• 24/12/2008 01:00

¿Buenos propósitos?...

“El político piensa en las siguientes elecciones; el Estadista, en las próximas generaciones”, Otto von Bismarck.

“El político piensa en las siguientes elecciones; el Estadista, en las próximas generaciones”, Otto von Bismarck.

Al margen de las creencias religiosas, las fiestas diciembrinas son propicias para reflexionar y expresar los mejores deseos a todos, especialmente a los seres queridos; circunstancia, que en lo personal, suele incluir un examen retrospectivo de logros y tropiezos y por lo regular, una proyección al futuro inmediato, tendiente a definir nuevas metas, así como la firme determinación de asumir con mayores bríos las tareas que conduzcan a su consecución; habitualmente, por estos buenos propósitos se suele brindar y compartir.

Aunque no espero nada del proceso electoral, dado que el menú no ofrece una alternativa genuina, que pueda traducir un cambio positivo del escenario nacional, hoy tan descompuesto y que afecta a la mayoría de la población, exhorto a todos los candidatos a reflexionar en torno al país que debemos construir, pero con la responsabilidad que las circunstancias prevalecientes demandan. La política vista desde la perspectiva ética, es la más noble de las actividades humanas, porque debe permitirle al hombre servir al conjunto de la sociedad, pero ello exige moralidad, vocación y voluntad; nuestro país demanda y merece servidores, no asaltantes de los recursos públicos, artífices de los negociados, parásitos ni depredadores.

Desde la Presidencia de la República hasta los corregimientos falta integridad, preparación, conocimientos; sin estos requisitos elementales, necesariamente seguiría imperando la improvisación. Falta sobre todo un presidente que tome decisiones, no un títere, pero tampoco un demente, arbitrario, abusivo, y mucho menos un instrumento al servicio incondicional del capital financiero internacional; alguien capaz de integrar un equipo de gobierno en torno a un proyecto nacional de desarrollo, con objetivos definidos en base a las prioridades sociales; con metas y plazos establecidos para concretarlos. El carácter es fundamental, un pelele, que no sabe a dónde quiere ir, termina conduciéndonos a cualquier parte, y si además es codicioso y proclive al servilismo, el riesgo resulta mayor.

La política administrativa es sana, constructiva, en cambio, la administración política es nefasta, entorpece la actividad productiva al tiempo que propicia la corrupción. El ejercicio del poder público es incompatible con obligaciones partidarias, el funcionario con más responsabilidades no tiene por qué distraer su tiempo haciendo proselitismo y mucho menos con fondos públicos. Se requiere un presidente con capacidad de trabajo, no un trotamundos, y menos con atavismos de realeza, propenso a la francachela y a la frivolidad; la primera magistratura exige competencia y sacrificio para resolver problemas no habilidad para evadirse o crear comisiones inoperantes. No más apagafuegos, demagogos ni maestros en el arte de la improvisación. Una política exterior coherente y concertada, no abyecta, que reubique al país en un sitial de respeto; un servicio exterior profesional al servicio del pueblo, no botín para enriquecimiento de copartidarios ineptos, en síntesis, un estadista, consciente de la responsabilidad que implica conducir una nación, que incluya a las personas más capacitadas, no solo a los más incompetentes y arribistas de su partido; alguien que no venda hasta las piedras ni hipoteque a las próximas generaciones.

Bolívar dijo: “Los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos”.. ¿Alguno de los candidatos reunirá tales atributos?, ¿votando podrá mejorarse este escenario?, ¿usted qué opina?

-El autor es médico y analista político.lesant@gmail.com

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