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- 21/11/2021 00:00
Aumentos de salarios y productividad del trabajo
Un argumento que los empresarios y sus asesores repiten, es que el aumento de salarios se debe dar de acuerdo a la “productividad” y que en Panamá esta es baja y ha estado disminuyendo. No tienen que presentar evidencias; se convierten en supuestas autoridades en la materia. Llamados comunicadores sociales los entrevistan para publicitar tales afirmaciones, sin pedirles pruebas, y se convierten en repetidores. Los ministros de Trabajo y los Gobiernos, terminan alineándose con estas afirmaciones sin fundamento, en defensa de los empresarios. Estamos en contra de la conducta empresarial que quiere hacer ganancias, enriquecerse, a costa de la miseria de los trabajadores.
Este año debe discutirse el salario mínimo, lo cual es establecido por Constitución de la República, y la ministra de Trabajo ha dicho que “no hay ambiente” para aumentar el salario mínimo, porque los “negocios” no lo resisten. Surgen de inmediato varias preguntas: ¿y para los trabajadores “hay ambiente” para que le aumenten sus salarios?, ¿por qué la ministra de Trabajo (y el Gobierno) no se pregunta esto?, ¿por qué el referente es lo que piensan los empresarios? Surgen más, pero dejémoslo aquí.
Como economista, no comparto el criterio de que los salarios deban aumentar según la productividad del trabajo, porque tal afirmación implica, en el mejor de los casos, que la distribución del ingreso (salarios-PIB) se mantenga constante, y si se parte de una distribución muy desigual del ingreso, entonces se promueve que continúe tal desigualdad. He argumentado que los salarios deben aumentar según el costo de la vida y que signifique un mejoramiento para los trabajadores, es decir, que los salarios se fijen según el aumento de los costos de reproducción de los trabajadores y su familia, y que, además, signifiquen mejoría de calidad de vida en el tiempo. Los empresarios, cuando aumentan los precios, dicen que “sus costos aumentaron”, pero este mismo criterio no permiten que valga para los trabajadores.
Pese a no estar de acuerdo, aquí argumento en los propios términos de los empresarios, evaluando el comportamiento de la productividad del trabajo desde 1970 y calculando cuál debía ser el salario mínimo hoy día, si este hubiera aumentado según la productividad del trabajo.
En 1970, el salario mínimo era de 50 centavos la hora, resultando en un salario promedio mensual de 104 balboas. Aplicando a este dato los aumentos anuales de productividad del trabajo, el salario mínimo para 2019 debió ser 1275 balboas, es decir, 12 veces el salario de 1970. Pero, debido al aumento de los precios ello habría significado apenas un crecimiento del poder adquisitivo de los salarios de 2.2 % anual. No obstante, habría mejorado la calidad de vida de los trabajadores y también el consumo de bienes agropecuarios y de consumo y estimulado la economía. No obstante, la distribución del ingreso sería tan desigual como en 1970; solo 50 % del PIB para los sueldos y salarios. Pero los aumentos de salarios no se dieron siquiera en proporción al aumento de la productividad, la cual creció en 12 veces durante 1970-2019, y se agravó la concentración del ingreso y la riqueza, y disminuyó la participación de los sueldos y salarios en el PIB a 25 %, es decir, a la mitad de la existente en 1970. Los empresarios y sus asesores no respetan siquiera su propio argumento de aumentar salarios según la productividad del trabajo; son cuentos para no aumentar salarios. Esto nos dice mucho de la desigualdad social existente, la cual impacta más a los sectores de bajos ingresos, la cual se agudizó desde los años ochenta con la ejecución del modelo neoliberal impulsado por el FMI y el Banco Mundial. Pero, pese a todo esto, la actual ministra (y todos los anteriores), solo sirven a los gremios empresariales. En Panamá no existe un único salario mínimo; oscilando desde 322 balboas para el trabajador agrícola de empresas pequeñas, hasta 673 para la construcción. Cualquiera de los salarios mínimos está por debajo del salario que habría, si los aumentos respondieran a los aumentos de la productividad del trabajo. Esto nos dice que los ricos se han hecho más ricos; que el crecimiento económico, basado en la productividad del trabajador, se lo ha quedado una élite de poder económico, elite que, cuando se habla de aumentar los salarios, siempre dice “no haber condiciones” para hacerlo, que “producirá inflación”, que “impedirá crear puestos de trabajo”, y cualquier excusa que inventan, con el solo propósito de seguir enriqueciéndose más y que los trabajadores continúen siempre en una crisis económica profunda, porque, aclaramos, los trabajadores “no entran” en crisis económica, sino que “viven” permanentemente en crisis, tratando de llevar el sustento diario para alimentar a su familia. El neoliberalismo ha agravado la desigualdad social y la concentración de la riqueza, reduciendo la capacidad de consumo de los trabajadores; urge darle fin a este modelo opresor, producir alternativas de conducción política capaces de ejecutar una política económica que enfrente la desigualdad social y la vergonzosa concentración de la riqueza.