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- 19/02/2021 00:00
COVID-19 y la medicina tradicional en las áreas indígenas
Con la llegada de los europeos a América, los pueblos indígenas tuvieron que enfrentar a los invasores que traían sed y ambición, a toda costa, por el oro indígena, trayendo consigo enfermedades contagiosas, no conocidas por los originarios, entre ellas: influenza, viruela, sarampión, tifoidea, fiebre amarrilla; posteriores: dengue, paludismo, malaria, cólera, fiebre hemorrágica, gripe porcina, peste negra, plaga de Justiniano, VIH y muchos otros.
Los conquistadores asesinaron, en su mayoría, a los médicos botánicos, chamanes, sukias, adivinos, los conocedores ancestrales de la botánica, continuaron estas persecuciones hasta el siglo XXI. Algunos países aún continúan asesinando a esto conocedores de saberes milenarios; ejemplo, Guatemala, en caso reciente.
A pesar de haber enfrentado esta larga lista de enfermedades contagiosas y malignas, los pueblos originarios estuvieron en desventaja frente a conquistadores en este encuentro; sin embargo, aún sobreviven los pueblos indígenas en nuestro país y en nuestra América indígena, en pleno siglo XXI, muchas veces abandonados por el Estado.
La medicina tradicional ancestral se viene practicando haces más de 15 000 años, desarrollada en las grandes civilizaciones, entre ellas podemos mencionar: Mesopotamia, Grecia, Egipto, China, India, Roma y muchos otros. Luego, en las primeras migraciones de los antiguos asiáticos hacia América, la trajeron consigo y fue desarrollada en las civilizaciones de los mayas, aztecas, chibchas, incas y aún perduran estos conocimientos milenarios en la actualidad.
En los países americanos, los practicantes de medicinas tradicionales son individuos a los que también se les denomina chamanes, “medicine people”, curanderos, médicos, parteras, herboristas, sacerdotes, sacerdotisas y guías espirituales. Un aspecto fundamental común a los practicantes de medicinas tradicionales en los países americanos, que constituye también un factor que distingue a los practicantes indígenas, es un enfoque de la curación basado en una comprensión y un acceso al conocimiento ofrecidos por el mundo físico y espiritual mediante el uso de ceremonias. Los practicantes de tratamientos tradicionales son el enlace con el mundo espiritual y poseen una conciencia y entendimiento de la naturaleza espiritual de la totalidad de la vida y de su relación con la salud humana y la armonía ambiental. Utilizan al medio ambiente y los recursos físicos, juntamente con el ritual y la ceremonia. Hacen uso de la guía espiritual y de las plantas medicinales para restaurar la salud de la mente, el cuerpo y el espíritu.
A diferencia del conocimiento de la medicina occidental, el conocimiento medicinal indígena constituye la culminación de miles de años de desarrollo y perfeccionamiento. Los practicantes de medicinas tradicionales de todos los países americanos afirman que son los conservadores de las enseñanzas médicas que provienen desde el inicio de los tiempos y como tales, poseen obligaciones y responsabilidades sagradas en cuanto a la trasmisión de su conocimiento. Las leyes y los protocolos han evolucionado y se han desarrollado a lo largo del tiempo como enseñanzas orales dentro del proceso tradicional de la trasmisión del conocimiento y la práctica y base de conocimiento de la medicina tradicional.
La utilización y el impacto benéfico de las prácticas de la medicina tradicional para la salud, cultura y bienestar social de los pueblos indígenas han sido reconocidos internacionalmente a nivel de las Naciones Unidas, hecho que se verifica en distintas resoluciones y políticas de organizaciones, tales como la OPS, OMS y el Banco Mundial. Los conocimientos, prácticas e innovaciones de los poseedores del conocimiento tradicional han sido considerados benéficos para los compromisos mundiales de acabar con el daño ambiental, como el Convenio de Diversidad Biológica. Los sanadores de los países americanos poseen ese conocimiento tradicional y ejercen prácticas que forman parte integral de las innovaciones. Dentro del contexto actual de recuperación de los daños causados por la opresión, tanto colonial como reciente, la libre expresión de los DDHH e indígenas requiere la promoción activa de los conocimientos, prácticas e innovaciones conservadas y ejercidas por los practicantes de las medicinas tradicionales.
En 2020 apareció una nueva pandemia, esta vez afectó a nivel global, dejando secuela de fallecidos y contagiados a sus pasos por cada país; Panamá no escapó de esa realidad, un nuevo enemigo de los indígenas y no indígenas, sin racismo ni discriminación, conocido como COVID-19, el cual tuvo su origen supuestamente en China.
A la llegada de la COVID-19 a la región comarcal, esta población se encuentra con un divisionismo interno profundo; una ingobernabilidad jamás vivida, tres cacique y tres congresos tienen dividido al pueblo, se disputan el liderazgo sin resultado positivo.
La COVID-19 entró a la comarca Ngäbe-Buglé y hasta la fecha, ningunos de esas supuestas autoridades tradicionales se ha pronunciado sobre la seguridad protección y control de contagio en los territorios Ngäbe-Buglé.
Ahora los pueblos indígenas tienen conocimiento sobre la medicina tradicional y muchos han recurrido a esas prácticas y conocimientos milenarios, por lo cual un sinnúmero de personas no acude al Minsa, por los tratos inhumanos, muchas veces marcados de racismo y discriminación, que dan algunos funcionarios de la salud a los pueblos originarios, por no saberse explicar debidamente en el idioma español.
En nuestro país existen legislaciones referentes a estas prácticas del uso y costumbres de plantas medicinales, Ley 10 del 7 de marzo de 1997 y la Ley 17 del 27 de junio del 2016; además, hay muchos instrumentos internacionales que Panamá ha ratificado. Sin embargo, existen una enorme brecha y vacíos para la implementación por parte del Estado panameño. Por lo cual estos pueblos indígenas se han tratado en sus propias comunidades, a base de las plantas medicinales indígenas para hacerle frente a la COVID-19.