Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
Recibí una llamada telefónica de una prima, informándome que estaba internada en la Especializada. Desde hace 2 semanas en espera de que la intervinieran quirúrgicamente y me avisaba la fecha de la operación, —me pidió que la cuidara en el hospital la primera noche después de la operación porque no se podía levantar. Le dije: que sí, con mucho gusto.
Llegó el día de la operación: me manifestó que me preparara bien con la ropa con que iba a pasar la noche, sobre todo porque hacía mucho frío. Llegué al hospital a eso de las 7:30 de la noche, pude entrar sin problema a la sala donde se encontraba mi prima con mi ropa adecuada, encontré una vieja silla, dura e incómoda al lado de la cama, donde pasaría la noche sentada, pero “bueno, pensé que solo era esa noche y se pasaría rápido”.
A medida que iban pasando las horas en el hospital lúgubre, frío y triste así mismo iban pasando cosas, que muy a mi pesar eran muy desagradables para los enfermos que se encontraban allí. Mi prima no estaba sola en la sala, había más pacientes con distintas situaciones esperando que les llegara el turno para su operación, algunas tenían hasta un mes de estar hospitalizada esperando.
Las horas transcurrían y cada hora que pasaba era un pesar, llegaban las enfermeras al cuarto y sólo encendían la luz sin ninguna contemplación para atender al paciente que le tocara el medicamento, halaban sillas viejas que parecían una carreta sin ningún tornillo por todo el pasillo.
Vi cómo ingresaban a un paciente en el cuarto de cuidado semiintensivo estrellaban la camilla con la puerta. El pobre se estremeció de cabeza a pies y siguieron como si nada, de repente me asusté tanto que salí de un salto al pasillo por el ruido estruendoso que escuché y era que arrastraban un tanque se oxígeno por todo el pasillo no sé a dónde lo llevaban.
A todo esto mi prima no podía conciliar el sueño y los demás pacientes sólo los escuchaba que decían “¿qué está pasando?”. Lo último que pude ver fue que como a las 4:00 a.m. de repente mi prima pregunta; “Señor, ¿qué hace usted aquí?”. Se trataba de un paciente que también estaba hospitalizado, la sala es mixta, contestó que estaba perdido. Al día siguiente, en efecto comprobé que sí se trataba de un paciente, pero resultó que le robó el dinero a una de las que estaba en la habitación de mi prima.
La verdad fue un tormento pasar la noche en este hospital, no por pasar la noche sentada en aquella vieja silla dura e incómoda, sino de ver el poco respeto y consideración que se les tiene a los pacientes que allí se encuentran. Quienes creo que merecen por lo menos un trato justo.
Si esto pasa en la noche, ¿cómo será el día? El personal que labora en un hospital es quien tiene que practicar el lema de ¡Silencio!
-La autora es abogada.breyda28@hotmail.com