• 11/11/2020 00:00

Diplomacia: fin de la Era Trump, inicio de la Era Biden

Si bien es cierto que el presidente Donald Trump puso la lupa y se concentró en los “intereses nacionales” y consumó el giro aislacionista frente a situaciones imperantes del mundo, las pocas veces que lo noté como conductor de la política exterior de su país, fue decepcionante.

Si bien es cierto que el presidente Donald Trump puso la lupa y se concentró en los “intereses nacionales” y consumó el giro aislacionista frente a situaciones imperantes del mundo, las pocas veces que lo noté como conductor de la política exterior de su país, fue decepcionante.

Pareciera que la política exterior del presidente Trump tuvo característica reduccionista en el mundo multilateral, recordemos cuando abandonó, a solo seis (6) meses de su administración, el Acuerdo de París, que no era más que el mayor pacto para hacer frente a la crisis climática que establece un plan de acción mundial para limitar el calentamiento global. Este foro estaba conformado por más de 185 países.

De igual manera, como desastroso consideró el Acuerdo Nuclear con Irán, del cual se retiró. Basándose en los defectos que, a su juicio, arrastra el pacto, enfatizando el hecho de que fue ineficaz para frenar el programa nuclear iraní.

Como daño colateral, amenazó al resto de los países, incluso a sus socios europeos, advirtiéndoles que en el caso de mantener vigente el acuerdo, “Todo país que ayude a Irán en su búsqueda de armas nucleares podría también ser fuertemente sancionado por Estados Unidos”, aunque la ONU instó al resto de firmantes del pacto a que lo siguieran respetando.

Muy recientemente y en plena pandemia provocada por la COVID-19, el presidente Trump anunció que ponía fin a su relación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), pues la consideraba bajo el "control" de China y que no había llenado las expectativas ni los cambios necesarios, después del aviso que le mandó al congelar su contribución de fondos el pasado mes de abril.

Estados Unidos fue uno de los pioneros del multilateralismo y son ellos llamados a preservarlos y reinventarlos, según expertos en política exterior.

Ante estos hechos particulares y sin precedentes en la diplomacia internacional, son muchos los que consideran que Washington está perdiendo su liderazgo internacional en el nuevo tablero geopolítico, quizás dando como consecuencia el fortalecimiento de otros polos de poder y dominio. Esta era suscitó mucha preocupación sobre la dirección o liderazgo de los Estados Unidos y sus compromisos internacionales.

Su relación con el continente americano, a excepción del triángulo norte, fue exigua o hasta escasa, no hubo mayor presencia de su política exterior en la región, y, como lo mencionamos, la concentró con sus vecinos y socios comerciales.

La tradicional y fuerte relación con Europa se vio minada en estos últimos cuatro (4) años, Estados Unidos dejó de verse como el aliado incondicional, debido a contantes desplantes y amenazas hacia el viejo continente. Hoy, esos 27 países ven con cautela lo que pasará en el futuro con su viejo aliado, con el cual incluso estuvo a punto de darse en una guerra comercial abierta.

Con la región asiática la tensión se concentró en los enfrentamientos abiertos que llevaron a la guerra comercial con China y la intención de desnuclearización de la península coreana. Ambas naciones asiáticas, en las postrimerías de la Era Trump, consideraron estrechar sus lazos amistosos frente a los que consideraban nuevos cambios y amenazas en el escenario mundial, Beijing y Pyongyang decidieron fortalecer aún más sus “lazos de sangre”, como califican sus actuales relaciones.

Ahora, frente a los nuevos vientos de cambios que acarician la Casa Blanca con el contundente triunfo de Joe Biden, como presidente número 46 de los Estados Unidos, se vislumbran nuevos horizontes, todo parece indicar que la tarea a abocarse es la recomposición y reconsideración de lo que será la nueva política exterior estadounidense.

El presidente electo de los Estados Unidos ha manifestado su interés en volver al Acuerdo de París sobre el clima y a la Organización Mundial de la Salud, que Trump abandonó. Y quiere organizar, en su primer año en la Casa Blanca, una "cumbre de las democracias", reafirmar su apego al multilateralismo y enmendarse con los aliados occidentales menospreciados por la diplomacia trumpista, marcados en estos cuatro años por la preocupación sobre la fiabilidad de la diplomacia norteamericana y su credibilidad con los compromisos internacionales.

La suerte fue echada el pasado 3 de noviembre 2020, un nuevo rumbo se vislumbra en la política exterior de Washington, la cual debe pretender romper el aislamiento y la política de confrontación que se generó en los últimos años; los retos son múltiples y complejos y esperemos que el presidente electo, Joe Biden, sea consciente de que el mundo en los últimos cuatro años cambió, y no es el mismo que dejó cuando fue vicepresidente.

Diplomático de carrera.
Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones