí disculpas por ese error. Este consejo me ayudó a reflexionar acerca de mi discurso y mi acción.
Recordé las siguientes líneas: “El que es fiel en lo poco lo es también en lo mucho, y el que es injusto en lo poco lo es también en lo mucho”, Juan 16: 10.
Estas palabras para las personas que nacieron entre los años 1915 al 1945, tuvieron mucho valor. Sus discursos relacionados con: buenos días, por favor, gracias o usted, cómo se siente. Reflejaban respeto, paciencia y compromiso. Para esa generación, la familia era la base y en ella se cimentaba los valores éticos y morales.
El discurso estaba relacionado con la acción, inculcaban decir buenos días y ellos eran los primeros en decirlo. Cuando pedían el machete al vecino utilizaban las palabras: por favor, gracias y lo devolvían. La educación se resumía en dar el ejemplo, empezando por los actos sencillos.
Todos exigimos rendición de cuentas, pero esta debe iniciar por nosotros mismos. Queremos que todos cambien: el esposo, la esposa, los hijos, la familia, la sociedad, las empresas y los gobernantes. ¿Qué estamos haciendo para lograrlo? Como persona, sociedad, empresa y gobierno, ¿cuál es el discurso y la acción?
Cuando pides algo se dice por favor y cuando lo recibes gracias; sin embargo, el ajetreo del día impide decirlo.
Al ingresar a un lugar público se dice buenos días, se omite este saludo porque en ese instante la prioridad es leer los mensajes recibidos en el celular.
Pensamos, enseñar los valores es tarea de los docentes; no obstante, esto empieza desde el hogar.
Como sociedad, cada día hay más corrupción, deberíamos formularnos la pregunta ¿Qué podemos hacer para fortalecer la educación en valores desde la familia?
Como empresa, ¿qué estoy haciendo para mejorar la comunicación con mis accionistas, colaboradores, clientes, proveedores y comunidad?
Como gobernantes se acabará con la corrupción, pero se evita elaborar el plan operativo anual y realizar la rendición de cuentas al final del año para evaluar lo planificado versus lo ejecutado.
Si queremos “un mejor futuro para Panamá”, debemos tener coherencia entre el discurso y la acción. Debemos ponernos la camiseta roja para trabajar en equipo e identificar el FODA del país (fortaleza, oportunidades, debilidades y amenazas), enseñar a las nuevas generaciones la importancia del ahorro, disminuir la deuda pública, evaluar los logros obtenidos en este quinquenio y determinar objetivos realistas.
Desde nuestras familias deberíamos educar como lo hicieron las generaciones silenciosas y grandiosas con el discurso y la acción. “Enseña al niño el buen camino, y aun cuando sea viejo no se apartará de él” Proverbios 22: 6.