• 27/10/2022 00:00

La conspiración y la República

“El doctor Molina Castillo entrega esta obra como otro aporte de su vasta producción de notables y valiosos libros que escudriñan nuestro pasado”

El libro Conspiración y República de Panamá, cuyo subtítulo es La conjura de 3 y 5 de noviembre de 1903, del historiador Mario José Molina Castillo, constituye una obra esencial para la comprensión desapasionada de los acontecimientos concurrentes en la formación de la República de Panamá, patrimonio común que, pese a la fuerte presencia colonial sufrida en el corazón de su territorio por muchas décadas, subsiste por más de un siglo con sus defectos y sus virtudes, sus fracasos y sus logros, sus frustraciones y sus esperanzas.

El doctor Molina Castillo entrega esta obra como otro aporte de su vasta producción de notables y valiosos libros que escudriñan nuestro pasado. Este libro, bien dice su autor, buscar romper paradigmas tradicionales y salir de lo que denomina el “encasillamiento bibliográfico tradicional”, con la utilización de nuevas fuentes documentales, que permitan entender ese fenómeno independentista, con base en las realidades de la época y sin los anacronismos que enturbian esa realidad.

La historiografía tradicional colombiana denomina la acción del 3 de noviembre de 1903 como “La pérdida de Panamá”, pero convenientemente olvida que no fueron los istmeños, sino las autoridades de la Nueva Granada las que suscribieron, en 1846, el Tratado Mallarino-Bidlack, que permitió a los Estados Unidos de América, entre 1856 y 1902, intervenir militarmente en catorce ocasiones para garantizar “los derechos de soberanía y propiedad de la Nueva Granada” sobre el Istmo de Panamá y “la perfecta neutralidad” de este territorio. Por eso, el presidente Teodoro Roosevelt con crudeza expresó: “Si no fuera porque los Estados Unidos han ejercido funciones de policía en interés de Colombia, hace muchos años que su vinculación con Panamá habríase roto definitivamente”.

El libro del profesor Molino Castillo denomina, en cambio, al suceso secesionista “Conspiración” y “Conjura”, para significar “el complot” político, que fue ejecutado básicamente por los conservadores, con el concurso de los liberales, para llevar adelante esa ingente tarea, tras el rotundo fracaso en el Senado colombiano de la aprobación del Tratado Herrán-Hay.

Particulares, militares o funcionarios de los Estados Unidos de América, participaron en la trama de noviembre de 1903 y su actuación “Quizá (...) fue decisiva”, dice el autor, y “se ha soslayado en la historiografía con el prejuicio de que al mencionar su intervención se oscurecería la gesta novembrina”. La conspiración fue apoyada militarmente por el poderío naval estadounidenses que, con su marina de guerra, controló “las aspiraciones militares colombianas de recuperar el Departamento de Panamá”.

La conjura nos legó la República y el apoyo decisivo norteamericano hay que entenderlo dentro de las circunstancias y en su empeño por la construcción del Canal. Lo censurable es que el Gobierno de los Estados Unidos de América cobró ese respaldo con intereses leoninos, porque, si bien construyó el Canal que benefició el comercio mundial, pero así mismo sus intereses geoestratégicos, estableció una colonia en el centro del territorio istmeño e instaló bases militares ilegítimas, porque transgredían la Convención de Constantinopla. Sometió así al Istmo a una situación inédita en la historia de las relaciones internacionales, que solo se pudo resolver luego de la extraordinaria y secular lucha del pueblo panameño y los logros alcanzados en los tratados celebrados por el general Omar Torrijos y el presidente Jimmy Carter, que desmantelaron el andamiaje colonial, Panamá -el soberano territorial- recibió el Canal y pusieron fin a la presencia militar extranjera.

Profesor de Derecho, Universidad de Panamá.
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