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- 12/11/2024 11:24
El dilema de las propinas
El tema de las propinas se ha salido de control. Ahora por nada, te pasan un iPad con una ventana de opciones: 10 %, 15 %, 20 % y hasta 30 %. El otro día por comprar una viril de pan, me pusieron la pantallita con la opción del 15 % o 20 %. Incluso, en las cajas de autoservicio, ya encuentras la opción de agregar una propina. O sea, una propina a mí mismo por hacer el trabajo.
Con lo cual, es importante definir qué significan las propinas y qué filosofía representan tanto para los trabajadores como los consumidores.
En lo personal, siempre he dejado buenas propinas en restaurantes, hoteles, delivery y valet parking. Y entre mejor el servicio y la atención, más alto el porcentaje. Si la calidad es excepcional, no dudo en dejar hasta 20 % de propina.
El problema es que las propinas se han convertido en pantallas que están en lugares donde nunca antes se había dado propinas. Lugares de comida rápida, talleres de cambio de aceite y estaciones de autoservicio. Es totalmente irracional. Y si no doy propina, entonces me hacen sentir mal por eso. Pienso que debería haber normas al respecto. Ahora mismo nadie tiene idea de cuáles son esas normas. Y por eso todos estamos atrapados al tratar de decidir qué botón presionar en estas situaciones.
Definitivamente, las propinas se han disparado por tres razones. La primera es la tecnología. Los sistemas de pago basados en tablets están por todas partes y es muy fácil agregar una pantalla de propina de 10 %, 15 %, 20 %, etc.
La segunda es la pandemia. Hubo una explosión de propinas en lugares donde no solían existir: propina al repartidor de delivery, propina al despachador del restaurante por pick ups, etc.
Y la tercera razón es económica. Cuando las empresas empezaron a reabrir, hubo que motivar a los trabajadores y las propinas se convirtieron en una forma de atraerlos. Y comenzaron a agregar opciones de propinas a las pantallas que aumentaron su salario. Y si había una cafetería con pantalla de propinas y otra sin pantalla, adivinen dónde decidieron ir a trabajar.
Y ahora nadie sabe cómo pararlo. Las propinas representan una porción importante de los ingresos de un trabajador. En muchos casos, 20 % y el 30 %. Y las empresas no pueden simplemente decir, nos vamos a deshacer de la pantalla de propinas y colocar nuevamente un frasco al lado del cajero para que la gente deje sus monedas cuando quiera. Eso no procede porque sería un enorme recorte en el ingreso para esos trabajadores.
La otra alternativa sería eliminar las propinas y aumentar los salarios. Y en lugar de pagar $3 por hora y $2 en propinas, la empresa ofrecería $5 por hora. Pero entonces la empresa tendría que subir los precios, y el público consumidor de ninguna manera va a aceptar más aumentos de precios. Deshacerse de la propina no es una opción lógica porque no es fácil aumentar los precios para compensar un aumento de salarios. Así que al final seguirá existiendo esa relación de amor y odio con las propinas.
Pienso que, en el fondo, a la gente le gusta el control y con las pantallas se acabó ese control. Ya no hay opción: una pantalla frente mío, con la cajera mirándome, y con varias personas en la fila detrás mirándome también. Esa es la experiencia que siento realmente y no es muy buena que digamos.
Con estos aumentos en las propinas, una pregunta que siempre sale a flote es si los trabajadores reciben la propina o el propietario de la empresa se la embolsa. Lo ideal es que sea el trabajador quien la reciba. Por norma, ni el dueño del negocio ni los gerentes pueden cobrar las propinas. Si eso es así, sería un robo a mano armada. La norma es que el trabajador, la persona que entrega el café, sirve la comida o despacha el producto, recibe su propina. A menudo se agrupa entre todos los trabajadores que trabajan en ese turno o incluso entre todos los trabajadores que trabajan durante una semana entera. Pero el dinero siempre es para los trabajadores.
Y así debería ser. Lamentablemente, cada día hay más trabajadores en toda la economía cobrando propinas. Y en tiempos como los de ahora, donde no hay mucho “chenchén”, esos trabajadores son vulnerables a la posibilidad de que la gente les dé menos propina. Las personas están nerviosas por sus bolsillos y les está costando ser tan generosas como antes. Por eso es oportuno tomar en cuenta las circunstancias y sensibilizarse con la realidad. Seguro vendrán mejores tiempos, pero mientras llegan es conveniente guardar esas tablets con propinas sugeridas de 20 % por hacer absolutamente nada.
*El autor es empresario