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- 15/12/2011 01:00
Una democracia árabe modelo
C uando el rey Mohamed VI le entregó la jefatura del gobierno al líder del principal partido de oposición, Abdeliláh Benkirán, estaba seguro de que en el nuevo Ejecutivo no habrá sorpresas, porque reconoce que, en lugar de una revolución, lo que se ha dado en Marruecos es la evolución de un proceso de cambios dirigido personalmente por el monarca.
La travesía hacia la democracia iniciada por el rey cuando llegó al trono en 1999 ha resultado ejemplar. El ritmo y la naturaleza de los cambios han sido acelerados, contrario a los críticos que argumentaban que la transición debía ser gradual para que fuera sostenible. Por eso en el caso de Marruecos puede hablarse de una democracia árabe modelo, al punto de que se la denomina como la más occidental de las democracias árabes.
Marruecos se sumó de una manera mucho más avanzada a la ola de cambios que desde hace casi un año experimenta el mundo árabe. Desde entonces, con la caída de los regímenes de Egipto, Libia, Túnez y Yemen sobresale el hecho de que los partidos islámicos estén en el corazón de las reformas políticas generadas por la llamada primavera árabe. Los islamistas deben verse como parte de la agenda de cambios y no como apéndices de grupos extremistas que pudieran coincidir con el terrorismo de Al Qaeda.
La aprobación en un referendo de la nueva constitución de julio, que dio paso a la segunda generación de reformas democráticas impulsada por Mohamed VI, y las elecciones legislativas de noviembre no solo renuevan su prestigio nacional, consolidan, además, la confianza de la población en el liderazgo político. Las reformas también promueven la reorganización territorial y la regionalización que comprende avances en el proceso de autonomía del Sahara Occidental bajo soberanía marroquí.
Benkirán obtuvo un 30% de los votos en las elecciones parlamentarias y se asoció con partidos laicos de orientación nacionalista, socialista y excomunistas para gobernar en mayoría. Será el más poderoso jefe de gobierno que ha tenido Marruecos en 55 años de vida independiente en virtud de la nueva constitución.
El nuevo gobierno recibe un país con 10 años de crecimiento sostenido, con sustanciales mejoras en su infraestructura, con un productivo sector agrícola y pesquero, con avances en energías renovables y la consolidación de la participación ciudadana en la fiscalización del uso de los recursos del Estado, la redistribución de la riqueza y la transparencia en la administración pública.
Benkirán y las figuras que dirigirán el quehacer político tienen ahora más credibilidad por parte de los ciudadanos. Una encuesta realizada en la primera semana de diciembre por la revista semanal Actuel reveló que el 82% de los marroquíes manifestó un ‘excepcional grado de confianza’ en Benkirán.
Uno de sus grandes retos será demostrar habilidad para conciliar las posiciones islámicas con los valores democráticos. Eso pasa por iniciar un diálogo constructivo con los fundamentalistas del Movimiento 20 de Febrero, que desconocen el proceso de transformaciones democráticas que vive el país.
La constitución redujo los poderes del rey en beneficio de un jefe de gobierno similar a la experiencia de España, con alternancia política y cambios al sistema hacia una monarquía parlamentaria. Un ejemplo auspicioso que ha sido reconocido y estimulado por la comunidad internacional.
Precisamente los 27 gobiernos la Unión Europea se unieron al de Estados Unidos y al secretario general de la ONU al reconocer que las elecciones marroquíes, ‘organizadas correctamente y desarrolladas en forma pacífica y transparente’, fueron ‘un paso importante en el proceso de reformas democrática en marcha’.
El hecho de que un mes antes de las elecciones parlamentarias recibiera el voto de 151 estados del mundo para ocupar un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, demuestra la confianza de la comunidad internacional en la estabilidad, la evolución democrática, los derechos humanos y el progreso social alcanzados por Marruecos.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.