• 27/03/2021 00:00

Crisis de la CSS, respuesta a Gerardo Berroa

“Es imperativo que encontremos, en armonía, la fórmula que le dé sostenibilidad al programa IVM de la CSS. Fácil no será. Requerirá sacrificios de unos más que de otros, pero de todos en general”

Estuve leyendo y analizando su editorial del pasado 4 de marzo de 2021 y lo vi interesante. Por fin alguien escribe con propuestas y no solo para quejarse. Mi primer comentario gira en cuanto a la posición de algunos grupos en su postura de patria o muerte en cuanto a discutir las medidas paramétricas. La veo como una postura netamente populista, en la que no hay disposición de entrar en la discusión técnica para dilucidar el tamaño del problema y entonces encontrar la medida que tenga viabilidad política y que, por fin, dé sostenibilidad al sistema.

A su vez, veo sectores que vienen pregonando unificar y volver al sistema solidario (SEBD), el mismo que se encuentra quebrado en todos los países donde existe. Y está quebrado por una sencilla razón. A Dios gracias, el promedio de vida del ser humano, a nivel mundial, ha aumentado. Hace 70 años, cuando se popularizaron estos programas, la gente se pensionaba en promedio a los 57 años y fallecían a los 62 años, o sea, disfrutaban de una pensión aproximadamente 5 años. En adición, por cada pensionado había 20 o más cotizantes. Hoy día nos pensionamos, los hombres, a los 62 años y vivimos un promedio de 82 años, o sea, disfrutamos de 20 años de pensión, 4 veces más que antes. Las mujeres se pensionan 5 años antes y viven 3 más que los hombres, por ende, disfrutan 28 años de esta renta. Además, hoy día tenemos 4 cotizantes por pensionado. Si juntas estas principales variables con otras que impactan menos al resultado, pero afectan, el problema se convierte en un déficit actuarial nominal de aproximadamente 7 veces el tamaño de nuestra actual deuda pública y a valor presente, 2 veces la deuda de hoy. Por ende, pensar en unificar los sistemas es pan para estos días y una hambruna espectacular para los próximos 30 o 40 años. Si unes los sistemas, lo único que harás es patear la bola para unos 4 o 5 años adelante, pero cuando se acaben esos recursos, el problema será 4 o 5 veces más grande. Claro, las actuales reservas servirán para pagar a los pensionados de hoy, menos de 300 mil, dejando sin reservas a más de un millón de futuros pensionados. Obviamente, no es opción.

La proporción del problema es de dimensiones tan exageradas que, sin lugar a duda, comprometería el futuro de nuestro país en las próximas décadas. El desastre en las finanzas públicas sería tal que haría ver el impacto que ha causado la COVID-19 como un relajo.

Interesante ver la opción que ofrece de incrementar las cuotas a 420 y una vez aportadas las mismas, la persona puede jubilarse cuando desee. Pero es evidente que no es suficiente. Pedir a la empresa privada que realice un aumento general de sueldos, que asumo sería, aproximadamente, del 5 %, y que reparta con el obrero la cuota obrero-patronal, suena interesante, pero habría que ver, en estos tiempos de crisis por pandemia, qué tanto podrían las empresas cubrir este egreso.

Con todo esto, aún habría que tocar las edades de jubilación. Considero que la mujer debe ser emparejada con la edad de jubilación del hombre. Ese efecto de 8 años debe golpear sustancialmente el déficit del programa. Pero podemos hacer que los que trabajen en oficinas, que tienen menor desgaste físico, se jubilen varios años después de los que realizan esfuerzo físico. Hay que realizar las corridas para calcular qué tanto estas opciones mejoran ese flujo.

Lo importante es que su editorial da ideas y luces para la discusión. Es imperativo que encontremos, en armonía, la fórmula que le dé sostenibilidad al programa IVM de la CSS. Fácil no será. Requerirá sacrificios de unos más que de otros, pero de todos en general.

Ex diputado de la República.
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