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- 14/10/2024 00:00
Capacochas de la solidaridad
En el antiguo Imperio Inca, muchos emperadores realizaron sacrificios por distintas razones, fueran por guerras, ceremonias religiosas, especialmente para pedir el favor de los dioses y así evitar que la sufrieran sequías, hambrunas o pandemias. Algunos de estos sacrificios se llevaban a cabo con jóvenes o niños, porque tenían la creencia de que un alma pura tenía mayor acercamiento con los dioses y por ello, obtendrían sus favores.
Panamá, en pleno siglo XXI, parece que quiere llevar a cabo sus propios Capacochas o sacrificios, y al igual que antes, se sacrificaba a los jóvenes y a los más pobres bajo el nombre de solidaridad, bien común y justicia social. Aquellos que están dispuesto a sacrificarse a costa de mantener beneficios y privilegios, no les importa si esos jóvenes y personas de bajos ingresos tendrán una jubilación, solo les importa saber que hoy por hoy, ellos si logren tener una jubilación cargada a la factura de las generaciones futuras. Sacrificar a unos para salvar a otros, parece ser la solución que están ofreciendo aquellos que se niegan a perder sus privilegios, no están dispuestos a desmejorar su bienestar a cambio de sanear la distorsión causada por años de un sistema insostenible, insolidario y que depende de los favores del dios llamado “Estado” a través de sus poderes de imposición y obligación.
Su bienestar depende de que sean llevados a la piedra del sacrificio. Solidaridad y empatía le llaman, pero no es más que un pensamiento de tribu, donde hay que hacer lo que sea, con tal que el bien común sobreviva. ¿Qué es el bien común? ¿Quién lo define? Pues en esta ocasión lo define quien tenga mayor poder de fuerza y de persuasión hacia el dios “Estado”.
El pensamiento colectivo o de tribu, aparece en tiempos de miedo, incertidumbre o confusión. Lo que es terreno fértil para influir, y buscar influir en las personas. Lo deshonesto es hacerlo por medio de las malas virtudes: la mentira, la extorsión, el miedo, no pueden ser formas de buscar que la sociedad pueda cuestionar y tener sentido crítico hacia qué le conviene más.
Un sistema basado en un fondo común o beneficio definido, qué beneficio puede entregarle a los jóvenes y a la sociedad. Dicho sistema, no permite que los cotizantes sean dueños de sus ahorros y puedan decidir libremente cómo desean generar rentabilidad de sus ahorros para la vejez. ¿Usted le daría los ahorros de su vida al primer extraño que se le cruce? Seguramente no, ¿y qué le hace pensar que entregárselo al dios “Estado” va a obtener favores y complacencia de quienes están detrás del Estado? ¿Cuántas veces le ha fallado el dios “Estado”?
Los jóvenes no son ganado, ni números dentro de una fila para ser sacrificados. La juventud de hoy en día quiere ser dueña de su trabajo, de sus ahorros y con ello poder ser responsable de sus decisiones. Para ello, necesitan un sistema que les permita obtener eso que desea, no lo que desean otros y que además va a utilizar sus ahorros y trabajo para obtenerlo, dejándolos a ciegas sobre su futuro. No se trata de privatizar, pues no se puede privatizar aquello que ya es privado. Lo que sí se puede hacer es expropiar aquello que es privado. Se trata de mantener privilegios a costa del esfuerzo, el ahorro y el trabajo de otros. La solidaridad no puede ser impuesta y mucho menos usada como medio para extorsionar. Las generaciones futuras no tienen que cargar los errores de las decisiones pasadas, no deben cargar a quienes no estuvieron dispuestos a desmejorar su bienestar para corregir las distorsiones de un sistema insolidario, insostenible y que genera instituciones extractivas para mantener privilegios y beneficios para unos pocos.
¿Cómo le puedes pedir a los jóvenes que se sacrifiquen, cuando nunca estuvieron dispuestos a sacrificarse a cambio de reformar un sistema que no les expolie los ahorros de unos para cubrir las jubilaciones de otros? ¿Entonces cuál debe ser el camino para salir de este hueco en el que nos encontramos? ¿Cuál puede ser una solución? En otra ocasión expondré lo que puede ser la más viable, sin tener que sacrificar a nadie, ni usarlos para mantener privilegios.