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- 18/02/2023 00:00
La ciudad en peligro por las nubes multicontaminantes
Actualmente, se combate un incendio en el relleno sanitario de cerro Patacón, aunque llamarle “relleno sanitario” en parte sería subirle el nivel a este “vertedero de desechos” de la ciudad. Como sabemos, a este sitio llega toda clase productos casi sin control y sus lixiviados, término que la Real Academia Española de la Lengua designa para los Líquidos residuales, generalmente tóxicos, que se destilan de un vertedero por filtrado de fluidos a través de la tierra; contaminan aguas superficiales y hasta subterráneas, como un secreto a voces; en este lugar todos los días se exponen personas a enfermedades y lesiones en búsqueda de algunos materiales que pueden ser vendidos y así obtener el sustento diario.
Ahora, para ponerle la cereza al pastel, se incendia, creando un grave peligro a la salud de los bomberos que combaten el incendio, los trabajadores, pepenadores y la ciudad completa a merced de los caprichos del viento. El peligro aquí es algo que llamamos “nubes multicontaminantes”.
Esa mezcla de productos y materiales crea reacciones químicas a veces desconocidas; el fuego puede extenderse a nivel superficial o subterráneo, lo que dificulta su combate y nos obliga a utilizar una composición de técnicas de extinción como sofocación (retirar el oxígeno) o la separación (aislar el combustible del resto de los elementos) por mencionar algunos.
En un estudio, realizado por miembros del Instituto de Investigación Técnica de Suecia (2011), se determinó que: los incendios producen un cóctel complejo de efluentes, todos con diferentes modos de acción y longevidad, toxicidad y ecotoxicidad. Por lo general, el impacto de las emisiones de incendios se puede dividir en efectos agudos y a largo plazo. En términos del impacto ambiental de los efluentes de incendios, los efectos a largo plazo suelen ser más importantes que los agudos. Tradicionalmente, el monóxido de carbono (CO) se reconoce como el principal tóxico agudo en los incendios, aunque muchos otros gases son reconocidos como potencialmente importantes para determinar el resultado de cualquier exposición al fuego. El cianuro de hidrógeno (HCN), los niveles elevados de dióxido de carbono (CO2) y la alteración del oxígeno son también importantes en su contribución a las características asfixiantes de los gases de humo tras la exposición directa.
Otros componentes de los gases de humo que provocan irritación sensorial en los ojos y las vías respiratorias superiores incluyen gases ácidos, producidos por la combustión de materiales que contienen halógenos (donde el hidrógeno cloruro, HCl, es el más común), y una variedad de compuestos orgánicos, tales como: formaldehído, acroleína e isocianatos.
Algunos síntomas conocidos de la afectación son: ardor en los ojos, dificultad para respirar, goteo nasal, flema, sibilancia y tos; las alergias pueden exacerbar en su reacción; en cambio para los trabajadores cercanos a la fuente de emisión adicional a los síntomas antes mencionados pueden sufrir enfermedades pulmonares, daños al cerebro y cáncer, entre otros.
Es de suma importancia que cada persona expuesta utilice los equipos de protección conforme al nivel de exposición, recordando que los químicos pueden acceder al organismo humano a través de la piel, mucosas permeables, inhalación, absorción, digestión o inyección.
Debemos recordar que los efectos a largo plazo se presentan años después de la exposición, por eso es insoslayable que la protección es aquí y ahora; y más si tiene precondiciones de salud que afecten su sistema respiratorio o alergias a factores ambientales.