• 05/09/2018 02:00

‘Por una bicoca'

La historia de países más maduros constitucionalmente hablando, muestra que alguien que solo logre un 33 % de los votos

Juan Carlos Navarro Quelquejeu dijo hace unos días en su discurso sobre las futuras reformas constitucionales en Panamá, que los diputados o asambleístas investidos con una soberanía circuital (la jerarquía constitucional más antidemocrática que existe hoy en una seudónima democracia impopular), ‘mantenían a sus electores o abonados' ‘por una bicoca'. La acusación agravante es que fueron los próceres del PRD quienes crearon ese adefesio jurídico (‘soberanía circuital populista' versus ‘soberanía nacional popular'), como era en el siglo pasado, al reformar la Constitución de 1972, hace 46 años. Medio siglo con la misma Constitución demuestra que los políticos han fracasado en Panamá, o al menos están muy obsoletos. Tal vez de allí: ¿la reelección desenfrenada?, como causa de esa viciosa incompetencia política.

Aún más, la historia de países más maduros constitucionalmente hablando, muestra que alguien que solo logre un 33 % de los votos, NO TIENE MANDATO para reformar una constitución. De allí que antes se requiere una ley nacional electoral, que instale la segunda vuelta, justamente con miras a reformar la obsoleta constitución.

Para encontrar el origen de la expresión ‘ser una bicoca' o ‘por una bicoca' hemos de trasladarnos al 27 de abril de 1522, fecha en la que tuvo lugar la ‘Batalla de Bicocca', la cual recibió este nombre ya que era como se llamaba aquel lugar, una población muy próxima a Milán (que hoy alberga el hangar más grande de Italia de arte contemporáneo mestizo) y que enfrentó a un conglomerado de ejércitos liderados por el Imperio español del emperador Carlos V (Estados pontificios, Sacro Imperio Romano Germánico y el Ducado de Milán) contra el Reino de Francia y la República de Venecia.

Según explican las crónicas, el triunfo español en dicha batalla se realizó de una forma tan fácil y sin haber costado apenas esfuerzo que quedó, para los anales de la historia, el nombre de aquel lugar como sinónimo de ganancia fácil, ganga o cosa de valor obtenida por un bajo precio. [‘Los mercenarios suizos sin paga se fueron a casa' de allí el origen de la ‘bicoca'].

Las causas de la ‘Bicocca': Los mercenarios suizos, que no habían recibido su salario, exigieron una batalla inmediata, forzando al comandante francés Odet de Lautrec a atacar la posición fortificada de Colonna en el parque de Bicocca, al norte de los muros de Milán (actualmente Bicocca es el nombre de un barrio de esa ciudad). La superioridad numérica se inclinaba del lado francés, y la infantería suiza confiaba en grandes formaciones de picas para envolver y masacrar al enemigo. Al comenzar la batalla, los suizos se dispusieron en dos cuadros y avanzaron con paso firme hacia las tropas españolas de Prospero Colonna, mientras resistían los disparos de cañón del enemigo. No obstante, al cruzar el camino que separaba a ambos ejércitos, los suizos se vieron obligados a subir una ligera cuesta. Esto les impidió cargar inmediatamente contra los españoles y les convirtió en un blanco perfecto para los arcabuceros, quienes abrieron fuego continuo contra los suizos. Tras perder 3000 hombres (entre los que se encontraban 22 capitanes), los suizos se vieron obligados a retirarse sin llegar a entablar batalla real.

En conclusión, las bicocas se engendran porque alguien antes hace las cosas muy mal. En el caso de 1522, fueron los franceses de François I que no le cumplieron a los mercenarios suizos, e incluso este entuerto político del Renacimiento engendró la otra batalla de Pavia, lo que vino a complicar más las cosas en toda Europa por muchas décadas.

En cuanto a las bicocas panameñas de más de un siglo, habría que enumerar las miles de causas que las siguen engendrando hasta en la actualidad. Si a la reelección le ocurriera como a los mercenarios suizos, aún tendrán que enfrentarse a muchas otras batallas para construir la nueva República, que tardará mucho aún en llegar, a juzgar por la mentalidad y cultura de aquellos que participan en la cosa pública.

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