• 28/05/2014 02:00

Educación al borde del abismo

Educar no es fabricar papeles para ser enmarcados y colocados en el centro de la sala

Es común escuchar en los sectores más educados de Panamá expresiones peyorativas sobre la clase popular panameña, su bajo nivel educativo, su conducta desagradable en la calle, en los almacenes, en los sitios públicos y el modo de vivir el día a día sin pensar en el futuro y la manera brusca pero sincera con que responden a preguntas necias. Ponderan con orgullo la presencia de extranjeros que parecen más educados en su manera cotidiana de ser y los comparan amargamente y con vergüenza con sus conciudadanos.

Pero, quienes critican no se dan cuenta que forman parte del problema. Desde el empresario que en los programa de televisión patrocina programas baratos llenos de estereotipos y en donde se refleja la chabacanería y el mal gusto, hasta quienes con sus malos ejemplos llenan las pantallas de televisión, la radio y los diferentes medios escritos y especialmente quienes no participan de ninguna manera en los cambios que con urgencia se requieren. En las pasadas elecciones, los partidos políticos diseñaron sus campañas para obtener el voto de esa población que necesita y a la vez menosprecia.

Hurgaron en sus pasiones más bajas; hicieron un inventario de sus necesidades más elementales; compraron su conciencia con promesas que la elite gobernante y educada no piensa cumplir; usaron la cursilería y se apropiaron de su lenguaje para apelar a su apoyo; metieron la mano en sus necesidades más íntimas; entraron a sus casas y a su privacidad y los expusieron ante otros y en las cámaras como trofeos de guerra; besaron y abrazaron a quienes, quizás no querían ser tocados y manoseados; fueron atropellando dignidades, exhibieron la pobreza, la ignorancia, las esperanzas y necesidades del pueblo, con el fin de lograr sus objetivos particulares. Pero a pesar de todo el pueblo demostró que conserva su dignidad y decoro.

En los medios se enseña que la vulgaridad y la chabacanería son buenas. Se hace apología del delito y la aplaudimos. Las máximas autoridades exhiben su lenguaje más proclive y vulgar. El pueblo reproduce lo que ve en los medios y el comportamiento en las altas esferas de decisión. Duele decirlo, pero es cierto. La educación en Panamá está al borde del abismo. Es producto de la sumatoria de años vacíos en donde el experimento está por encima de la intención y se convirtió en un juego de expertos.

Pero la intención no se ve clara en el camino. Educar no es fabricar papeles para ser enmarcados y colocados en el centro de la sala. Todos debemos participar en donde estemos. En la calle, en la Universidad, en la escuela, en el municipio, en las empresas que deben capacitar y enseñar a sus trabajadores, en el buen manejo de las relaciones interpersonales, en las instituciones y en la convivencia ciudadana, en los medios de comunicación que deben revisar su programación y sentir un poco de empatía y compromiso con su audiencia. Conjuntamente debemos propiciar una educación integral. Hemos planificado la mala educación. Somos maleducados al no querer educar. Estamos llenos de prejuicios y estereotipos con relación a las clases populares y vamos por allí atropellando dignidades. En la República de Panamá hay analfabetas reales y analfabetas funcionales. Tenemos que hacer una cruzada nacional para elevar el nivel cultural de los panameños en todos los ámbitos, a conciencia y sin discriminación. Todos debemos asumir desde ya el papel que nos corresponde en donde estemos. Tenemos que hacer una campaña nacional de alfabetización, pero…para todos los sectores.

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