• 31/10/2020 00:00

La controversia por la palabra 'matrimonio' carece de sentido

La Etimología es el estudio de la raíz u origen de las palabras de cualquier idioma. Por ejemplo, las palabras del español, generalmente, provienen de una o más palabras del latín o del griego que se hablaban en tiempos del Imperio romano.

La Etimología es el estudio de la raíz u origen de las palabras de cualquier idioma. Por ejemplo, las palabras del español, generalmente, provienen de una o más palabras del latín o del griego que se hablaban en tiempos del Imperio romano. Consiguientemente, a menos que se trate de un objeto o concepto exclusivamente nuevo, el significado de la mayoría de las palabras del español siempre es exactamente el mismo que el de la(s) palabra(s) en latín o en griego utilizadas para crearlas.

En el caso específico de la palabra “matrimonio” del español, esta procede de la palabra del latín “matrimonium”, que a su vez resulta de la unión de dos palabras del latín: “mate”, que significa “madre”, y “monium”, que significa “obligación”, y que se utilizaba como sufijo para darle un acento legal a la primera palabra; así que el significado de la palabra del latín “matrimonium” gira alrededor de “las obligaciones (legales) de, o para con una madre”.

Todo indica que los romanos fueron los primeros en darle mal uso a la palabra “matrimonium”, pero eso no justifica que posteriormente siempre hayan existido personas que también le den mal uso a esta palabra, sin fijarse en su raíz etimológica, que solo es aplicable a las mujeres que dan a luz nuevos seres humanos.

Cabe notar que los dos primerísimos significados que la Real Academia Española da a la palabra “madre” son: “1. Mujer que ha concebido o ha parido uno o más hijos”, y “2. Mujer en relación con sus hijos”. De modo que, para que exista un “matrimonio”, primero tienen que existir una mujer y uno o más hijos que ella haya parido.

Una razón por la que esa combinación de palabras en latín fuera escogida originalmente seguramente fue que la supervivencia de cualquier pueblo está sujeta a que existan suficientes madres que den a luz a suficientes niños para reemplazar a las personas que fallecen; porque, de otra forma, tarde o temprano, el pueblo entero desaparecería.

Hay que reconocer que muchos homosexuales han ayudado enormemente a la humanidad, como recientemente lo hizo Alan Turing, el científico inglés pionero del desarrollo de las computadoras, especialmente la que se utilizó para acabar de descifrar la máquina codificadora “Enigma” de los Nazis [un trabajo iniciado por un equipo de matemáticos polacos], un logro que ayudó a acortar grandemente la Segunda Guerra Mundial, algo que lamentablemente no evitó que el Gobierno inglés violara sus derechos humanos, a tal punto que se suicidó dándole un mordisco a una manzana envenenada.

Pero injusticias como las cometidas contra Turing u otros homosexuales no le dan derecho a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ni a cualquier otro tribunal defensor de los derechos humanos, a tratar de forzar a la sociedad a cambiar el significado de las palabras que durante siglos han mantenido un significado basado en sus raíces etimológicas, porque entonces se estaría violando el derecho de la ciudadanía a que se respete su cultura y su lenguaje; y porque, como dijo el prócer y expresidente mexicano Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

La única forma lógica para crear una palabra en español que signifique “unión de homosexuales”, sería encontrar dos o más palabras del latín o del griego que tengan exactamente el mismo significado. Por ejemplo, una de varias palabras en latín que los romanos utilizaban para referirse a los homosexuales era “cinaedus”; y, por otra parte, la palabra “jugium” significa “unión” en español. Entonces, la combinación de estas dos palabras en latín podría servir para crear una nueva palabra en español que signifique “unión de homosexuales”, como pudiera ser “cinedugio”, o algo similar.

Si la combinación de las palabras en latín arriba señaladas para referirse a la “unión legal de homosexuales” no les gustara a los interesados, siempre les quedaría la opción de utilizar dos o más palabras del latín, del griego o del hebreo.

Ingeniero eléctrico.
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