• 29/11/2024 18:23

El círculo aporofóbico, violación y aborto en Panamá

¿Qué está pasando en Veraguas? Es la pregunta y el tema del tema a discusión en clase, en los estos últimos días, en particular, y en relación con la noticia de la menor (11 años) víctima de violación supuestamente cometida por su padre quien le deja embarazada y, ya en el 2022 conocimos del caso de la menor de Chiriquí quien se le tuvo que practicar cesárea y llego a cumplir sus nueve años en compañía de su hijo recién nacido.

De la indignación colectiva, seguro escucharemos propuestas de aumentar la pena del delito de violación cuando implica un acto sexual contra un menor de 14 años, con pena de doce a dieciocho años (art. 175); o tal vez, se sugiera la castración química o cualquiera otra que suponga un simbolismo irreal y poco efectivo de las usuales propuestas legislativas en materia Penal.

Las anteriores propuestas, aunque estén bien intencionadas de seguro que no tendrán impacto alguno en la vida de menores que merecían, en su momento, una protección integral del Estado para prevenir y evitar de que fuesen víctimas de una violación abominable, perpetrada en muchas ocasiones por un familiar.

Sin querer abrir una discusión digna de Pandora, no podemos dejar pasar por alto, que nuestro país en materia de violación sólo permitirá un aborto en caso de que la denuncia se presente dentro del término de las primeras ocho semanas (aborto ético) y con el debido control médico estatal para la autorización y práctica de tal aborto, y es aquí donde no quedamos en ese contexto aporofóbico, pues una menor con mayor capacidad de recursos a su favor su familia puede que acuda a practicaselo fuera del país o lo haga de manera clandestina en nuestro medio, asegurándose con ello de que la menor no lleve al final del camino un embarazo y tenga un hijo producto de una violación.

Cuando hablamos de aporofobia nos referimos al odio, rechazo o discriminación hacia los pobres, y desde esa conceptualización y de lo expuesto, el sistema penal puede resultar aporófobo, y someter a las niñas, adolescentes y mujeres pobres en general, a una mayor victimización pues los plazos para realizarse el aborto ético en la actualidad se hacen difíciles de cumplir o se ignora que pueden abortar, entre otros.

Si reconocemos, entonces, que debemos doblemente considerar modificar nuestra legislación, desde el plano del sistema educativo y de salud, brindando de manera integral programas que informen a todo menor que nadie le puede acceder sexualmente, incluyendo a su papá, su hermano o vecino, estaríamos en camino de un cambio significativo.

Hay que agregar, que los padres, familiares y personal escolar deben estar alerta, para identificar casos en que los menores son objeto de abuso; quizás citas de control médico obligatorias, pues llama la atención que en esos casos nadie aprecie cambios conductuales y fisiológicos en esa menor víctima de violación.

Como se aprecia y sabemos, según los medios de comunicación, que estamos viviendo, un círculo vicioso cruel y aterrador, donde las víctimas de una violación, generalmente, “cargan” con una criatura producto del delito, hecho que me recuerda las palabras de Herbert, “La atrocidad es reconocida como tal por la víctima y el perpetrador por igual, por todos los que la conocen a cualquier distancia. La atrocidad no tiene excusas, ningún argumento atenuante. La atrocidad nunca equilibra o rectifica el pasado. La atrocidad simplemente arma el futuro para más atrocidades. Es autoperpetuante sobre sí misma, una forma bárbara de incesto. Quienquiera que cometa atrocidad también comete esas futuras atrocidades así engendradas”.

En resumen, estando en 2024, la respuesta del Estado y de la comunidad, de una mera condena a quien viole a una menor de edad, no es nada para sentirse halagado ni satisfecho, porque las respuestas actuales son ineficaces, simbólicas con aumentos de pena, que reflejan una crisis social y una completa indiferencia hacia los derechos humanos de la niñez y adolescencia, porque en muchas ocasiones hay secretismo, ignorancia y limitaciones respecto a su derecho de poder abortar, y con ello se ven envueltos en una aterradora maternidad forzada.

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