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- 22/10/2020 00:00
Chapultepec y Salta
La redacción de los acuerdos, contratos o compromisos requiere esfuerzo y mucha atención, porque asumir la responsabilidad de cumplirlos es un reto que puede requerir coraje.
Fácil apoyar una posición cuando la situación que se enfrenta es favorable, difícil se torna cuando las circunstancias se presentan adversas.
La elaboración de la Declaración de Chapultepec sobre libertad de expresión tomó más de un año y, en su preparación, participaron abogados, escritores, periodistas y académicos. Finalmente, fue adoptada en México el 11 de marzo de 1994.
La carta establece que no debe existir ninguna ley o acto de poder que coarte la libertad de expresión o de prensa, cualquiera sea el medio de comunicación.
Luego consagra diez principios que promueven y defienden la libertad de expresión como instrumento para fomentar sociedades democráticas.
Chapultepec, desde su adopción, se ha convertido en referente de la libertad de expresión en el hemisferio. Apoyándose en la sentencia de Thomas Jefferson de que “el precio de la libertad es su eterna vigilancia”, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) no considera suficiente que la mayoría de los países del continente la firmó cuando se instituyó hace más de 25 años, sino que promueve que cada jefe de Estado, al asumir el poder, ratifique su adhesión.
La lectura y promoción de la Declaración de Chapultepec es, sin duda, carta de navegación que se debe conocer a la hora de ser ciudadano de un país democrático, como lo son la Constitución y las declaraciones de derechos humanos. Por Panamá, la suscribieron, en su momento, los presidentes Endara, Torrijos y Varela y la presidenta Moscoso.
Ahora, en un momento particularmente complejo y doloroso durante la pandemia, el presidente Cortizo, aprovechando la inauguración de la 76° Asamblea General de la SIP, firmó Chapultepec, enviando un mensaje claro sobre su compromiso con la libertad de expresión.
Adicionalmente, suscribió la Declaración de Salta del 22 de octubre de 2018, siendo el primer jefe de Estado en hacerlo. Esta defiende las mismas libertades, pero con respecto a las plataformas digitales y fija que el acceso al internet es un derecho fundamental.
Ciertamente, es incómodo para los Gobiernos convivir con medios de comunicación libres en donde se ejerce periodismo independiente. Por eso, al margen de preferencias ideológicas, hoy vemos un constante ambiente de irritación en países como EE. UU. con Donald Trump, México con López Obrador o Brasil con Jair Bolsonaro.
No obstante, es claro que, sin libertad de expresión y derecho de acceso a la información, la existencia misma de la sociedad democrática está en riesgo y, también, que son indispensables para la formación de la opinión pública.
Panamá no está enfrentada a las graves situaciones de violencia que hacen contar, en otros países, por decenas los periodistas asesinados. Esto es algo que debemos ponderar y salvaguardar y, como siempre recalco, ni siquiera fomentarlo con la violencia verbal, que es el preludio de la física.
Ahora bien, como toda situación es susceptible de perfección, cabe destacar que existen retos pendientes, que debemos asumir entre todos: la eliminación de la calumnia e injuria como delitos en la jurisdicción penal; aplicar el principio de igualdad para que medios impresos y digitales no queden sometidos a medidas cautelares desproporcionadas que pongan en peligro el normal funcionamiento de los medios de comunicación y el ejercicio del periodismo; capacitar a los administradores de Justicia; actualizar la Ley de Transparencia con normas modernas de Gobierno abierto y, prestar atención a la difícil situación en que, como al resto del continente, deja la pandemia a la mayoría de los medios de comunicación.
Una de las razones por las que debemos proteger a quienes ejercen el periodismo libre, la señaló John F. Kennedy, casualmente en la inauguración de una Asamblea de la SIP, hace 57 años, porque “a través de la prensa, se crea la vital conciencia pública de lo que es nuestra responsabilidad y una apreciación de los peligros que nos acechan”.