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- 10/05/2024 23:00
Del clientelismo al idealismo
Muchos hemos presenciado el nacimiento de una gama de estilos de liderazgo desde diversas perspectivas, que implican una creciente comprensión por la mejora de las habilidades y las competencias de los líderes, en contrariedad con otros tipos de liderazgo tóxicos que dañan su entorno y no son sostenibles, en este contexto aparece el “innoliderazgo” que se sustenta en el idealismo y viene a ser una alternativa contraria al clientelismo.
Durante las últimas décadas, hemos vivido un incremento en la literatura de las técnicas de liderazgo, desde perspectivas social, económica, tecnológica y empresarial. Se ha visto también una diversificación de los tipos de liderazgo y una mejor interpretación del liderazgo como la manera de que algunas personas dirigen empáticamente a otros para el perfeccionamiento de las competencias de los miembros de sus equipos de trabajo. Hasta se ha escrito sobre los liderazgos tóxicos, que impactan negativamente sus entornos mediante la manipulación, intimidación, opacidad y muchas veces cargados de lenguaje de odio.
Cada día queda más evidente para los nuevos líderes políticos que su función en la comunidad no consiste en gratificar a sus seguidores con obsequios. Si no que el verdadero y efectivo liderazgo debe más bien inspirar, unir y servir de catalizador para que la comunidad en su conjunto aporte ideas y soluciones para sus problemas. Por lo tanto, intentar emular el liderazgo empresarial cuando se trata de objetivos sociales, tiende a crear una relación transaccional de bienes entre los líderes y sus seguidores, este trueque o negociado viene confundiendo desde hace años a los líderes sociales y a sus seguidores, quienes se acostumbraron a esperar beneficios tangibles inmediatos para sí mismo, en vez de beneficios intangibles a mediano y largo plazo para la mayoría.
Es precisamente por este contexto de cambio y transformación que el liderazgo en Panamá sufre una desconexión entre los líderes tradicionales con sus masas, derivada por una falta de adaptación de las soluciones que propone el líder a los problemas del entorno cambiante de la comunidad, por lo tanto, en el plano político surgen nuevos liderazgos, más orgánicos que logran vencer a los partidos con liderazgos institucionales de alto nivel de clientelismo y bajo nivel de idealismo.
Parece que la ruptura de este ciclo vicioso está siendo impulsada por el emergente liderazgo de la innovación, o lo que podríamos llamar “innoliderazgo”, pues en entornos cambiantes, como los que se viven ahora, el liderazgo tradicional enfrenta grandes desafíos, por lo tanto, el buen líder además de contar con habilidades de liderazgo habrá de ser capaz de fomentar la innovación y la creatividad entre su equipo, para lograr satisfacer la necesidad de adaptación continua a las nuevas exigencias de manera rápida.
Evaluando las circunstancias actuales se puede observar que los líderes más exitosos están teniendo la habilidad de liderar la innovación, es decir implementar, fomentan y dirigir a las personas de su entorno de una manera diferente, lo cual no solamente implica tener ideas innovadoras, sino también explicarlas y llevarlas a la práctica de manera efectiva, esas ideas impulsoras de cambios significativos son la causa y efectos de los líderes visionarios, capaces de inspirar y premiar con el idealismo en vez del clientelismo.
El “innoliderazgo” está orientado a dirigir el método de innovación, y a diferencia del liderazgo tecnológico que se refiere a tener la capacidad de dominar la tecnología, el “innoliderazgo” se puede aplicar tanto a individuos como a equipos. Y entre sus principales características está la capacidad de visión a mediano y largo plazo, con una orientación prospectiva que no solamente define el futuro si no establece la metodología para cambiarlo a favor de las necesidades de la comunidad. Otra característica es la creatividad, en el “innoliderazgo” se debe estar acostumbrado a encontrar soluciones originales a problemas complejos. Por otro lado, el “innolider” debe tener elevados niveles de tolerancia al riesgo, siempre orientado a que el fracaso es parte de un proceso de aprendizaje para lograr tomar decisiones mejores en el futuro, otra característica del “innoliderazgo” es su capacidad de inspirar basado en el entusiasmo y en el compromiso hacia su equipo, con la empatía suficiente para poder escuchar y colaborar para alcanzar objetivos compartidos con su equipo, además de los objetivos propios de la organización.
Todo parece indicar que llegaron nuevas maneras de liderar para nuevos tiempos, estas nuevas maneras están orientadas a una mayor flexibilidad y mayor apertura al cambio. Lo cual permite una mejor adaptación a las circunstancias, de tal forma que se pueda ajustar el enfoque según vayan cambiando los objetivos orientados al triunfo. Y, por otro lado, con una capacidad de aprendizaje continuo, encontrando oportunidades y desarrollando fortalezas en la medida que los desafíos obligan a cambiar el abordaje.
En un mundo donde la innovación y el cambio es lo normal, es lógico que también haya evolucionado el método de liderar hacia el “innoliderazgo” puesto que el verdadero liderazgo no se trata de tener solamente ideas innovadoras, sino de llevarlas a cabo y aprender de las mismas. Como dijo JFK, “El liderazgo y el aprendizaje son indispensables el uno del otro”, y nunca ha sido más cierto.