• 30/04/2016 02:01

¡Levántate y anda!

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: ‘Competitividad: Rivalidad para la consecución de un fin '

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: ‘Competitividad: Rivalidad para la consecución de un fin '.

En este Panamá de 2016, sumido en escándalos de corrupción, nos vemos obligados a escoger entre la sumisión o la rebeldía. La sumisión es hija del discurso absolutista que ya casi es una religión. No hay más verdad que la competitividad. No hay más poderes que los mercados. La economía tiene que crecer constantemente. No importa que traiga contaminación de las aguas, del ambiente, despojo a los campesinos de sus tierras, devastación de nuestras áreas protegidas, el colapso de las zonas urbanas.

No importa que la gente vea a su alrededor que el crecimiento económico no le llega a su vida. Para eso está el fútbol, los programas de TV, cada vez más atrevidos, exaltando la vagancia, la vulgaridad. Programas que no alimentan la razón ni la fe ni la cultura ni el amor a la patria.

Adormilan a la sociedad con los ‘reality shows ', que se diseccionan cual cadáver, para que entremos en lo que ocurre en las alcobas de aquellos que hicieron pacto con el dios dinero y han perdido la vergüenza vendiendo su intimidad.

He allí el plan maestro para confundir la existencia real con la que le ponen en las pantallas. Esto es alienación, drogadicción. El perfecto dominio del poder basado en la perversidad del control de las mentes.

Sumisión porque, quien tiene que comer todos los días, no puede permitirse el lujo de perder su puesto de trabajo. Es opio que cae sobre un pueblo que se da cuenta que estamos retrocediendo al siglo XIX, pero no hace nada. ‘Estamos mejor que nunca... '. ¡Amén! El coro cual letanía que va uniformando el pensamiento, y convirtiendo seres autómatas. Por eso no se quiere la memoria histórica.

Pero es que somos lo que somos, porque vivimos con nuestros padres y abuelos. Somos la actualización de un pasado que está vivo. Si nos quitan la memoria, seremos zombis.

Sumisión, hija de una economía globalizada, de los TLC, de los TPC, de la liberalización de los mercados.

El nuevo orden mundial quiere pueblos de zombis. Estimulados por el último partido de fútbol. Por la última historia de Kim y Khloé Kardashian. Escapismo, droga. Igual que la heroína. Sedar el pensamiento, aniquilar el espíritu crítico. Frivolidad, mucha frivolidad. Y, por ende, la política entendida como compraventa de votos.

Ese cáncer va avanzando, degradando, corrompiendo y aniquilando las fuerzas para combatir. Es una muerte lenta. Como la de Sócrates que le dieron a beber la cicuta. Se va durmiendo lentamente todo el organismo, y muere con una sonrisa en los labios.

El otro camino es la rebeldía, que no es un insulto. No es una pedrada, no es terrorismo, como dijo Eduardo Vallarino, en nota dirigida a la ministra de Ambiente. Nota que forma parte del expediente del Proyecto Hidroeléctrico Ojo de Agua, el cual reposa en la ASEP. De terroristas acusó al Movimiento Campesino en Defensa del Río Cobre, porque se atrevieron a rebelarse y a no permitir que siga acumulando riquezas a costa de los recursos naturales de nuestra Casa Común, como diría el Papa Francisco.

¡Cuidado! A Berta Cáceres, quien también defendía los ríos, le llamaron terrorista.

Allá, en las comunidades de Bajo Grande, el Sr. Vallarino encontrará otros ‘terroristas ' que no le van a permitir entubar el río Grande y dejar sin agua a las comunidades colindantes, que se dedican a la actividad agrícola.

La rebeldía es un grito de la inteligencia, es el posicionamiento de otros valores, la decisión de hacerles frente. Nace de la mente y del fuego del corazón. Rebeldía para decir que no aceptamos que la competitividad y el mercado sean los que rijan los destinos de las sociedades.

Todavía estamos los que queremos pensar por nuestra cuenta para perturbar a los demás. Así lo enseñó Jesús de Galilea, cuando dijo: ‘No piensen que he venido a traer la paz sobre la Tierra. No vine a traer la paz, sino la espada '. Mt. 10:34.

Jesús vino a concienciar, a perturbar. No queremos gente dormida, drogada. Queremos gente inquieta. Venimos a agitar cerebros, a mover conciencias. Existimos en la medida en que movilicemos el pensamiento. En la sociedad de hoy, emulamos a Jesús, cuando le dijo a Lázaro: ‘¡Levántate y anda! '.

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